La memoria que camina

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XIV Peregrinación a la necrópolis viviente de Trujillo, Valle del Cauca

Dos árboles de guamo se abrazan con sus ramas en lo alto de la colina. Son un símbolo en la espera de la fraternidad a los ojos de los familiares de las víctimas de la masacre de Trujillo, Valle. Más de 350 crímenes de lesa humanidad se produjeron en el área rural y urbana de la población entre 1986 y 1994.

La masacre fue ejecutada en alianza entre narcotraficantes, paramilitares y agentes del Estado, que destruyeron el tejido social de la región, dejando en la ruina económica y moral a muchas personas y familias. Con la destrucción de la conciencia moral de la población también se destruyó un modelo de Iglesia que acogió legítimamente la promoción social, denunció las injusticias y apoyó a los movimientos y a las organizaciones de los pobres que buscaban superar formas de dominación y esclavitud.

Poner el hombro

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Anualmente, la asociación de familiares víctimas de los hechos de Trujillo (AFAVIT) convoca a una peregrinación hacia el Parque Monumento, situado en la parte alta del pueblo; el lugar es catalizador de un importante proceso de memoria a nivel nacional. Si bien no cuentan con un decidido apoyo de las autoridades a nivel local, las peregrinaciones han contribuido a fortalecer lazos de articulación entre AFAVIT y diversas organizaciones; a resistir ante un posible olvido o la imposición del silenciamiento a base de miedos y amenazas; a expresar la fe desde el compromiso religioso y celebrar la vida; a trascender el dolor, elaborar duelos y mantener la esperanza; a hacer presión en la exigencia de derechos como fuerza de lo público frente a estructuras de poder; a dar visibilidad a los hechos de violencia ocurridos y a los que siguen ocurriendo a manos de los herederos de la sevicia en la zona; y a expresar solidaridad, fraternidad y apoyo mutuo.

La decimocuarta peregrinación, llevada a cabo el 13 de junio, tuvo como primera estación la denominada Calle de los ebanistas, frente al parque central de Trujillo. Cerca de dicho lugar estaba ubicado el taller de donde fueron sacados ilegalmente el 1° de abril de 1990 cinco carpinteros, por parte de miembros de la policía. Los policías sometieron a los hombres a largos interrogatorios para luego entregarlos al mayor del Ejército Alirio Urueña, tercero al mando del Batallón Palacé, quien los asesinó en la finca de un narcotraficante de la zona.

Según recuerda el padre Javier Giraldo, quien ha acompañado desde siempre el caminar de AFAVIT, en 1989 había tenido lugar una marcha campesina que recogió el descontento y las solicitudes de comunidades enteras, para pedir satisfacción a necesidades básicas apremiantes: arreglos de vías, escuelas, servicios médicos, titulación de tierras y créditos. Quienes participaron de la marcha fueron estigmatizados con la tesis de pertenecer a la guerrilla y, progresivamente, durante ese año y el siguiente, fueron asesinados.

La segunda estación de la peregrinación fue en la Calle de los motoristas. La música en alto volumen de los comercios ambulantes pasada la media mañana no se detuvo ni mermó su potencia cuando Dayra Quiñónez inició su canto: “Corre, recorre, corriendo va (…) este es el canto a la dignidad”. Convocados por la voz de la líder afrocolombiana, algunos pocos curiosos se inclinaron para echar un vistazo a las pancartas y reconocer entre los retratos algunas de las personas asesinadas hace más de 20 años. La mayoría de los transeúntes continuaron apáticos, mientras otras personas apenas se asomaban desde dentro de los locales.

EN-VIVOEntre los peregrinos se encontraba Carlos Ulloa, artista y defensor de derechos humanos, quien viajó el día anterior desde Bogotá para participar de la jornada junto a su hijo, Jerónimo, y a su nieto de 9 años. Por invitación del padre Giraldo, en 1997, Carlos; su esposa, Stella Guerra (+); y Jerónimo (que entonces tenía la misma edad que ahora tiene su propio hijo), se instalaron en Trujillo para acompañar a los familiares de las víctimas de la masacre. Aunque no alcanzó a conocer a Tiberio Fernández, párroco mártir del municipio, Carlos siempre lo ha admirado, por haber gestado esa aventura que dio empleo a tantas personas a través de la creación de más de 20 empresas cooperativas. Además de ebanisterías, empresas de transporte y panaderías, el sacerdote ayudó a emprender abastos comunitarios, tiendas de confecciones, ventas de moras silvestres, fábricas de elementos para aseo, famas, puestos de comida… La economía solidaria promovida por el padre Tiberio puso en cuestión el negocio del narcotráfico y el sometimiento de los campesinos y de las autoridades del municipio. Su apoyo a la marcha campesina de 1989 y la participación en ella de los miembros de las empresas cooperativas fueron la ocasión para que los asesinos señalasen no solamente a estos últimos sino también al presbítero.

Años después, a través de vías artísticas como el teatro y la pintura, Carlos y Stella generaron ambientes de confianza para favorecer el duelo de viudas, huérfanos y hermanos; madres y padres desconsolados a quienes les arrebataron con crueldad a sus seres queridos. A partir de la amistad y de la organización espontánea se fueron dando los primeros pasos en la recuperación de la memoria. Si bien Carlos y su familia debieron escapar del municipio debido a amenazas de muerte, el proceso de memoria continuó. Gracias a dicho proceso ha habido una transición desde el duelo a una digna exigencia de justicia por parte de los familiares que conforman AFAVIT.

Perder el miedo

DSC02155Según Esaú Betancur, miembro de la organización, uno de los grandes aportes de AFAVIT ha sido ayudar a que sus asociados pierdan el miedo y se levanten contra las injusticias que se han cometido en Trujllo. Los niños y jóvenes de las familias heridas por la violencia tienen en el Parque Monumento un ambiente de confianza para educarse en conciencia de su historia y de su valor.

La situación de orden público en la región sigue siendo delicada. La reconfiguración paramilitar bajo el nombre de Los Rastrojos intimida, amenaza y pretende impedir que los proyectos se lleven a cabo. En 2013 fue asesinada Alba Mery Chilito, una de las matriarcas de la asociación. Los niños y jóvenes de la región crecen junto a la amenaza del reclutamiento, la drogadicción y nuevas formas de violencia. La corrupción política y la mala gestión impidió que un plan de desarrollo social que, se esperaba, iba a beneficiar, principalmente, a las familias más afectadas por la masacre, se ejecutara con honradez. La impunidad frente a los delitos, por acción u omisión, explica, para muchos, la continuidad de la barbarie hasta el día de hoy.

Cerca del mediodía, en la Calle de las víctimas, que da entrada al Parque Monumento, comenzó una eucaristía itinerante animada por el padre Javier Giraldo y la Hna. Maritze Trigos. Los peregrinos ascendieron hasta el sendero de la memoria en que se recoge el recuerdo de otras masacres llevadas a cabo en el país. El acto penitencial consistió en pedir perdón por las veces en que aceptamos una justicia manipulada, en que defendemos la falsa información que nos suministran algunos medios de comunicación, en que callamos y nos resignamos ante los crímenes porque denunciarlos nos traería problemas y en que queremos que las víctimas escondan su sufrimiento y la movilización en que se afirman como sujetos de transformación social.

Aún más arriba, a mitad de altura en la montaña, se leyeron las palabras con que Isaías anunció la posibilidad de la alegría en un desierto convertido en jardín. “No vuelvan a tener miedo”, dijo el profeta. La Hna. Maritze decía entre labios: “Ya estamos en la fiesta”. La peregrinación ascendió entre los osarios de la necrópolis viviente hasta lo alto del Parque Monumento, donde se encuentra el mausoleo en que reposan los restos del párroco mártir de Trujillo. Muchos cuerpos siguen sin ser hallados. “Querido hermano Tiberio”, dijo el padre Javier en la homilía, “sigue proclamando desde la vida nueva de tu resurrección que solo el amor comprometido da acceso en medio de las tragedias de nuestro vivir a la energía amorosa que conduce nuestro universo hacia su plenitud”. Al momento de la consagración, cuando el compromiso de los mártires se actualiza en el altar, dos árboles de guamo daban sombra en la espera de que lo que fue destruido en Trujillo encuentre alguna forma de reparación.

Miguel Estupiñán

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