Artesanos del perdón en un país que busca la paz

Reflexiones con ocasión del Séptimo Congreso Nacional de Reconciliación

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Entre el 23 y 25 de septiembre se llevó a cabo en Bogotá el VII Congreso Nacional de Reconciliación, organizado por el Secretariado Nacional de Pastoral Social (SNPS). La actividad reunió a representantes de 650 comunidades provenientes de muy diversas partes del país en donde el conflicto armado ha tenido un mayor impacto.

Según Mons. Héctor Fabio Henao, director del organismo de la Conferencia Episcopal (CEC), el país no se ha preparado para una fase posterior a los posibles acuerdos definitivos con las Farc. Al desafío de proteger la vida de quienes pudiesen dejar las armas en determinado momento se suma el de garantizar las condiciones para que todo ciudadano pueda expresarse en las regiones. Hay, además, retos significativos en las ciudades, como dejó ver un reciente estudio sobre rutas de la violencia en ámbitos urbanos.

En un país con el tejido social resquebrajado, el trabajo en favor de la reconciliación es enorme, señaló Mons. Óscar Urbina, arzobispo de Villavicencio y vicepresidente del episcopado. Según el prelado, dado que el Estado no puede garantizar el perdón en la sociedad, el Congreso quiso dar herramientas a los participantes para que puedan dar un aporte en sus comunidades en orden a reconstruir las relaciones y fomentar sueños de paz. Igualmente, los invitó a asumir la responsabilidad que tiene la sociedad civil hoy por hoy de cara a hacer veeduría de los acuerdos que se han alcanzado entre las Farc y el gobierno.

Justicia y responsabilidad

La noticia de un acuerdo entre las Farc y el gobierno sobre justicia transicional se recibió en el evento con un sentimiento muy grande de responsabilidad. “Hay que asegurar que no se perpetúe la impunidad”, señaló el director de Pastoral Social. “Hay una impunidad histórica, que se ha construido y se ha tejido a lo largo de muchos años, en los que no se han reconocido e identificado todas las atrocidades del conflicto; hay una impunidad judicial: sabemos que en Colombia muchos procesos no llegan a culminar y que muchas formas de sanción son complejas, porque las cárceles no cumplen con la finalidad de que la gente vuelva a actuar de una manera ciudadana; hay una impunidad moral, porque nos hemos acostumbrado a justificar el mal, y a decir que las víctimas son responsables de su propia tragedia”. “En esa cultura de la ilegalidad que hemos formado”, añadió, “hay un desafío muy grande: una forma de impunidad social; la sociedad no ha sido capaz tampoco ella misma ni de acoger adecuadamente a quienes sufren ni de sancionar socialmente de alguna manera a quienes han cometido atrocidades”.

Respecto a la búsqueda de la verdad sobre el origen y consecuencias del conflicto armado en el país, la actividad sostuvo que importa mucho generar estrategias para que no sólo se conozcan las versiones de los victimarios y de las víctimas. En favor de la justicia, también deben hallar canales de comunicación las versiones de todas aquellas personas que han sido testigos de una extensa historia de violencia que aún debe ser esclarecida.

A la anterior reflexión llevada a cabo en el evento, se añade una preocupación más: el mantenimiento de la paz a partir del fortalecimiento de la democracia. Una democracia que debe ser eficiente tanto al momento de responder a los derechos de la ciudadanía, como a la hora de restituir aquellos derechos que le fueron vulnerados a miles de personas. Ahora bien, según señaló Mons. Henao, nos espera como país una reflexión sobre hacia dónde queremos ir: “cuando se piensa en la justicia hay que pensar en para qué las penas, no solamente qué tipo de penas, sino qué es lo que el Estado debe lograr a través de una acciones punitivas”. En su opinión la justicia no puede jamás desvincularse de la exigencia implícita en el sufrimiento de las víctimas. Hay un aspecto restaurativo, al cual se debe apuntar más allá del hecho punitivo.

Justamente, para aportar a la construcción de un nuevo país fue presentado el documento Artesanos del perdón, la reconciliación y la paz, un trabajo colectivo de los obispo del país. El material se inspira en el icono del Buen samaritano e invita a reconocer los rostros de la violencia; a discernir las actitudes para dar una respuesta; y a convertirse en testigos del evangelio de la misericordia en Colombia.

Texto y foto: VNC

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