Domund 2015: misioneros de la misericordia que vencen en la derrota

misionero en África en un poblado rural con mujeres y niños

Cinco testimonios de cómo agarrarse a la fe en medio de guerras, violencia o desastres naturales

misionero en África en un poblado rural con mujeres y niños

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Con motivo de la próxima jornada de Domund, el domingo 18 de octubre, en este número de Vida Nueva profundizamos en un punto fundamental para muchos misioneros en contextos límite: hambrunas, guerra, persecución, catástrofes naturales… ¿Cómo es entonces la relación con Dios? ¿Vence la misericordia de Jesús frente el miedo y la despesperanza? ¿Cómo insuflar ánimo a las comunidades en las que están inculturados?

Han padecido ciclones, han enterrado a niños en un hoyo, han sido secuestrados… Pero, en medio de tanto sufrimiento, se han agarrado a la fe, han permanecido junto su rebaño. Han sabido perdonar y buscar el perdón. Incluso cuando no han entendido la voluntad o el silencio de Dios. En medio de desastres, de la violencia y la explotación, los hombres y mujeres volcados en la misión ad gentes se han forjado como auténticos “misioneros de la misericordia”, lema del Domund 2015.

 

Eduardo Monge

Claretiano, 77 años

40 años como misionero en Filipinas e Indonesia

Trabajaba en la pastoral con musulmanes. Fue secuestrado por la guerrilla

A sus 77 años, y tras superar dos ictus, el claretiano Eduardo Monge sueña con volver a Asia, donde ha pasado 40 años. Hoy vive en comunidad en Córdoba.

Llegó a Basilán (Filipinas) a inicios de los 70. En un contexto de mayoría islámica y de grave conflicto con el Frente Moro de Liberación Nacional (del que en 1984 se escindió el Frente Moro de Liberación Islámica), vivía acompañando a las comunidades cristianas. Pero, cinco años después, los claretianos crearon una nueva misión y, junto a seis compañeros, impulsaron una comunidad centrada en exclusiva en la pastoral con los musulmanes, en el sentido de fomentar el desarrollo de la región desde la educación, la sanidad o la agricultura.

“Todos los miembros de nuestros equipos eran musulmanes –recuerda Monge–. Estaban encantados, sabían que nuestros programas impactaban mucho más en la comunidad que los de quienes decían luchar por ellos. Sabíamos que eso tenía un coste: estábamos en el punto de mira de los islamistas”.

Estaba preparado siempre para lo peor: “Durante 14 años, cada día llevaba conmigo, en un bolso, un nuevo testamento. Sabía que me acompañaría en un momento de dificultad”. Hasta que este llegó en 1985, cuando fue secuestrado por la guerrilla: “Siempre viajaba solo por los poblados, pero ese día me acompañaba una religiosa que venía a dar una charla. Nos detuvieron durante 40 horas. Estaban como locos. Decían que, si no llegaba un rescate del Vaticano, nos matarían. Lo viví como una experiencia de fe, misionera. Sabía que iba a morir, ya lo veía todo desde la otra orilla. Confiaba en las palabras de Jesús en la Cruz y veía que esa noche dormiría con Él en el Paraíso. Estaba en paz”.

Sin embargo, en el último momento, su destino cambió: “Estaba cavando mi propia tumba mientras me apuntaban con sus pistolas. Cuando, de pronto, nos liberaron. Luego supe que los imanes de la zona mediaron para que nos soltaran”. Hasta hoy, eso ha marcado en buena parte su vida: “Es mucho más que un recuerdo. Es algo vivo, una experiencia de Dios que me conforta”.

En los años siguientes, le ocurrieron episodios similares, como cuando un terrorista entró en misa y le disparó con su fusil… que se encasquilló. “¿Cómo no voy a creer en los milagros?”, se pregunta entre risas.

Los siguientes 18 años, desde 1992, los pasaría Monge en Indonesia, también en un contexto de violencia: “Estábamos en Timor del Este, que se acabó independizando del país tras varias guerras. Allí hicimos el mismo servicio: ayudar al desarrollo de la comunidad. A nivel espiritual, trabajábamos con bautizados pero apenas evangelizados. Con el conflicto siempre de fondo, aunque sin la violencia de Filipinas”.

 

Justino Izquierdo

Hermano de San Juan de Dios

Más 40 años en Ghana y Liberia

Sanitario y otras tareas en el hospital; sufrió una guerra y vivió la epidemia de ébola

 

Joaquín Ciervide

Jesuita, de Pamplona, 71 años

50 años en RD Congo, Chad y Madagascar

Sufrió la guerra y violencia

 

Antonio López García-Nieto

Corazonista

Casi 40 años en Oceanía

Pobreza y desastres naturales

 

Natividad Ruiz

Carmelita Vedruna, 70 años

Misionera en Haití

Voluntaria en Centroamérica tras el huracán ‘Mitch y en Hatí desde el terremoto de 2012

Reportaje completo, solo para suscriptores

En el nº 2.959 de Vida Nueva

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