Francisco: “Gracias por el camino que hemos compartido con la mirada puesta en Jesús y en nuestros hermanos”

El Papa clausura el Sínodo Ordinario de la Familia agradeciendo el trabajo llevado a cabo

Francisco, durante la Santa Misa de clausura del Sínodo 2015

Francisco, durante la Santa Misa de clausura del Sínodo 2015

M.PÉREZ | La Iglesia universal, y la ciudad de Roma en particular, se han vestido de gala. Y es que hoy domingo, 25 de octubre, ha concluido el Sínodo para la Familia, uno de los acontecimientos más importantes en la historia moderna de la cristiandad. Un papa Francisco, visiblemente emocionado, ha dado las gracias a todos los padres sinodales que han aportado su granito de arena en esta Asamblea “por el camino que hemos compartido con la mirada puesta en el Señor y en los hermanos, en busca de las sendas que el Evangelio indica a nuestro tiempo para anunciar el misterio de amor de la familia”.

Tras 22 largos (y en ocasiones convulsos) días de Sínodo, 18 congregaciones generales, 19 ruedas de prensa, 328 intervenciones de los padres sinodales, 36 horas de trabajo en los círculos menores, y un documento final con 94 párrafos sobre la misión y vocación de la familia en la actualidad, el papa Francisco ha concluido en la mañana de hoy el Sínodo Ordinario para la Familia.

Y lo ha hecho con una Misa solemne en la Basílica de San Pedro, acompañado por los 270 padres sinodales y los 51 auditores que han trabajado de manera sinodal durante esta Asamblea. Fuera, en la Plaza de San Pedro, miles de fieles de todo el mundo se han congregado para formar parte de este Sínodo, que ha marcado un antes y un después en la historia de la Iglesia.

“Nosotros, los pastores hemos experimentado lo que significa sembrar con dificultad, a veces con lágrimas, –ha afirmado Francisco, durante su homilía– pero también hemos experimentado el regocijo y la gracia de una cosecha que está más allá de nuestra fuerza y capacidad”.

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Panorámica de la Basílica de San Pedro durante la Santa Misa

“Solo un encuentro con Jesús da a una persona la fuerza para afrontar las situaciones más difíciles”, ha manifestado el Papa, haciendo referencia al Evangelio del día (Mc 10,46-52). “¡Levántate!, fueron las palabras que dijo Jesús a muchos de los enfermos, a los que tomó de la mano y sanó. Sus discípulos no hacen otra cosa que repetir palabras de aliento y liberadoras de Jesús. A esto están llamados los discípulos de Jesús, sobre todo hoy en día: a levar a la gente en contacto con la misericordia compasiva que salva”.

A menos de dos meses para que comience el Jubileo de la Misericordia, el Papa ha recordado que “cuando el grito de la humanidad se hace más fuerte aún, no hay otra respuesta que hacer nuestras las palabras de Jesús e imitar su corazón. Los momentos de sufrimiento y de conflicto son para Dios ocasiones de misericordia. ¡Hoy es un tiempo de la misericordia!”, ha clamado Francisco.

Dos tentaciones para los que siguen a Jesús

Volviendo al Evangelio del domingo, en el que Jesús cura la ceguera del joven Bartimeo, Francisco ha recordado dos tentaciones que pueden sufrir quienes siguen al hijo de Dios.

  • La primera tentación es vivir una “espiritualidad de la ilusión”: “Podemos caminar a través de los desiertos de la humanidad sin ver lo que realmente está allí, vemos solo lo que queremos ver. Somos capaces de desarrollar visiones del mundo, pero no aceptamos lo que el Señor pone ante nuestros ojos”.
  • La segunda tentación es la “fe programada”: “Somos capaces de caminar con el pueblo de Dios, pero ya tenemos a nuestro calendario para el viaje, en el que todo está en la lista: sabemos a dónde ir y cuánto tiempo va a tomar; todo el mundo debe respetar el ritmo y cada problema es una molestia”.

Sincero agradecimiento

“Queridos padres sinodales, hemos caminado juntos”, ha manifestado Francisco. “Gracias por el camino que hemos compartido con nuestros ojos fijos en Jesús y en el misterio del amor de la familia”. “Sigamos el camino que el Señor desea”, ha pedido. “Pidámosle a él una mirada sana y salvada, que sabe difundir luz porque recuerda el esplendor que la ha iluminado. Sin dejarnos ofuscar nunca por el pesimismo y por el pecado, busquemos y veamos la gloria de Dios que resplandece en el hombre viviente”.

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