Agenda 2030: la ONU busca una alternativa al capitalismo salvaje

Manos Unidas explica a ‘Vida Nueva’ las claves de este acuerdo

ONU

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | La 70ª Asamblea General de la ONU, que ha congregado en una cumbre en Nueva York (25-27 de septiembre) a los estados miembros para definir la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, ha buscado proseguir un proceso que, pese a los avances en ciertos aspectos, ha evidenciado cómo los Objetivos del Milenio, marcados para el período 2000-2015, han quedado netamente incumplidos.

Marco Gordillo, presente en la cita al frente de la delegación española de Manos Unidas, explica a Vida Nueva que lo más significativo de este nuevo documento, que consta de 17 objetivos y 169 metas, es que, “tras casi tres años de trabajo, con la declaración, aprobada por consenso, se marca una hoja de ruta” a aplicar a lo largo de los próximos 15 años. En este sentido, las tres aportaciones esenciales respecto al marco de los Objetivos del Milenio son las siguientes: la primera, que, “por primera vez, la comunidad internacional sitúa al desarrollo y al medio ambiente como parte de un mismo proceso, entendiendo al fin que el crecimiento económico no puede levantarse en perjuicio del bienestar del planeta”.

La segunda, que “ahora hay una visión más integral a la hora de combatir la desigualdad social, aceptando los países ricos que el trabajo en materia de promoción de la equidad también ha de ser interno y deben hacer frente a sus propias pobrezas”. La tercera, que “prevalece un carácter universal y queda claro que es un compromiso de todos los países, en la toma de conciencia de que el crecimiento económico no implica por sí mismo una mayor distribución de la riqueza y han de fomentar nuevos estilos de vida en relación con la producción y el consumo”.

Tareas pendientes

En cuanto a los aspectos más negativos de la cita, Gordillo también remarca tres grandes deficiencias. La primera, que, “a lo largo de estos casi tres años de proceso negociador, la cuestión de los derechos se ha ido diluyendo y ha perdido fuerza, manteniéndose prácticamente solo los relativos a cuestiones de género. China y los países árabes han presionado mucho en contra, quedando al final algo más descafeinado, como refleja el lenguaje: así, si al principio se hablaba de ‘garantizar’ derechos, en el documento aparece el verbo ‘promover’. En el fondo, a muchos estados les da miedo ese enfoque de luchar contra la pobreza dentro de sus propios países, pues equiparan a esta con un término tan potente como el de la justicia”.

Otro punto insuficiente es el de “seguir colocando el crecimiento económico como clave del éxito, algo que choca con la idea del desarrollo sostenible, en el que lo esencial es un modelo de crecimiento armónico, atentos a los derechos de los ciudadanos y al medio ambiente”. Finalmente, el último déficit es que “los compromisos son voluntarios, no vinculantes, siendo los estados los últimos responsables de su aplicación”.

Sin duda, este último es el mal endémico de todos los acuerdos de la ONU. Sin la obligación de cumplirlos, muchos quedan en agua de borrajas. Por ello, el representante de Manos Unidas hace una propuesta concreta para el Gobierno de España: “Con este enfoque integral, ya no basta con un equipo específico dedicado a la Cooperación al Desarrollo. Sería necesaria una comisión interministerial, pues la Agenda afecta a muchos campos de acción”. Por ahora, “pese a las buenas intenciones mostradas en la cumbre, no hay ninguna propuesta encima de la mesa”.

Las caras de la pobreza

Además de encuentros como los de Obama con Putin (para confrontar sus estrategias respecto a la guerra en Siria) o Raúl Castro (quien se emocionó al pedir el fin del embargo a Cuba), hubo en la ONU significativos discursos; también esperpentos como el del dictador de Zimbabue, Robert Mugabe, quien defendió su ley antihomosexual al grito de “¡no somos gais, dejen de imponernos sus valores!”. Por la Santa Sede, el arzobispo Paul Richard Gallagher se congratuló de que “el punto central” de la Agenda sea “la erradicación de la pobreza”, en sus “muchas formas”. Para ser “eficaz”, debe proporcionar el “acceso a los bienes materiales básicos y el respeto a la libertad para lograr bienes espirituales esenciales”.

En el nº 2.958 de Vida Nueva.

 

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