“La religión no es una prótesis para enmascarar nuestros miedos”

 Entrevista

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Fabián Salazar. Director de la Fundación para el diálogo y la cooperación interreligiosa INTERFE

Con una ceremonia en el Capitolio Nacional la Sociedad Colombiana de Prensa y Medios de Comunicación otorgó la orden “Ley y democracia Francisco de Paula Santander” en grado de Caballero a Fabián Salazar por su contribución al diálogo y a la cooperación interreligiosa como director de la fundación Interfe. En conversación con Vida Nueva, el teólogo comparte algunos de sus pensamientos.

¿Cómo define la experiencia religiosa?

Las religiones se aprenden por la mesa, descubriendo la gramática del otro: cómo cree, qué dice, qué habla, qué siente. Cada religión es como una mesa, una gramática de la espiritualidad. Las religiones huelen, son estéticas: las espiritualidades son como fragancias. ¿Qué sería el mundo sin el olor de las rosas, de las margaritas? Dios tiene un gran jardín, pero solo lo detecta el que tiene olfato espiritual.

¿A qué atribuye la vigencia de la religión?

Hay personas que pueden pertenecer a la religión únicamente porque culturalmente nacieron en ella. Pero cuando tú entiendes las preguntas límite: “quién soy”; “a dónde voy”; “por qué la muerte, la vejez, la enfermedad, el mal”… en ese momento empiezas a descubrir que hay una pregunta más allá. La religión como experiencia de vida siempre estará porque el hombre está. Hay otra pregunta: ¿qué va a pasar con las religiones en un mundo globalizado, en un mundo hipermoderno, como el de la web? ¿Habrá una verdadera espiritualidad cuando existan religiones a la carta? ¿Qué pasará con la experiencia religiosa? Las comunidades que más crecen son las que a veces se vuelven más radicales. Las personas están volviendo a las religiones tradicionales, que no son tan relativas en términos morales. Las religiones estarán siempre presentes cuando las grandes preguntas del hombre sigan estando presentes, pero, ¿qué pasa con esas otras manifestaciones?

¿Están preparadas las religiones para pedir perdón por su participación en los conflictos?

Reconocer nuestras faltas significa que estamos en proceso de conversión y de reparación. Un proceso de conversión es completo cuando las religiones no solo dicen “yo hice” sino también “yo estoy reparando, para que no vuelva a suceder”. He visto gestos concretos, donde la Iglesia Luterana y la Iglesia Menonita se han pedido perdón.

En nombre de Dios o de valores superiores como la libertad la justicia, el bien, la verdad, se han cometido los peores crímenes. Le escuché decir a un líder religioso en Brasil: “empecemos por reconocer cuándo nosotros violentamos los derechos humanos, por acción y por omisión”. La religión no es una prótesis para enmascarar nuestros miedos.

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“La cooperación interreligiosa tiene que tener una dimensión en lo social”

¿Qué lugar está ocupando la mujer en el diálogo interreligioso?

En Argentina, durante un encuentro latinoamericano de Iglesias me encuentro con pastoras, sacerdotisas, obispas, diciéndoles a los líderes masculinos de sus iglesias que tienen tres condiciones: que sea identificado el rostro femenino de Dios; que las mujeres participen en la toma de decisiones desde lo femenino, desde el sistema cooperativo y no el sistema competitivo; y que su voz tenga injerencia. El tema de lo femenino va mucho más allá de una visión ornamental. ¿Quién forma las religiones? Tradicionalmente, en las culturas la madre trasmite esa experiencia a sus hijos. La dificultad está cuando ese protagonismo ha sido roto cuando las madres ya no pueden ser madres, no tienen tiempo, cuando entran al mundo de la competitividad, donde por defenderse rompen la comunión con la vecina, la hermana, la madre. Entonces deja de estar el protagonismo de quien debería formar la próxima generación religiosa.

¿En qué consiste el trabajo de Interfe?

Interfe promueve el diálogo y el conocimiento entre las comunidades religiosas y espirituales  presentes en el contexto nacional e internacional, con el fin de desarrollar proyectos solidarios, educativos, sociales y ecológicos en beneficio de la construcción de la paz, la justicia, el cuidado de la dignidad humana y el medio ambiente.

La cooperación interreligiosa tiene que tener una dimensión en lo social. Una cosa son las religiones y otras las organizaciones basadas en la fe; con esas trabajamos, promoviendo una red, para no hablar únicamente el lenguaje del culto sino también el lenguaje de lo público. Somos buenos para quejarnos pero no para formular proyectos. ¿Por qué fracasan nuestras acciones sociales? Porque no tenemos proyectos ni hablamos el lenguaje de lo público. Somos sujetos de desarrollo y tenemos una responsabilidad social.

Texto: Miguel Estupiñán

Foto: Ayuntamiento de Arona/Daniel l. Cetrulo, VNC

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