“¿Por qué nadie nos defiende?”

La persecución religiosa en Medio Oriente es cada vez es más cruenta. Ya lleva miles de inocentes muertos y un incontable número de familias que emigran “con lo puesto” hacia otros países en busca de paz. Los árabes cristianos que se quedan en sus tierras viven asediados por la espeluznante guerra que libró el ISIS impunemente, a la vista de todos.

 

gabriel romanelli, ve“En Medio Oriente las parroquias, católicas u ortodoxas, llevan una vida muy activa. No solo por las acciones de los sacerdotes y las religiosas, sino también por la actividad de los laicos durante toda la semana. Desde la mañana temprano hasta la tarde, con la oración y las celebraciones, pasan por la parroquia grupos de niños, adolescentes, jóvenes, adultos, universitarios, trabajadores, matrimonios. Lo he vivido en Egipto, en Jordania y lo vivo ahora en Palestina e Israel”, relata a Vida Nueva Gabriel Romanelli, sacerdote argentino del Instituto del Verbo Encarnado (IVE) que desde hace 20 años vive en Oriente Medio. “Conozco a otros sacerdotes que viven en Túnez y en Bagdad y que me cuentan lo mismo –agrega–. Esto ocurre porque la Iglesia no es solo un centro espiritual sino también un lugar de reunión; es una sociedad muy dividida por la religión y el cristianismo es minoritario; por lo tanto la parroquia se convierte en un centro social fundamental.”

Romanelli vive en Medio Oriente desde 1995. Primero estuvo en Egipto, donde aprendió los rudimentos básicos del idioma árabe. Luego llevó adelante su ministerio en la presencia que el IVE tiene en Jordania. Desde hace 13 años vive en Beit Jala, una ciudad palestina de Cisjordania perteneciente a la gobernación de Belén. Allí da clases bilingües en árabe y en francés de Filosofía y Ética en el seminario de la diócesis de Jerusalén y acompaña un hogar para niños discapacitados que atienden con las religiosas del IVE.

INMIGRANTES VIAJAN A SERBIA A TRAVÉS DE MACEDONIAConsidera que “la religión no es sólo un barniz” en la vida de los distintos barrios de Medio Oriente, sino que “entre los iguales se siente mejor”. Y sostiene: “Para mí, Jordania fue una buena experiencia en el ámbito del apostolado, por la diversidad de tradiciones y porque me estaba formando en el árabe dialectal. Hay 21 países árabes y el nexo de contacto entre ellos es el árabe clásico”.

 

Cristianos árabes

Entre varias de sus publicaciones, este sacerdote del IVE es autor de El rostro árabe de la Iglesia, un artículo de divulgación (http://ivemo.org/el-rostro-arabe-de-la-iglesia/) que escribió “como un acto de justicia para los cristianos de Tierra Santa”: “En Occidente, árabe es sinónimo de musulmán. Si bien es cierto que la mayoría de los árabes son musulmanes, no podemos olvidar que la Iglesia, desde sus inicios, tuvo árabes de fe cristiana. Está dicho en el capítulo 2 de los Hechos de los Apóstoles”.

INMIGRANTES EN MACEDONIA ESPERAN PARA PASAR LA FRONTERA GRIEGAPara Romanelli, siempre hubo árabes cristianos que no fueron musulmanes convertidos. Aunque asegura que los musulmanes que se convierten al cristianismo lo hacen en secreto porque “en Medio Oriente no existe la libertad de religión. No se trata solamente de manifestar la religión que uno tiene sino también de elegirla”.

Muy claramente grafica esta realidad: “Si un católico abandona la fe católica, comete apostasía. Para mí, católico, eso es un pecado gravísimo pero no un delito castigable y punible con la pena de muerte. Es decir, si un hermano niega la fe en Jesucristo, yo no tengo por qué promover algo en su contra”.

Sin embargo, en el Islam, muchas veces el que se convierte “merece la pena de muerte”. Si no se aplica “es porque hay gente buena que entiende que eso no viene de Dios”, comenta este sacerdote misionero en Medio Oriente.

“Los cristianos árabes son cristianos desde siempre –explica magistralmente–; históricamente eran de raza árabe, tenían lengua árabe pero su cultura era helénica. Esto último los ponía en contacto con todo el mundo civilizado. Cuando llegó la invasión musulmana, porque el Islam es una religión de conquista, los musulmanes llevaron su cultura y la lengua árabe por todo Medio Oriente. Algunos cristianos se hicieron musulmanes, pero un gran número permaneció cristiano”.

Desde el punto de vista cultural, Medio Oriente es un mundo árabe. Sin embargo, Romanelli aclara que “a principios del siglo XX solo el 20 por ciento de la población de todo Medio Oriente era árabe cristiana, pero con la caída del Imperio Turco y la Primera Guerra Mundial, empezaron a generar un montón de conflictos que siguen hasta hoy”.

En Tierra Santa, la convivencia interreligiosa “es más apacible porque allí a los cristianos nos quieren. Saben que nuestro aporte es de mucho valor para la sociedad, aunque entre Palestina e Israel no llegamos al dos por ciento de población cristiana”, aclara.

 

Persecución religiosa

Pero no toda la vida de los cristianos es como en Palestina e Israel. Romanelli cuenta que en Irak y en Siria “las cosas están muy mal a raíz de este grupo luciferino llamado Estado Islámico (EI) que está cometiendo crímenes contra la humanidad, un verdadero genocidio, una terrible persecución religiosa. No solo contra los cristianos, sino también contra los yazidíes, un grupo religioso preislámico minoritario, a los que consideran adoradores del diablo.”

Cuando a los pueblos de Medio Oriente llega la Yihad (Guerra Santa), “el EI da dos opciones a los cristianos: pagar un impuesto para que sean protegidos o hacerse musulmanes”, asevera el religioso. Y continúa: “Esto lo están viviendo muchos grupos de cristianos. Por ejemplo, en el norte de Siria los franciscanos no dejan de pagar el impuesto al EI, sino deberían abandonar los conventos, el único punto de referencia para los cristianos de la zona. Si los franciscanos se fueran, el cristiano se encontraría desamparado”.

Con lo que ha crecido el EI en los últimos tiempos, Romanelli considera que “una fuerza así no puede perseverar si no tienen ayuda financiera externa. Semejante armamento pesado no lo han conseguido únicamente por asaltar un arsenal del ejército sirio. Se dice que muchas armas para el EI entran por Turquía y por Irán”.

Ante la avanzada del EI, muchos cristianos han emigrado. El sacerdote misionero del IVE asegura: “En muchísimos lados no te permiten pagar el impuesto. O te hacés musulmán o morís. Entonces la gente se marcha de su pueblo. Hasta noviembre pasado unos 120 mil cristianos abandonaron sus tierras, porque ninguno se resignó a perder la fe, ninguno se hizo musulmán”.

Romanelli preside la misa de Navidad en el Hogar Niño Dios de Belén

“La mayor parte de los que perdieron todo eran jóvenes. El EI había impuesto controles muy rigurosos a cada uno de los cristianos que se iban: tenían que dejar sus casas, les sacaban los documentos, el oro, sus fotos; tenían que irse, literalmente, con la ropa puesta”, describe Romanelli. Y recuerda: “en Jordania he tenido contacto con familias de muchos jóvenes que han salido de Siria. Toda era gente común que estaba contenta de no traicionar a Cristo, pero se sentía traicionada por su pueblo. Ellos me decían: ‘¿por qué no le hacen guerra a este grupo terrorista?’, ‘¿cómo puede ser que nadie los detenga y sigan avanzando?’, ‘¿por qué nadie nos defiende?’.”

El EI –según Romanelli, presente en Siria, en Irak, en Libia, en Túnez, al costado de la Franja de Gaza y en el sur de Egipto– piensa que Occidente es sinónimo de cristianismo: “Su realidad se constituye con mucha ideología y con mucho simbolismo. Dicen que van a conquistar el Vaticano; sin embargo, la Santa Sede está lejana físicamente, espiritualmente y culturalmente. Ellos sueñan con ver una media luna en vez de la cruz de la punta del obelisco de la Plaza de San Pedro”, grafica el religioso.

 

La masacre de la guerra

Tristemente, puede verse en las redes sociales y en los medios de comunicación escalofriantes imágenes de cómo actúan estos terroristas islámicos con sus víctimas. No vale la pena detallar la forma en que ya asesinaron a miles de personas. “Es una guerra; no se puede frenar con palabras. Matar a inocentes es un pecado que clama al cielo, como la injusticia hacia el pobre”, sostiene Romanelli.

La hermana Guadalupe Rodrigo visita a un sirio herido en un ataque del EI.

A los testimonios de la guerra se suma la hermana Guadalupe Rodrigo, una religiosa también argentina del IVE, que desde hace 18 años es misionera en Medio Oriente y que desde 2011 vive en Siria, uno de los países en donde el EI ha desplegado su fuerza con gran crueldad. Ella recuerda: “Después de 13 años de misión en Egipto pensé que ya lo había visto todo. Pero no tenía idea lo que era la guerra. Ni mirando veinte películas de Hollywood uno puede hacerse la idea de lo que es vivir un enfrentamiento bélico desde adentro”. Por eso considera que, como misionera, “poder acompañar a esta gente que vive el azote más grande que puede sufrir un pueblo es una experiencia única”.

Esta consagrada resume la guerra como “vivir colgados de Dios”, porque “uno no sabe qué va a pasar, no al día siguiente, sino al minuto siguiente”.

“Es cierto que los barrios cristianos son los más atacados, pero toda la ciudad de Alepo está convulsionada”, asegura a Vida Nueva por Radio María Argentina. Y explica lo que siente: “Vivir esta guerra es convivir con el peligro y el riesgo en todas partes y en todo momento. Porque se vive sometido a ataques indiscriminados y al azar de los terroristas”.

“En Siria llevamos cuatro años de guerra, pero no podemos vivir encerrados”, sostiene. “Tenemos que seguir haciendo lo que hay que hacer; no podemos quedarnos con los brazos cruzados esperando que termine. Por eso, los chicos van a la escuela, los jóvenes a la universidad, la gente sigue participando de la misa diaria. Nos ponemos en las manos de Dios”.

“Es admirable –se conmueve la religiosa– ver el espíritu con el que estos cristianos viven semejante sufrimiento”.

Pero las religiosas del Verbo Encarnado no están solas en Siria: “Estamos junto con las hermanas de la Madre Teresa, las carmelitas, los salesianos, los franciscanos, para escuchar, consolar y acompañar a la gente. Para sostenerlos tenemos que estar sostenidos nosotros, y lo que nos mantiene fuertes es nuestra oración y la de todos los cristianos, porque humanamente hablando, es para desesperar”.

Rodrigo confiesa ser miedosa y muy débil de salud: “Como misioneros nos impulsa el Espíritu Santo. Estoy convencida de que no es una cuestión humana. Si este apostolado (viviendo en un sótano, escuchando explosiones y vidrios que se rompen, y sintiendo que las balas pasan por al lado) me lo hubieran propuesto hace unos años, probablemente hubiera dicho que no”.

“Día a día –confía– Dios nos confirma que nos quiere ahí; nos da la fuerza y la alegría para seguir. Uno espera las condiciones ideales para dar pasos importantes. Sin embargo, allí los chicos estudian bajo la luz de una linterna”. Hace memoria y concluye su relato: “Hace poco una pareja de jóvenes se casó en una iglesia sin techo y con las paredes en ruinas por los bombardeos”.

 

Toda ayuda, ayuda

“En lo que estamos fallando es en no dar a conocer lo que está haciendo el EI en Medio Oriente”, sentencia el padre Romanelli. Y agrega: “Estamos frente a una persecución y a una guerra despiadadas, donde ya han matado a cientos de miles de personas. ¿Cómo hacés para que cambie ese niño que degolló, que mató…? Es un muerto en vida”.

Refugiados esperando en territorio europeo

Para este misionero del IVE, hacer conocer esta realidad es una ayuda muy importante. “En Occidente, algunos piensan que es un problema muy lejano, pero en Europa los refugiados son ya una problemática real, muy seria y compleja. Hay que tener mucha inteligencia, mucha sabiduría y mucho discernimiento para no pecar contra el que verdaderamente necesita ayuda, y reaccionar contra aquel que se aprovecha de estas situaciones de vulnerabilidad”.

 

Desde la Iglesia católica, “la Santa Sede tiene distintas líneas de acción. La primera es la gente que está en el territorio de conflicto, como los obispos, los religiosos, las escuelas. Hay ayuda material que se organiza a través de distintas organizaciones eclesiales y laicales. Y la ayuda llega”.

Por otro lado, los contactos diplomáticos que el Vaticano va estableciendo con referentes de la cultura y de la política internacional son una gran ayuda. “Que el papa Francisco envíe a un obispo o a un cardenal, no solo para acercar ayuda económica sino para decirle a un jefe de Estado ‘frenen ahí’, tiene un valor impresionante”, cree el sacerdote.

Además, para Romanelli, “el diálogo interreligioso es esencial. Con algunos académicos podemos conversar con sinceridad sobre la libertad de elección religiosa y discutir políticas migratorias que puedan llegar a implementarse. Tenemos que hablar con los judíos, con los musulmanes, con los que no creen en nada, y el primer tema tiene que ser el valor de la vida”.

A los que no nos interesa lucrar con el dolor ajeno ni con la guerra, conocer estas realidades nos debe servir para darnos cuenta de que muchas veces nos enredamos en situaciones de poca importancia que no afectan en absoluto las decisiones de la vida de cada día.

 

 

POR LOS MÁS DESPROTEGIDOS

El Hogar Niño Dios es la obra que el IVE tiene en Belén para niños huérfanos o abandonados discapacitados, en peligro físico o moral. Con 10 años de historia, hoy alberga a veinticinco niños, de los cuales diecisiete son musulmanes, y ocho “ya están en el Cielo rezando por nosotros”, confía Romanelli. Allí, los niños comen, duermen, estudian en una escuelita interna y asisten al centro de fisioterapia o de hidroterapia según su discapacidad lo requiera.

“El apoyo moral lo tenemos. Pero, además de la cuestión económica, necesitamos médicos, psicólogos, psiquiatras, kinesiólogos, fisioterapeutas, traumatólogos, neurólogos, pediatras”, explica el sacerdote. Y concluye: “No tenemos ningún ingreso fijo. La financiación que nos sostiene viene de distintas asociaciones de la Iglesia y de los peregrinos que visitan Tierra Santa. Los Estados de Israel y de Palestina no nos ayudan, aunque lo deberían hacer. En estos momentos estamos tramitando una subvención para reducir costos de electricidad y de agua. La electricidad funciona bien, pero su valor es muy alto; el agua es un tema delicado porque estamos en medio del desierto y, según cada caso, necesitamos bañar a los niños una o dos veces al día”.

Sin embargo, el amor por estos niños es tan grande que el trabajo cotidiano de estos religiosos y religiosas se lleva adelante con mucha alegría.

 

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