Evangelizar

Fernando Sebastián, cardenal arzobispo eméritoFERNANDO SEBASTIÁN | Cardenal arzobispo emérito

En muchas partes, los nuevos dirigentes han comenzado ya a mostrar su poca simpatía por la religión y por la Iglesia. Anuncian con solemnidad que no van a acudir a tal misa o tal procesión. Como si esto fuera una gran medida de buen gobierno. La cosa nos tiene que hacer pensar.

Primero. Mucha tranquilidad. La fe de los cristianos no depende de ellos. Aunque no sean creyentes, podrían acudir por respeto a los ciudadanos creyentes. Pero si piensan venir haciendo gala de incredulidad, mejor que no vengan.

Segundo. Aunque no vengan las autoridades, la fe y la vida cristiana de los ciudadanos no es un hecho privado. La Iglesia, la parroquia no son instituciones privadas. Somos una realidad pública, aunque no estatal ni política. La Iglesia está abierta a todos, influye en la vida de la comunidad, tiene derecho a existir y a actuar independientemente de los políticos.

Tercero. Nuestra fuerza no está en las concesiones ni en las atenciones de los políticos. Nuestra fuerza está, primero, en Dios, y, después, en la fe y en la fortaleza de los cristianos. Si somos diez millones de cristianos, convencidos y convertidos, en comunión con el Papa y con los obispos, dispuestos a dar testimonio del amor de Dios, a anunciar el evangelio de Jesucristo y a ejercitar la misericordia con los pobres, nadie podrá con nosotros.

Cuarto. En España es urgente clarificar los perfiles de la Iglesia verdadera. No basta con estar bautizado, ni ser miembro de una cofradía: hay que creer, hay que hacer sitio a Dios en la vida, rezando cada día, obedeciendo su santa ley, pidiendo perdón por los pecados y haciendo el bien a los hermanos.

Quinto. Dejemos a los políticos que hagan sus quehaceres. Cuidemos de avivar la fe y la coherencia moral de los cristianos, seamos de verdad testigos de Jesucristo y de su programa de salvación. La verdad del Evangelio libera los corazones, denuncia los errores, es capaz de sostener nuestras vidas y enderezar nuestra sociedad. La respuesta a lo que tenemos es evangelizar.

En el nº 2.950 de Vida Nueva

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