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‘La memoria de Jesús y los cristianismos de los orígenes’


Un libro de Rafael Aguirre (Verbo Divino). La recensión es de Fernando Rivas

La memoria de Jesús y los cristianismos de los orígenes, Rafael Aguirre, Verbo Divino

Título: La memoria de Jesús y los cristianismos de los orígenes

Autor: Rafael Aguirre

Editorial: Verbo Divino

Ciudad: Estella (Navarra), 2015

Páginas: 192

FERNANDO RIVAS | “Vivir en la frontera enriquece porque abre a formas distintas de vida y se perciben aires diversos, pero tiene también sus inconvenientes; quizás el mayor es la desconfianza con que te ven los de un lado y los del otro, que te pueden considerar un aliado del diferente y un adversario siempre dispuesto a infiltrarse. Al exegeta que no oculta su preocupación teológica y su identificación eclesial no es raro que se le vea con prevención, quizá porque resulta institucionalmente incómodo”, escribe el autor.

Y continúa: “No tengo inconveniente en admitir que es la situación en que me he encontrado en muchas ocasiones. En un lado y en otro pueden respetar aspectos de tu trabajo, pero no eres del todo de los suyos. Esto no tiene nada que ver con las relaciones personales, que pueden ser correctas y hasta agradables. Se trata del recelo ante el exegeta que acepta la crítica a fondo, pero recupera, tras la crítica, la lectura creyente de la realidad” (p. 24).

¿Autorretrato, declaración de principios, aviso para navegantes, invitación? Quizá todo eso y mucho más, pues la imagen de la “frontera” ayuda a comprender en gran medida la trayectoria personal y académica de Rafael Aguirre Monasterio, reconocido biblista español (www.origenesdelcristianismo.com: currículum y publicaciones, muchas de acceso libre).

En esta línea “de frontera” se inscribe el presente libro, que da a conocer al gran público tres de las cuestiones más debatidas en la exégesis actual: métodos críticos, investigación histórica sobre Jesús y orígenes del cristianismo; con un esquema común: desarrollo histórico, actualidad e importancia del tema y claves desde donde abordarlo.

En el capítulo 1, tras un sugerente recorrido por la historia de la exégesis, el autor defiende la necesidad de aplicar a la Biblia los métodos críticos, frente a la postura de la interpretación “canónica” y, en cierto sentido, del propio Joseph Ratzinger, de su no relevancia para la fe.

Pues “en este punto, como en otros, hemos asistido no a una crítica a las interpretaciones del Concilio, sino a la reaparición de una mentalidad que no aceptó de verdad el Concilio” (p. 18). Y es que el sentido literal de la Escritura, establecido por los métodos críticos, no es un “mero presupuesto del sentido teológico”, algo que sería “inaceptable y un grave retroceso”, sino una lectura con “verdadera relevancia teológica” (p. 41).

Deslindados estos presupuestos, el capítulo 2 presenta las relaciones entre el Jesús de la historia y el Cristo de la fe, que se inicia con una atrayente panorámica de la investigación histórica sobre Jesús, tarea tan necesaria como compleja, dada la inmensa producción (solo en el siglo XX se publicaron más de cien mil libros).

A partir de aquí, se aportan una serie de claves para abordar este reto desde una perspectiva creyente y la exigencia, tanto teológica como de credibilidad cultural, del estudio histórico de la persona de Jesús, diferenciando entre el Jesús “real” del pasado –al que no tenemos acceso en sí mismo–, el Jesús “narrado” de los evangelios, el Jesús de la “imaginación” que todo creyente se forma (concepto no del todo feliz, a mi juicio) y el Cristo del “dogma”.

El libro concluye con el capítulo 3: “La vuelta a los orígenes y los inicios del cristianismo”, o mejor, de “los cristianismos”, como el autor plantea para expresar la pluralidad interna existente en este período. El auge actual de estos estudios le da pie para analizar sus causas, consecuencias y ciertas resistencias.

Proceso formativo

Es entonces cuando el autor plantea el proceso formativo del cristianismo sobre la base de un esquema temporal (por generaciones) y geográfico (dentro y fuera de Palestina), que concluye con la aparición de la gran Iglesia (o proto-ortodoxia: hubiese sido interesante diferenciar entre tercera y cuarta generación), así como sus desarrollos posteriores, que el autor considera como mestizaje cultural. La relevancia de este proceso para nuestra realidad actual da término al libro.

Expongo a continuación cuatro razones fundamentales para leer estas páginas y dos consejos para hacer más provechosa esta lectura.

  • Primera razón: es muy difícil encontrar un libro donde te pongan al día de manera creíble sobre estos temas, tan debatidos y cruciales para nuestra experiencia creyente.
  • Segunda: es un libro honesto, valiente y comprometido, pero sin dejarse llevar por la descalificación o la crítica fácil. La libertad con que habla no suele ser tan habitual hoy en la teología. Con una peculiaridad: es el libro teológico más personal de Rafael Aguirre (la primera persona del singular está muy presente), pero es el más abierto y con mayores implicaciones eclesiales y sociales.
  • Tercera: es un libro “apto para todos los públicos”. A pesar de la complejidad de los temas, se entiende y no cansa –algo que no siempre se da en la exégesis–, y sin simplificar.
  • Cuarta: “Lo bueno, si breve…”. No se puede decir más en menos: 192 páginas. Salen ganando nuestro tiempo y nuestro bolsillo (para quien se queje de lo caros que están los libros).

Finalmente, dos consejos para ayudar a la lectura. Primero, las notas a pie de página son una excelente guía de futuros territorios por conocer, gracias a la excelente bibliografía y el diálogo con sus interlocutores (nn. 6; 34; 59…). Segundo: leer el libro en un orden diferente, empezando por el cap. 2, siguiendo por el 3 y concluyendo con el 1.

Solo desear que se cumplan en el autor las palabras que la Escritura dice del sabio escriba: “Muchos elogiarán su inteligencia, y nunca lo olvidarán. No se borrará su memoria, su nombre vivirá por generaciones” (Eclo 39, 9).

En el nº 2.951 de Vida Nueva.

Actualizado
24/07/2015 | 03:50
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