50 años de ‘Nostra Aetate’: la larga travesía del diálogo interreligioso en España

Cristianos, judíos y musulmanes reflexionarán juntos sobre la declaración conciliar el 28 de octubre en Madrid

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JOSÉ LORENZO | El 28 de octubre se cumplen 50 años de la promulgación de Nostra aetate, la declaración conciliar que, además de abrir la mano y el corazón de la Iglesia católica a las tradiciones religiosas no cristianas –“sin renunciar a su pretensión de anunciar a Jesucristo”, según subraya el profesor José Luis Sánchez Nogales, de la Facultad de Teología de Granada–, facilitó la llegada de la primera ley de libertad religiosa a España dos años después. De ahí que, como apunta también el director de la Cátedra Andaluza para el Diálogo de las Tres Religiones, el episcopado español de la época “tomó muy en serio la declaración” y sus orientaciones, que luego cristalizaron en sendos encuentros internacionales con los musulmanes en 1974 y 1977, este último con el papel protagónico del cardenal Tarancón.

Y hoy, medio siglo después, ¿cómo es el diálogo interreligioso en España? Sánchez Nogales admite que, “en cierta manera, la Iglesia bajó luego un poco el tono oficial de esas relaciones, porque lo confió –y es perfectamente legítimo– a diversas instituciones eclesiales”. “Las relaciones con musulmanes y judíos, a nivel institucional, son normales –añade–, aunque es verdad que muchas veces no hay toda la fluidez que muchos desearían”. En todo caso, apunta que, en este 2015, la Iglesia ha hecho “claramente una apuesta a nivel institucional por el diálogo interreligioso” con el acto conmemorativo del aniversario de Nostra aetate, que ha organizado la Conferencia Episcopal el 28 de octubre, y para el que ha invitado a representantes de las comunidades musulmana y judía.

No a los que contagian odio

Riay Tatary, presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de España, participará en ese acto. En declaraciones a Vida Nueva, considera que “esta declaración es de una gran importancia, ya que supuso un manifestación expresa del aprecio de la Iglesia católica a los musulmanes por todo lo que tenemos en común, tanto a nivel doctrinal como en la práctica religiosa”. Y enumera algunos “importantes trabajos en común” que jalonan este medio siglo, “como fue la revisión de los libros de texto para dar un trato correcto y respetuoso al otro en lo religioso, encuentros muy fecundos entre teólogos católicos y musulmanes, oraciones interconfesionales por la paz, ayudas para beneficencias, jornadas de convivencia…”.

Pero a la hora de las lagunas, también señala que “en todo este tiempo ha habido personas con mentalidad preconciliar que no han puesto en práctica sincera la declaración conciliar y papal, pero todo se ha ido solucionando con el paso del tiempo y el mutuo conocimiento veraz, fuera de contaminaciones políticas de hegemonía o superioridad con los demás”.

Tatary reconoce que hoy en día continúa normalizada entre musulmanes, católicos y judíos “la tradicional relación de vecinos”, aunque advierte: “Si todos los políticos dejan de tratar a las minorías religiosas como si fueran extranjeros a expulsar y nos tratan como a ciudadanos que somos todos en nuestro país; si dejan de mostrarse algunos como presuntos héroes salvadores contra los musulmanes y los judíos; si desde los sectores que influyen en la opinión pública se nos trata a todos como a ciudadanos, no habría esos contagios de siembra de odio o de desprecio al otro”.

Y si bien las relaciones entre los fieles y dirigentes de estas diferentes religiones “son buenas”, subraya que “si contrarrestamos las ideas de superioridad de unos y de desprecio, discriminación e incluso odio contra otros, estaremos construyendo una España mejor para nuestros hijos con clases de religión en las aulas, aprendiendo a convivir conociéndose entre todos”.

En ese acto conmemorativo estará también el presidente de la Federación de Comunidades Judías de España. Para Isaac Querub, “el diálogo entre judíos y cristianos en España es aún minoritario, casi de héroes”, y todavía queda tarea por delante. “Las páginas negras de la historia no se pueden arrancar –añade–, pero nosotros preferimos hablar del futuro con optimismo. La declaración Nostra aetate es positiva en sí porque rompe con un pasado lleno de prejuicios y estereotipos como el deicidio, por ejemplo, proponiendo un mayor conocimiento del otro, como es el caso de los musulmanes, de los budistas, de los hinduistas y de los judíos.

En España, la Iglesia católica y, particularmente la Conferencia Episcopal, han tomado conciencia de esta nueva proposición de Roma, pero deberían, con todo respeto, hacer lo posible por trasladarla a los púlpitos y a los pupitres. Judíos y cristianos tienen motivos para estar orgullosos de sus principios y de sus valores, y juntos han de poder trabajar y luchar por ellos, y más ahora, cuando fanatismos, extremismos y terrorismo nos tienen a ambas religiones en el punto de mira”.

En el nº 2.960 de Vida Nueva

 

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