Encuentro Europeo de Jóvenes en Ávila: a la conquista de la generación 2.0

La cita, celebrada del 5 al 9 de agosto, mostró un nuevo rostro de la pastoral juvenil

Encuentro Europeo de Jóvenes de Ávila

Encuentro Europeo de Jóvenes de Ávila: la parábola del ‘smartphone’

JOSÉ BELTRÁN (ÁVILA) | Uno peina ya alguna cana –pocas, pero alguna se deja ver, que me lo dicen en casa– en la pastoral juvenil. Y nunca me había pasado como en Ávila que en los tiempos libres de un encuentro de tal palo los jóvenes peregrinos se quedaran con tantas ganas de saber.

Unos, a golpe de cerveza sobre el porqué del ir y venir de Teresa de Jesús de la Encarnación a San José. Otros, preocupados por el purgatorio mientras interrumpían una siesta con helado en el Palacio de Congresos. Más de los esperados, volviendo al sacramento de la Reconciliación en unas jaimas chill out que invitaban al encuentro. Y alguna que otra, preguntando por el sentido de la Vida Religiosa hoy mientras atravesaba las murallas camino de una vigilia.

En algo ayudó, estoy convencido, que nuestro alojamiento estuviera algo alejado del centro y propiciara conversaciones a lo Emaús, de las que uno no es consciente de quién camina a tu lado hasta que no se ha ido, te recuestas en la esterilla del polideportivo y, entre algún ronquido y la pantalla iluminada por un retuiteo, te topas con el poso que te ha dejado el Resucitado en la cuesta abajo.

Solo escenas aisladas. Anécdotas para algunos. Síntomas de que algo distinto se movía. Porque, en otras ocasiones, el tiempo libre se sentía como desfogue y liberación ante el bombardeo de píldoras doctrinales. Ahora, como necesidad de compartir y ampliar. Sensaciones del Encuentro Europeo de Jóvenes en Ávila con motivo del V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús. Del 5 al 9 de agosto. Unos 6.000 jóvenes en la clausura. Unos 500 de fuera de España.

En la acogida ya se notó algo diferente. En el lenguaje. El obispo anfitrión, Jesús García Burillo, invitó a los jóvenes a pasar unos días de “buen rollito”. Y el obispo responsable del Departamento de Pastoral de Juventud de la Conferencia Episcopal, Xavier Novell, echó mano de la discografía de su quinta, para emular a Los Refrescos y recordarles que, aunque “aquí no hay playa”, la Santa les invitaba a sumergirse en una aventura donde “está prohibido dormir, tomar el sol y hacer surf. Aquí es obligatorio zambullirse, bucear y salir empapado de Dios”.

Sin alergia a lo mundano

El padre Damián, ante las murallas

El padre Damián, ante las murallas

Novedades también en la animación. Encargarle al salesiano Toño Casado que condujera las veladas echando mano de un DJ que sabe qué es lo que mueve literalmente a los jóvenes. Desaparecía la alergia a cualquier relación con lo “mundano”. Esa que llevó en la JMJ de Madrid a vetar a cualquier cantante o artista fuera de la esfera de la ortodoxia católica. En Ávila, Migueli, Nico Montero y el padre Damián convivieron en el escenario con Merche o Pablo López. El diálogo con el mundo de hoy traducido en una playlist, o lo que es lo mismo, mostrarle a los cristianos de nuevo cuño que no está reñido celebrar la Eucaristía a media tarde con acudir a un concierto dos horas después. Integrar la fe en la vida. O la vida en la fe.

Se percibía cambio de ciclo en la forma y en el fondo. Tanto es así que, durante las jornadas del encuentro, se establecieron dos itinerarios diferentes para adolescentes y jóvenes. Los mayores contaban con momentos de catequesis y de retiro. Pero, para los más pequeños, terapia de choque. Y es que, cuando a alguien que está en lo que en lenguaje de sacristía llamamos “primer anuncio”, no hay nada más efectivo como terapia de choque que plantarle en un castillo hinchable para adentrarle en el sentido de la lucha interior o lanzarle de una tirolina para comprender lo fundamental de dar un salto de fe.

Las preguntas a partir de la experiencia salen solas. Misma impresión en los talleres, como el que coordinó el provincial de los carmelitas, Miguel Márquez. Repartir un Kitkat entre el auditorio le sirvió para invitar al personal a saborear la vida a la manera de Teresa de Jesús, respetando los tiempos, disfrutando de ella, viviéndola con intensidad.

Esta nueva aventura del Departamento de Juventud de la Conferencia Episcopal, coordinado por Raúl Tinajero, no le restó ni un ápice de solemnidad los actos centrales. Véase la vigilia del sábado. Porque unos y otros sabían cuándo tocaban perdices, cuándo el silencio invitaba a Dios o la música era signo de esa alegría del Evangelio que Francisco detecta ausente en muchos “tristes santos”.

Novell mostraría en medio de la noche una vez más su conexión con la generación 2.0. Es consciente de que Jesús le hablaba a los suyos echando mano de aperos de labranza, vides, sarmientos… Del campo en el que se movían. Pues bien, el obispo más joven del patio de vecinos sabía que quienes tenía enfrente no ven más allá de su Whatsapp y de Spotify. Por eso, construyó la parábola del Smartphone y la puso en boca de Cristo.

Desde la platea, escuchaban atónitos a un obispo que no necesitaba traductor: “Mira, tú eres como el móvil, y yo, como tu fuente de energía y cobertura. Tú, sin mí, eres un trasto inteligente, pero inútil. Tú, sin mí, te apagas”. Y, a renglón seguido, les tradujo qué significa exponer al Santísimo: “En breve, me voy a hacer presente ante ti. Voy a irradiar mi amor ante ti, voy a cubrirte con millones de megas de amor. Enchúfate conmigo. Pilla mi cobertura y no irás tras otras nunca jamás. Mi amor no tiene competidores”. Y ellos respondieron con su adoración.

Capacidad de reacción

Así se forjó este Encuentro Europeo, que salió adelante con una rápida capacidad de reacción ante los imprevistos. Un fallo en el catering del primer día llevó a que algunos grupos tardaran hasta cuatro horas en recibir su comida. No se volvió a repetir. La espera a partir de esa noche se redujo a diez segundos. Ejemplar. También salió victorioso, a pesar de que varias diócesis y movimientos miraron para otro lado cuando la figura de Francisco se difuminó en el horizonte del “no hay viaje a España”.

Encuentro Europeo de Jóvenes de ÁvilaSin Papa, ¿no hay jóvenes? Tanto es así que hubo quien pensó en suspender la cita allá por el mes de junio. Pocos confiaban en el tirón de la Santa. A ella me la citó García Burillo cuando le pregunté por las gymkanas para acercar la figura de la doctora de la Iglesia y el esfuerzo por pulir las catequesis de los obispos, esas que, en las JMJ, a una gran mayoría –no revelo nada nuevo– les sirve para recuperar las horas de sueño perdidas la noche anterior. “Hemos seguido la máxima de Teresa, que buscaba dedicar entre sus hijas el mismo tiempo para la oración que para el recreo”, sentenció el obispo de Ávila.

Entre las murallas resultaba fácil toparse con el presidente de la Conferencia Episcopal. No solo porque se conozca las callejuelas como si hubiera nacido allí… Unos le vieron colaborar con el avituallamiento. Otros, compartieron con él desayuno en el bar de la esquina. Yo me lo tropecé en el convento de los dominicos. Lo primero, por su parte: un “gracias”. “A todos los monitores, religiosos y sacerdotes que durante todo el año acompañan a los chavales. Hacen un esfuerzo enorme y están trabajando a fondo por ellos”.

Yo, enfrascado en lo mío, le pregunto por ese punto de inflexión que percibía en el encuentro. “No somos peatones de nubes”, me comentó don Ricardo sobre la radiografía de quienes habían tomado la ciudad. El arzobispo de Valladolid toca tierra. Quizá por eso me mostraba su preocupación por el paro, por los jóvenes desempleados y el temor de que la falta de motivación les lleve “a quedarse en el desánimo o en la indignación”. Temor compartido.

Este análisis lo llevó a la homilía de clausura del encuentro. Pero no solo miró al problema acuciante de puertas para afuera. También al interior, a esos jóvenes que vacían las iglesias cada domingo y que otros no parecen echar de menos. Sus palabras para los peregrinos buscaban abrirles las puertas a la misa dominical, como momento de encuentro: “El pan prometido por Jesús tiene capacidad para sostener la vida del hombre para siempre. ¿Qué buscamos en la vida? ¿Anhelamos y pedimos a Dios, más allá y en medio de nuestras necesidades, el pan que sacia el corazón del hombre?”.

Fin del encuentro y comienzo del camino a la JMJ de Cracovia. Con la imagen peregrina de la Inmaculada pintada por Isabel Guerra que recorrerá las diócesis que se dejen. Con un nuevo rostro. El de una joven de hoy. El de un pastoral renovada.

En el nº 2.953 de Vida Nueva.

 

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