El Francisco más valiente, ante el Congreso de los Estados Unidos

papa Francisco discurso ante el Congreso de los Estados Unidos de América 24 septiembre 2015

Los representantes del poder legislativo se rinden al Papa

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De pie, aplaudiendo; así recibieron, escucharon y despidieron los políticos al papa Francisco en el Capitolio

MARÍA GÓMEZ | La emoción se palpaba en el ambiente; incluso los corresponsales norteamericanos, más que acostumbrados a cubrir la actualidad política nacional, confirmaban que la visita del papa Francisco hoy, jueves 24 de septiembre, al Congreso de los Estados Unidos no era una visita cualquiera. Tras la invitación recibida hace un año, Bergoglio se ha convertido en el primer Papa en dirigirse a la Cámara de Representantes y el Senado –donde el poder legislativo de Estados Unidos–. Y lo ha hecho sin miedo, en el tono conciliador y propositivo que suele, pero también, como es habitual en él, con firmeza y determinación.

El Papa llegó al Capitolio a las 9:15 h. (15:15 hora española) y mantuvo un encuentro privado con el presidente de la Cámara de Representantes, el portavoz John Boehner, así como con otros líderes. Una hora después, con todos los políticos esperándole en la Cámara de Reunión donde tiene lugar, entre otros, el anual discurso sobre el Estado de la Unión a cargo del presidente del país, Francisco entró entre aplausos y vítores.

Con guiños continuos a las máximas identitarias del pueblo estadounidense (“la tierra de los libres”, “la patria de los valientes”), Francisco habló a los 435 representantes y 100 senadores en un inglés pausado. Los aplausos fueron continuos.

Como había hecho en la ceremonia de bienvenida en la Casa Blanca, se definió a sí mismo como “hijo de inmigrantes” e “hijo de este gran continente”, lo que le vaió para llamar a la colaboración y la responsabilidad común.

“Aquí junto con sus representantes, quisiera tener la oportunidad de dialogar con miles de hombres y mujeres que luchan cada día para trabajar honradamente, para llevar el pan a su casa, para ahorrar y –poco a poco– conseguir una vida mejor para los suyos. Que no se resignan solamente a pagar sus impuestos, sino que –con su servicio silencioso– sostienen la convivencia. Que crean lazos de solidaridad por medio de iniciativas espontáneas pero también a través de organizaciones que buscan paliar el dolor de los más necesitados”.

El discurso se articuló alrededor de cuatro personajes ilustres estadounidenses: el presidente Abraham Lincoln, adalid de la libertad; el reverendo Martin Luther King, defensor de los derechos civiles de los afroamericanos; Dorothy Day, fundadora del Movimiento del trabajador católico; y el monje cisterciente Thomas Merton.

“Un pueblo con alma puede pasar por muchas encrucijadas, tensiones y conflictos, pero logra siempre encontrar los recursos para salir adelante y hacerlo con dignidad. Estos hombres y mujeres nos aportan una hermenéutica, una manera de ver y analizar la realidad. Honrar su memoria, en medio de los conflictos, nos ayuda a recuperar, en el hoy de cada día, nuestras reservas culturales”.

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Contra el fundamentalismo religioso

El Papa habló contra los fundamentalismos y especialmente contra la violencia que se comete en nombre de Dios y de la religión. “Ninguna religión es inmune a diversas formas de aberración individual o de extremismo ideológico. Esto nos urge a estar atentos frente a cualquier tipo de fundamentalismo de índole religiosa o del tipo que fuere”.

Ante este fenómeno, reclamó “coraje” e “inteligencia”: “Copiar el odio y la violencia del tirano y del asesino es la mejor manera de ocupar su lugar. A eso este pueblo dice: No. Nuestra respuesta, en cambio, es de esperanza y de reconciliación, de paz y de justicia” (…) Ir hacia delante juntos, en un renovado espíritu de fraternidad y solidaridad, cooperando con entusiasmo al bien común.

El rostro humano de los inmigrantes

Las palabras sobre la promoción del bien común fueron de las más aplaudidas, especialmente, cuando citó a Luther King y a los extranjeros.

“El sueño [de Martin Luther King] sigue resonando en nuestros corazones. Me alegro de que Estados Unidos siga siendo para muchos la tierra de los ‘sueños’“.

Reconoció y lamentó que, “trágicamente, los derechos de cuantos vivieron aquí mucho antes que nosotros no siempre fueron respetados. A estos pueblos y a sus naciones, desde el corazón de la democracia norteamericana, deseo reafirmarles mi más alta estima y reconocimiento. (…) Cuando el extranjero nos interpela, no podemos cometer los pecados y los errores del pasado. Debemos elegir la posibilidad de vivir ahora en el mundo más noble y justo posible”.

E incluso hizo un llamamiento muy explícito a uno de los problemas más graves del país, el de la inmigración y los hispanos que cruzan a dario la fronteza, “miles de personas que se ven obligadas a viajar hacia el norte en búsqueda de una vida mejor para sí y para sus seres queridos, en un anhelo de vida con mayores oportunidades. ¿Acaso no es lo que nosotros queremos para nuestros hijos? No debemos dejarnos intimidar por los números, más bien mirar a las personas, sus rostros, escuchar sus historias mientras luchamos por asegurarles nuestra mejor respuesta a su situación. Una respuesta que siempre será humana, justa y fraterna. Cuidémonos de una tentación contemporánea: descartar todo lo que moleste. Recordemos la regla de oro: “Hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes”.

“Queremos seguridad, demos seguridad; queremos vida, demos vida; queremos oportunidades, brindemos oportunidades”, añadió.

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Abolición de la pena de muerte y tráfico de armas

En un alegato más que valiente –dado el foro en el que lo dijo; 31 de los 50 estados todavía la conservan–, Francisco solicitó “la abolición mundial de la pena de muerte. Estoy convencido que este es el mejor camino, porque cada vida es sagrada, cada persona humana está dotada de una dignidad inalienable y la sociedad solo puede beneficiarse en la rehabilitación de aquellos que han cometido algún delito. (…) Animo y aliento a cuantos están convencidos de que una pena justa y necesaria nunca debe excluir la dimensión de la esperanza y el objetivo de la rehabilitación”.

Igualmente es muy destacable el clamor papal contra el tráfico de armas: “¿Por qué las armas letales son vendidas a aquellos que pretenden infligir un sufrimiento indecible sobre los individuos y la sociedad? Tristemente, la respuesta, que todos conocemos, es simplemente por dinero; un dinero impregnado de sangre, y muchas veces de sangre inocente. Frente al silencio vergonzoso y cómplice, es nuestro deber afrontar el problema y acabar con el tráfico de armas”.

Cuidado de la casa común

El Papa unió el llamamiento contra la pobreza con una actividad empresarial “solidaria y sostenible”, tal y como ya escribió en su encíclica Laudato si’

“En Laudato si’ –dijo–, aliento el esfuerzo valiente y responsable para “reorientar el rumbo” y para evitar las más grandes consecuencias que surgen del degrado ambiental provocado por la actividad humana. Estoy convencido de que podemos marcar la diferencia y no tengo alguna duda de que los Estados Unidos –y este Congreso– están llamados a tener un papel importante. Ahora es el tiempo de acciones valientes y de estrategias para implementar una ‘cultura del cuidado’ (…), de poner la técnica al ‘servicio de otro tipo de progreso más sano, más humano, más social, más integral’”.

Sobre Cuba

Sin citarlo, tuvo palabras para Cuba, cuando habló de Thomas Merton y sus esfuerzos por ser “hombre de diálogo, un promotor de la paz entre pueblos y religiones”.

“Deseo reconocer los esfuerzos que se han realizado en los últimos meses y que ayudan a superar las históricas diferencias ligadas a dolorosos episodios del pasado. Es mi deber construir puentes y ayudar lo más posible a que todos los hombres y mujeres puedan hacerlo. Cuando países que han estado en conflicto retoman el camino del diálogo, que podría haber estado interrumpido por motivos legítimos, se abren nuevos horizontes para todos”.

Defensa de la familia

La última etapa de este largo viaje de Francisco al continente americano será Filadelfia y el Encuentro Mundial de las Familias. “No puedo esconder mi preocupación por la familia –admitió–, que está amenazada, quizás como nunca, desde el interior y desde el exterior. Las relaciones fundamentales son puestas en duda, como el mismo fundamento del matrimonio y de la familia. No puedo más que confirmar no solo la importancia, sino por sobre todo, la riqueza y la belleza de vivir en familia”.

Y llamó la atención de manera particular sobre los jóvenes, que considera que son “los más vulnerables”. “Sus problemas son nuestros problemas. No nos es posible eludirlos. Hay que afrontarlos juntos, hablar y buscar soluciones más allá del simple tratamiento nominal de las cuestiones”, animó.

“Deséenme cosas buenas”

Con el “God bless America!” y el pleno del Congreso de pie, Francisco terminaba un discurso histórico desde varias perspectivas.

Al finalizar, salió al balcón del Capitolio frente al National Mall, donde se agolpaban miles de personas. Flanqueado por los presidentes del Senado y de la Cámara de Representantes (este último, John Boehner, no podía contener las lágrimas por la emoción), saludó brevemente a los asistentes y les impartió la bendición: “Quiero pedirle a Dios que los bendiga. Señor, bendice a este pueblo, dales lo que más necesitan…”

Terminó con una bella petición, que dice mucho de por qué el Papa sube enteros en las encuestas de popularidad: “Les pido por favor que recen por mí. Y si alguno de ustedes no es creyente o no puede rezar, les pido que me deseen cosas buenas”.

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