Jorge Urosa: “No se puede separar la pastoral de la doctrina”

Cardenal arzobispo de Caracas y padre sinodal en la XIV Asamblea sobre la Familia

Jorge Urosa, cardenal arzobispo de Caracas

Jorge Urosa, cardenal arzobispo de Caracas

Cardenal Urosa: “Firmé la carta, pero no quería hacer ningún escándalo ni va contra nadie” [extracto]

DARÍO MENOR (ROMA) | En el Sínodo, hasta ahora, hay “corrientes”, no “conspiraciones”. Lo más complicado se vivirá en la tercera y última semana de asamblea. Lo prevé el cardenal Jorge Urosa, arzobispo de Caracas, quien considera que la gran amenaza a la familia viene de la “aversión a lo religioso” que se da en Occidente. Reconoce que puede haber desilusionados con el resultado final del Sínodo, en el que “no se va a cambiar la doctrina”. “Luego habrá aplicaciones pastorales que podrán llegar hasta donde se pueda”, apunta este padre sinodal, que lamenta que se haya extendido la “quimera” de que la pastoral y la doctrina van por caminos diversos.

PREGUNTA.- ¿Cómo está siendo su experiencia en esta primera fase del Sínodo?

RESPUESTA.- Este es el tercer sínodo en el que participo. Estuve en el de los Laicos en 1987, en el de América en 1997, y ahora en este. Veo un ambiente muy grato, cordial y fraterno, con una gran cantidad de participantes, más que en los otros sínodos y, por supuesto, con grandes ilusiones de apoyar y fortalecer cada vez más a la familia.

P.- ¿No se dan entonces polémicas ni complots entre los padres sinodales, como dicen algunos rumores?

R.- No sé si existirán o no, pero eso no es lo importante. Ciertamente, hay corrientes entre los padres sinodales. Eso es normal. Pero no creo que se trate de conspiraciones, ni mucho menos. Al menos yo no lo siento así. Lo que hay es el deseo de todos de buscar el bien de la Iglesia y de la familia. En esa línea estamos todos.

P.- ¿Qué temas generan opiniones diversas?

R.- Los temas más complicados se van a tocar en la tercera semana. Hasta ahora no he visto opiniones fuertes sobre cosas muy complicadas. Supongo que vendrá más adelante. Es normal que así sea. En este momento son cosas muy generales. En esta parte inicial hemos tocado la realidad de la familia y hemos visto por dónde tendremos que ir desde el punto de vista eclesial. Los puntos polémicos se presentarán más adelante.

P.- ¿Qué temas concretos están tratando en el círculo menor en el que usted participa?

R.- Estoy en el grupo de lengua italiana, porque hay muchísimos obispos en los dos de habla hispana. En mi grupo hay una gran cordialidad y las cosas marchan bien. Personalmente, he planteado uno de los retos y problemas que afronta la familia, como es el secularismo en el mundo occidental. Los católicos sufrimos mucho esa tendencia de querer sacar a Dios de la vida de las sociedades, de tratar de prescindir del Evangelio, de las leyes morales, de los diez mandamientos. Se intenta hacer ver que eso supuestamente ya no sería importante. Ese es un problema que golpea a la Iglesia, porque debilita la fuerza espiritual de la familia. Propongo que tratemos de superarlo y fortalezcamos a la familia con una pastoral mucho más activa y cercana, acompañándola y dándole la iluminación que viene del Evangelio, de la Palabra de Dios, para poder así vivir de forma adecuada su vocación cristiana.

Auge del secularismo

P.- En Venezuela conocen bien este contexto de descristianización y de leyes que no facilitan la labor de la Iglesia…

R.- En mi país hemos tenido muchos problemas de tipo político y, por supuesto, tenemos un Gobierno que ha provocado muchísimos problemas a todo el pueblo venezolano. Pero ese no es el tema que quisiera tratar hoy. Lo del secularismo, sobre todo, tiene que ver con esas leyes con las que han despenalizado el aborto, han permitido el matrimonio gay… En fin, ese tipo de cosas. Pero no es solo eso, hay esa especie de aversión a lo religioso que se está dando en muchos países de Europa occidental y en general de Occidente. Es un problema con el que tenemos que convivir, al mismo tiempo que hacemos ver que lo religioso, lo cristiano, la presencia de Dios en el mundo es garantía de felicidad para el ser humano. El camino de Jesucristo es el camino del éxito y de la prosperidad para una nación.

P.- ¿Existe una tensión implícita en el Sínodo para combinar la doctrina y la misericordia en los grandes temas que están debatiendo?

R.- Déjeme hacer primero una acotación. Los grandes temas del Sínodo son muchos, como fortalecer y evangelizar a las familias, ayudar a las más pobres, proteger a aquellas que están en situaciones de migración. También están los temas más candentes, que tienen que ver con la recepción de los sacramentos por personas que se han divorciado y se han vuelto a casar. El Papa ha insistido en que no debemos reducir el horizonte del Sínodo y de la familia. En cuanto a este otro tema, el Santo Padre nos ha dado una indicación en la homilía de la misa de inauguración del Sínodo que a mí me parece muy buena. Nos dijo que la Iglesia, que todos nosotros los cristianos y, en particular, los obispos, sacerdotes, religiosos y consagrados tenemos que ejercer nuestra misión en fidelidad a Jesucristo. En segundo lugar, debemos hacerlo con respeto y adhesión plena a la verdad; es decir, no sacrificando nunca la verdad del Evangelio sobre las realidades humanas y, en concreto, sobre la familia. Y, en tercer lugar, viviendo intensamente la caridad hacia la gente. De manera que fidelidad a Jesucristo, luego fidelidad a la verdad y, finalmente, práctica de la caridad hacia todas las personas.

Se trata de conjugar todo eso. El Papa ha insistido en que no se cambiará la doctrina sobre el matrimonio y la familia en este Sínodo. Tampoco puede cambiarse en ningún otro porque la doctrina cristiana sobre la familia y el sacramento del Matrimonio es firme y segura. Es un patrimonio del Magisterio de la Iglesia. Lo que sí habrá que buscar serán formas para acercarnos más a personas que tienen problemas, que por circunstancias de la vida y por su propia decisión libre se han colocado en situaciones difíciles. Hay que acercarnos a ellos y hacerles saber que la Iglesia los quiere, que está cerca y busca que se acerquen cada vez más a Dios. Ya veremos hasta dónde puede llegar su participación en la vida interna de la Iglesia.

P.- ¿Son para ustedes la mayor preocupación las personas en situación irregular?

R.- Eso es importante, pero es todavía más preocupante el problema de los jóvenes que están rechazando el compromiso del matrimonio o el de las familias que no están viviendo su fe. Son problemas todavía más gordos. Debemos convencer a los jóvenes de que es algo muy importante el compromiso de amor en el matrimonio sacramental que conlleva la gracia de Dios para llevar una vida conyugal cristiana, santa y feliz. No hay que reducir el horizonte del Sínodo a este problema de los divorciados vueltos a casar. Es un problema gordo, pero no el único que tiene la Iglesia en relación a las familias de hoy.

P.- Muchos católicos esperan aperturas concretas en el Sínodo. ¿Se van a llevar una desilusión?

R.- Como dije, el Sínodo no va a cambiar la doctrina. Luego habrá aplicaciones pastorales que podrán llegar hasta donde se pueda, pero más allá no se va a poder. Vamos a ver qué pasa. Hay que tener confianza en Dios y en la presencia del Espíritu Santo en medio de la Iglesia y en el corazón y en la mente de los delegados del Sínodo. Hay que tener una gran esperanza de que, a pesar de las dificultades que podamos encontrar, Dios está siempre con nosotros. Por ahí van las cosas.

P.- ¿Le pesa la responsabilidad de ver a muchas personas que esperan cambios que tal vez nunca lleguen?

R.- Ha habido quienes se han puesto a inventar lo que no es. La Familiaris Consortio de san Juan Pablo II explica muy bien la situación de la pastoral con relación a los divorciados vueltos a casar. Eso lo reitera el Catecismo de la Iglesia Católica, y luego lo repitió Benedicto XVI. Esperemos que no haya muchas desilusiones, pero si las hay es porque algunos han alentado esperanzas absolutamente infundadas. Vamos a pedirle a Dios que nos ilumine para encontrar caminos que ofrezcan algunas soluciones, pero tampoco pensemos que la Iglesia va a cambiar su doctrina. No se puede separar la pastoral de la doctrina. Esa es otra quimera que se está proponiendo, que una cosa es la doctrina y otra la pastoral. No es así. La pastoral debe corresponderse con la doctrina. Vamos a pedirle a Dios que nos ayude a buscar buenas soluciones, que no haya gente desilusionada y que no alentemos esperanzas infundadas en algunos hermanos.

“Firmé la carta, pero no quería hacer ningún escándalo ni va dirigida contra nadie”

El nombre de Jorge Urosa está entre los 13 cardenales que supuestamente firmaron la carta entregada al papa Francisco al principio del Sínodo, mostrando su preocupación por que la asamblea acabara llegando a unas decisiones predeterminadas. A diferencia de varios de los purpurados implicados, que aseguran no haber suscrito documento alguno, el arzobispo de Caracas reconoce que firmó la misiva, aunque su contenido habría sido luego alterado en parte. “Hay un parrafito ahí que yo no vi cuando firmé”, cuenta Urosa a Vida Nueva, lamentando que se haya montado “una tormenta en un vaso de agua”. “Es una carta absolutamente privada que no quería hacer ningún escándalo ni va dirigida contra nadie. Pretendía simplemente promover un mejor desarrollo del Sínodo. En el ánimo de los firmantes no hay ningún espíritu de polémica ni de conflicto, sino, por el contrario, el deseo de que todo en el Sínodo marche bien”, asegura. La misiva solo mostraba a Francisco la postura de varios cardenales que participan en la asamblea como padres sinodales “por algunas cosas que se habían anunciado a última hora”. Sin querer entrar en más detalles sobre el contenido del texto, Urosa remarca que la intención de los firmantes era “positiva, no de conflicto ni por supuesto de ninguna manera de oposición o de querer crear problemas a nadie”.

En el nº 2.960 de Vida Nueva

 

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