Franghískos Papamanólis: “Esta no es una Unión Europea, sino una manada de lobos”

Franghískos Papamanólis, presidente de la Conferencia Episcopal Griega

Presidente de la Conferencia Episcopal Griega

Franghískos Papamanólis, presidente de la Conferencia Episcopal Griega

Entrevista con Franghískos Papamanólis [extracto]

RUBÉN CRUZ | “Alexis Tsipras no entiende nada de economía, y tampoco creo que entienda lo que significan realmente las propuestas que le hacen desde Bruselas”. Así de contundente se muestra el capuchino Franghískos Papamanólis (79 años), obispo emérito de Syros y Milos y de Santorini y presidente de la Conferencia Episcopal Griega, al ser preguntado sobre el líder de Syriza. Y añade: “Firma cuando sus consejeros le dicen que lo haga, o lo contrario. Si hubiera entendido desde el principio el varapalo que le daba al turismo y, con ello, a la economía del país, no habría convocado el referéndum del 26 de junio”. Del mismo modo, Papamanólis no duda en tachar al político de “incompetente” e “incapaz”.

El país heleno vive un tiempo de convulsión política, social y económica. El tira y afloja que ha mantenido a lo largo del último mes con la Unión Europea (UE) ha generado un clima de inestabilidad. “El Gobierno de Syriza es un caso sui géneris que ha terminado de rematar la economía del país. Sus diputados están divididos. Los más inteligentes, como Varoufakis, tomaron puestos claves, como el Ministerio de Hacienda. Además, ofreció sus servicios a Tsipras, su amigo íntimo, para salir del euro y romper con Europa”, señala a Vida Nueva el obispo. Asimismo, Papamanólis tiene claro que, en otoño, volverá a haber elecciones en el país, puesto que quienes llevaron a Tsipras al poder se sienten hoy desilusionados por haber cedido a las pretensiones de Bruselas.

Falta de solidaridad

En palabras del presidente del Episcopado griego, sus compatriotas han vivido con desesperación este largo período de negociaciones en el que Grecia parecía quedarse sola frente a toda la UE. “Los otros países actúan de una manera egoísta, cada uno piensa a la luz de sus propios intereses. Ninguno piensa como Unión Europea. De hecho, el Grexit [término con el que se acuñó la posible salida de Grecia del euro, ya que incluye el nombre del país y la palabra exit, salida en inglés] no lo quiere nadie, pero no porque no quieran perder a Grecia, sino porque no les conviene para sus propias economías que salgamos de la eurozona”, reflexiona el prelado.

El máximo representante de los católicos helenos también ha echado en falta el espíritu de solidaridad con el que se crearon las instituciones europeas. Es más, “este espíritu hace falta también dentro de la Iglesia –advierte–, porque lo estamos haciendo desaparecer. No hemos visto ni siquiera una muestra de solidaridad de otras conferencias episcopales”, se queja Papamanólis.

Sin embargo, Francisco sí se ha referido a la problemática griega. De hecho, en el avión que le llevaba de vuelta a Roma tras su tour por Latinoamérica, puso en valor las medidas de Tsipras, al que recibió hace casi un año, cuando aún no había sido elegido como primer ministro: “Los gobernantes griegos que llevaron al país a esa situación de deuda tienen una responsabilidad, y el nuevo Gobierno comenzó una revisión justa”. En el mismo sentido, el Papa se preguntó por qué una empresa puede declararse en bancarrota, pero no un país.

El Pontífice ha repetido hasta la saciedad que hay que huir de la idolatría del dinero en la que está sumida la sociedad occidental. En este sentido, Papamanólis afirma que, “en este momento, los países europeos están buscando sacar su propio beneficio de la crisis griega, desinteresándose por completo de la miseria en la que esta sumida el pueblo. Esta no es una Unión Europea, sino una manada de lobos en la que están sufriendo los más débiles”, denuncia el religioso.

Y a los más débiles son a los que los obispos católicos intentan ayudar. “Exhortad a todos a la confianza en el futuro; a pesar de que perdure la crisis económico-financiera, debéis también mantener relaciones constructivas con las autoridades del país y difundir una perspectiva de solidaridad en una actitud de colaboración con los demás países europeos”, les recordó Francisco en la audiencia ad limina Apostolorum que tuvo lugar hace dos meses.

En la reunión, el Papa apeló a la unidad como motor indispensable para el crecimiento de la Iglesia en Grecia y para el progreso de toda la sociedad. Y es que los católicos constituyen una minoría religiosa en el país, puesto que apenas 50.000 personas de los once millones de habitantes profesan la fe católica, es decir, un 0,5% de la población. De hecho, la religión católica es denominada como “extranjera”. Por su parte, el 97% de los griegos se declaran ortodoxos. Así, las estrechas relaciones entre esta Iglesia y el Estado griego contribuyen a una discriminación religiosa, puesto que para la mayoría de ortodoxos el que no profesa esta religión no está considerado verdaderamente como griego.

Franghískos Papamanólis, presidente de la Conferencia Episcopal Griega

El católico Papamanólis, con representantes de la Iglesia ortodoxa griega

Relaciones ecuménicas

Francisco también exhortó a los obispos griegos al diálogo con sus homólogos ortodoxos en virtud de las familias griegas. No obstante, Papamanólis considera complicadas estas relaciones: “No quieren saber de nosotros. Ellos tienen unas posibilidades mucho mayores que las nuestras. Nosotros tenemos una delegación de Cáritas bien organizada, pero en este período concreto no puedo ni siquiera enumerar las cosas que harían falta, porque las necesidades son inmensas”.

Y es que la Iglesia católica griega es una entidad pequeñísima dentro del contexto del país. “La Conferencia Episcopal Española, por ejemplo, tiene una voz lo suficientemente fuerte como para que sea escuchada, pero nosotros no podemos combatir las situaciones problemáticas a las que nos han llevado nuestros gobiernos ni los organismos europeos, que, centrándose únicamente en sus intereses económicos, se han desinteresado de la situación de miseria a la que han conducido al pueblo griego”, lamenta Papamanólis.

Evangelizar en una sociedad mayoritariamente ortodoxa es complicado. “Somos pobres en personal activo e interesado. También en información, ya que no hay libros ni revistas de contenido católico”, explica el presidente de los obispos griegos. Y añade: “Si no nace de cada uno el interés de informarse acerca de la vida de la Iglesia católica, no recibirá esta información por ningún medio. Cualquier persona interesada puede verse aislada, puesto que los medios de comunicación de Grecia trasmiten poco de la Iglesia católica y, cuando lo hacen, es porque se trata de algún escándalo”.

Pero la pobreza de la que habla Papamanólis no solo es en efectivos e instrumentos de evangelización, sino también económica: “Un joven que quiera estudiar en el seminario debe irse al extranjero, pero necesita de nuestro sustento para costear los viajes, la estancia, etc.”.
En la citada visita ad limina, Papamanólis le entregó a Francisco una invitación oficial para visitar la isla, que es la mayor comunidad católica de Grecia, con unos 8.000 católicos.

Al ser preguntado sobre el nombramiento de algún cardenal griego, puesto que no hay ninguno actualmente, el presidente del Episcopado heleno se muestra escéptico, pero sí cree que, “por razones ecuménicas, es necesario poner a los cardenales en su sitio”. Y es que, como recuerda el prelado, “los grados de la orden sacerdotal son tres: el diaconado, el presbiterado y el episcopado. El Papa, como obispo de Roma, es el primero de la orden episcopal, al cual todos debemos obediencia. Sin embargo, considerar a la orden cardenalicia como superior a la episcopal es un error teológico que se aprecia en la praxis. De la misma manera, es un error considerar dentro de la jerarquía de la Iglesia como superior a un sacerdote cardenal que a un obispo no cardenal”.

La Iglesia ortodoxa, nueva aliada de Syriza

La Iglesia ortodoxa griega tiene un vasto patrimonio. De hecho, es el segundo mayor terrateniente de Grecia por detrás del Estado.

El patriarca de Atenas, Jerónimo II, ha puesto a disposición del Gobierno sus propiedades para ayudar a aliviar la deuda. El primer ministro se ha visto obligado a dejar a un lado su anticlericalismo ante tal ofrecimiento.

“Agradezco de todo corazón su servicio al Estado”, respondió Tsipras en una carta al patriarca, que hizo pública su voluntad de trabajar codo a codo con el Estado y permitirles utilizar sus ingresos para pagar las deudas. Tsipras continuó su carta explicando que “la gran arma contra la crisis es la solidaridad, la preocupación y el cuidado por los demás.

La Iglesia escucha los dictados de los tiempos y atiende la gran demanda de la sociedad”. Así, la separación Iglesia-Estado que Syriza prometió a sus votantes quedará en agua de borrajas.

En el nº 2.952 de Vida Nueva

 

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