Obispos de Irak: “El Estado Islámico es un cáncer y solo puede ser extirpado”

Convocados por Cor Unum, piden una intervención armada en la región

El cardenal Sandri con un grupo de refugiados cristianos iraquíes

El cardenal Sandri con un grupo de refugiados cristianos iraquíes

ÁNGELES CONDE | En una misma sala, a pocos metros de la plaza de San Pedro, se ponen sobre la mesa la guerra de Siria y la invasión de Irak por parte del Estado Islámico. Se habla de estrategias humanitarias, reconstrucción, ayuda, y se dan números. Fríos números que se pueden revestir enseguida con la carne martirizada de los cristianos en Oriente Medio. Un martirio que también viven sus pastores. Muchos de ellos participaron en el encuentro que, el pasado día 17, organizó Cor Unum en el Vaticano para coordinar los esfuerzos de las Cáritas, iglesias locales y organizaciones humanitarias que contienen el “océano de dolor” que inunda la región, en palabras de Francisco.

“La voz del Papa es un grito en el desierto”, lamenta el cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales. Sobra decir que la historia se repite. Tampoco se escuchó a Pío X, ignorado en los albores de la I Guerra Mundial pese a que advirtió de la masacre. Del primer al último gran conflicto en la Europa contemporánea pasaron 77 años. Ya en los 90, Juan Pablo II clamó desesperadamente por que se “desarmara al agresor injusto” durante la guerra en la antigua Yugoslavia. En aquellos años, pidió con insistencia a la ONU que interviniera para proteger a la minoría musulmana en Bosnia-Herzegovina.

Este verano, el Papa solicitó por enésima vez “que se haga cualquier cosa para poner fin a la violencia y el abuso” contra los cristianos perseguidos. Para el arzobispo de Erbil (Kurdistán iraquí), Bashar Warda, ese “cualquier cosa” se cifra en una intervención armada sobre el terreno, aunque lo expresa sutilmente: “El Estado Islámico es un cáncer, y el cáncer solo puede ser extirpado”. En su diócesis han recibido a más de 10.000 familias refugiadas. Habla de la “muerte” en los rostros de los refugiados y sentencia: “Es un genocidio”.

El arzobispo siro-católico emérito de Mosul, Georges Casmoussa, por su parte, sostiene que, “inevitablemente, hay una parte de la solución que debe ser armada”. “Debe haber una coalición internacional –añade–, porque no hay ninguna fuerza militar que sea invencible, ni siquiera el Estado Islámico”. Sin embargo, así como tras extirpar el tumor debe aplicarse un tratamiento de contención, para los obispos la solución se completa con la reconciliación nacional.

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En el nº 2.957 de Vida Nueva.

 

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