El Papa visita el Instituto Correccional de Curran-Fromhold
Francisco durante su encuentro con presos del correccional Curran-Fromhold (Filadelfia)
FELIPE MONROY | Un centenar de presos de los casi 3,000 que se encuentran recluidos en el Centro Correccional de Curran-Fromhold, al noreste de Filadelfia, recibieron al papa Francisco durante su último día en Estados Unidos, quién no dudó en afirmar que “todos tenemos necesidad de ser purificados, de ser lavados. Yo el primero”.
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En su encuentro con hombres y mujeres de esta prisión (quienes, en los talleres de oficios que llevan en su reclusión, fabricaron la silla de madera que utilizó Francisco en el encuentro) les recordó el gesto de Jesús de lavar los pies de los discípulos. Porque “vivir significa ensuciarse los pies por los caminos polvorientos de la vida, de la historia. Todos tenemos necesidad de ser purificados, de ser lavados. Yo el primero”
Les recordó también que aunque se encuentren recluidos, “no significa que deban sentirse excluidos de la familia humana” y consideró que toda la sociedad debe buscar una reinserción “que beneficie y levante la moral de toda la comunidad”.
Pues, criticó que “una sociedad, una familia que no sabe sufrir los dolores de sus hijos, que no los toma con seriedad, que los naturaliza y los asume como normales y esperables, es una sociedad que está ‘condenada’ a quedar presa de sí misma, presa de todo lo que la hace sufrir”.
Curran–Fromhold es un centro de reclusión con graves problemas de violencia interna, donde más del 80% de los internos no han recibido sentencia de los cargos que les imputan y, al igual que en el resto de las prisiones de Norteamérica, se considera que muchos de ellos padecen la prisión sólo por su condición de pobreza.
Al finalizar su discurso (en español, y traducido simultáneamente al inglés) saludó personalmente a cada uno de los presos y al personal de la prisión.
