Ara Malikian, el violinista que hipnotiza a los niños

El músico libanés de origen armenio inaugura el XIII Congreso de Escuelas Católicas

Ara Malikian

Ara Malikian, el violinista que hipnotiza a los niños [extracto]

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | A locuaz y showman no le gana nadie. Tampoco en talento. Sus conciertos en directo son extraordinarios en personalidad, pasión, movilidad y atracción interpretativa. “Es en medio de un concierto –admite– cuando la música me genera un sentimiento puro de felicidad, cuando me hace vibrar y me produce bienestar. La música, en definitiva, es el masaje del alma”. Ara Malikian (Beirut, 1968) es hoy uno de los violinistas más conocidos por el gran público, especialmente por los más jóvenes. “El músico que hipnotiza a los niños”, así le llaman.

“Sí, me encanta hacer música para los niños. Aprendo mucho. Empecé los conciertos para niños por casualidad hace muchos años, casi 20 ya, y hoy es una parte muy importante de mi actividad. Necesito hacerlo casi más para mí que para ellos”, explica. Recién llegado de Taiwán, ha inaugurado el jueves 29 el XIII Congreso de Escuelas Católicas Sabemos educar: libertad y compromiso, junto a alumnos del Colegio Nazaret Oporto (Madrid): “Hasta ahora, con los niños lo que he intentado hacer es despertar el amor a la música. Primero, que les guste la música, que tengan ganas de escuchar música, que tengan ganas de descubrirla y que se enamoren de ella. Hasta ahora es el trabajo que hago con ellos”.

Este interés en la importancia de la música en el desarrollo cognitivo –y pedagógico– de los niños lo ha evidenciado en programas de televisión como Pizzicato –de 2010 a 2013 en TVE– o en conciertos para los más pequeños como Mis primeras 4 estaciones, en donde trata de hacer llegar a los más pequeños la música de Vivaldi como si de un juego se tratara.

El madrileño Teatro Lara acoge sus montajes dirigidos a los más pequeños cada fin de semana, cuando su agenda de conciertos internacionales se lo permite: “De cómo trabajar técnicamente con los niños puedo tener ideas, pero no las he desarrollado porque, principalmente, no tuve el tiempo para hacerlo –afirma–. Hoy en día, para empezar a tocar el violín hay variedad de métodos muy muy académicos, muy aburridos quizá, muy técnicos y eso es lo que tal vez haya que reinventar: una manera de enseñar a colocar los dedos, a colocar los brazos y las manos sobre el violín de un modo más divertido”.

Un divertimento

Ara MalikianMalikian hace eso precisamente con la música: un constante divertimento. Por ello embelesa a los niños con su arco de violinista: “Ya se inventó el método Suzuki, que creo que es maravilloso porque se fomenta el oído –apunta–. Se fomenta el buscar las melodías a través del oído. Está muy bien en vez de empezar por el solfeo, que para un niño es bastante aburrido, bastante antimúsica. Luego puede ser muy importante, pero para un niño empezar por el solfeo no creo que sea una buena elección”. De momento, su método consiste en descubrir el lado lúdico de la música.

Ha colgado, por ejemplo, en Facebook, cartas de agradecimiento de padres por abrirles a sus hijos el universo musical de par en par: “Recibo muchos mensajes de niños y de padres que me cuentan que empezaron a tocar gracias a mí. Me hace muy feliz y me asegura que el trabajo que estamos haciendo desde hace muchos años está dando su fruto. Creo que empezar con un instrumento es lo mejor que le puede pasar a un niño, independientemente de que sea luego profesional o no. Basta con que disfrute, que juegue, que vea que es divertido y que no es un deber –junto con todos los otros– que tiene en el instituto o en el colegio, que sienta que la música es un juego, como jugar al fútbol”.

La música –nunca olvida mencionarlo– es también trabajo y sacrificio, con sesiones, recuerda, de diez y doce horas diarias: “Mi padre era violinista y tocaba todo el día. Así que la música y el violín han estado presentes en mi vida y en mi casa desde que era un niño. Además, mi padre siempre quiso que yo fuera violinista. Era muy severo con ese tema. Practicaba mucho conmigo. Incluso en momentos en que yo quería salir a jugar, me obligaba a quedarme en casa para que practicase. A veces tenía que tocar con lágrimas, pero ahora le estoy inmensamente agradecido”.

Nunca ha dejado de tocar, ni durante aquella primera guerra del Líbano, en 1982, que vivió de niño: “Cuando nos protegíamos de las bombas en el sótano, la vida seguía. Era una situación difícil, pero yo me llevaba mi violín y estudiaba horas y horas dando el coñazo a los refugiados. A pesar de todo, hacíamos fiesta. Dentro de la tragedia, la vida no se detiene, sino todo lo contrario”.

Por ello, este libanés de origen armenio y, por tanto, cristiano –“viviendo en tantos sitios he aprendido a respetar todo tipo de religiones, aunque no me considero de ninguna”, matiza–, mira alrededor y lamenta que “solo tras una foto impactante del niño en la playa, se haya planteado la comunidad internacional que debe hacer algo por los refugiados. Llevan cuatro años de guerra y solo nos ha conmovido esa imagen, cuando cientos de miles de personas han dejado su país porque estaban amenazados de muerte”. Si se le pregunta responde tajante: “En realidad, no puedo añadir nada nuevo. Creo que desde la Segunda Guerra Mundial no ha habido tantos refugiados en el mundo como ahora. Siria está viviendo una época muy dura, para la que hay que encontrar una solución. Los refugiados no vienen a Europa a hacer turismo; huyen para salvarse. No se les tiene que recibir como a criminales”.

Una gira para celebrar sus 15 años en España

Lleva 15 años viviendo en España y lo ha celebrado con un sensacional concierto el pasado 16 de septiembre en el Teatro Real. Pero aún queda mucho por festejar: ha echado a rodar una gira, titulada, por supuesto, 15, como el disco por el que ha sido nominado al Latin Grammys 2015: conciertos con llenos a rebosar y críticas extraordinarias por toda España. “Es una gira para recordar los años que llevo en en este país –describe–. Los conciertos son un viaje musical desde el barroco hasta la música de ahora, pasando por muchas culturas y géneros. Además, también toco temas propios. Tengo la suerte de poder interpretar lo que me gusta, nadie me dice qué piezas he de tocar. Aparte de todo eso, cualquier cosa puede pasar cuando estoy en el escenario. Los músicos tenemos el deber de entregarnos al público, para que este te inspire a ti”.

Malikian alterna canciones como Kashmir, de Led Zeppelin, o Paranoid Android, de Radiohead, con un fragmento de Latent Emotions, de Óscar Navarro. Interpreta también composiciones propias como el Vals de Kairo, dedicado a su hijo, o el elegíaco 1915, en recuerdo de las víctimas del genocidio armenio y germen de su próximo espectáculo. “En España he conseguido muchos amigos. Su luz, aunque sea un aspecto insignificante, me hace despertar de una forma feliz. Musicalmente es un país que me llena. Llevo quince años aquí y, de algún modo, es revivir las cosas bonitas que me han sucedido estos años. Nunca me imaginé que me iba a quedar tanto tiempo, pero, poco a poco… Es un lugar donde me he sentido muy a gusto. Así que me quedé”. Aunque, de momento, se le ha denegado la nacionalidad…

En el nº 2.962 de Vida Nueva

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