Francisco nos ha regalado su ánimo

Ana Luisa Salceda Hernández.  Arquitecta del altar papal en Holguín (Cuba)  ANA LUISA SALCEDA HERNÁNDEZ | Arquitecta del altar papal en Holguín (Cuba)

La visita del papa Francisco a Cuba y más aún a Holguín ha sido un nuevo despertar de mi vocación como arquitecta. Poder colaborar en la preparación del estrado papal en donde el Santo Padre ha presidido la Misa es y será la obra más grande de mi vida.

Llevo 23 años trabajando como arquitecta con el Estado en obras de vivienda. Siempre fui católica y colaboro en mi comunidad. Con la diócesis he participado también en la reparación de los templos destruidos, en particular por el ciclón Ike en 2008. Por entonces, Emilio Aranguren Echeverría, mi obispo, empezó a organizar mejor la reconstrucción de los templos y me invitó a colaborar. Entonces, le pedí al Gobierno una licencia de seis meses para dedicarme a tiempo completo. Es lo más grande que me ha pasado, porque, cuando uno se gradúa, tiene muchos sueños, pero luego llega la rutina. Últimamente, mi vida profesional estaba como apagada. Y con esta invitación para servir al Papa se ha unido todo: esos sueños sin cumplir y la confianza depositada en mí.

Confieso que, mientras he ido haciendo todo esto, no he dejado de pensar en mi pueblo y en el Papa. El obispo nos pidió a los católicos un mensaje para Francisco, y yo le escribí en un papelito: “Con esas palabras tan bonitas que usted tiene, dígale que para nosotros es ya tiempo de dejar de mirar al pasado y ponernos a mirar al presente y al futuro”.

Deseo que mi pueblo escuche al Santo Padre y su llamada a que vivamos en la misericordia: nos ofrece una forma de vivir y de cambiar. Nosotros, los católicos, y todo el pueblo cubano. Esa es la esperanza que tengo cuando miro los colores que vistió el coro en la plaza el día de la Misa, que representan nuestra bandera cubana. Sé que esta visita va a ser muy buena para el pueblo. Yo, que soy madre, que tengo dos hijas, un esposo y una madre anciana a la que no puedo dejar sola, sé lo que el pueblo vive cada día y las dificultades que pasa para poner el pan en la mesa y dejar los alimentos preparados antes de irse al trabajo.

Muchas familias se han reunido con el Papa. Creo que la familia cubana estaba necesitaba de que alguien nos dijera que debemos perdonar y creer. Que debemos recuperar valores que se han ido perdiendo, como la fidelidad, la unidad, la verdad, la colaboración entre nosotros. Ha venido a visitarnos este Papa que tiene un corazón abierto hacia quienes nos sentimos queridos. Él es la persona ideal para decirnos: “Recuperen esos valores”.

Francisco también se ha reunido con animadores de comunidades, en lo que fue un encuentro ciertamente fundamental; esas comunidades necesitaban una palabra de ánimo, alguien que nos dijera que tenemos que ser misericordiosos con aquellos que están en la comunidad desde hace muchos años, los que llegaron hace un poquito y los que faltan por llegar.

Pienso que en todo este proceso hay que tener ánimo, más aún teniendo a nuestro obispo con nosotros, que tiene esa palabra, ¡ánimo!, como su lema episcopal. Muchas veces nos llama por teléfono para repetírnosla. Poco antes de llegar el Papa, una fuerte lluvia afectó los preparativos en la plaza. Cuando respondí al teléfono, era su voz repitiendo de nuevo: “¡Ánimo!”. Es el mismo que nos ha regalado el Papa.

En el nº 2.957 de Vida Nueva

 

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