“Enseñen al pueblo a no tener miedo”

En la fiesta de san Pedro y san Pablo, 46 arzobispos reciben el palio de manos del Papa

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Vivir en la basílica de San Pedro la festividad de los santos apóstoles Pedro y Pablo es una experiencia que recomiendo a todos los que quieran “sentir y gustar” lo que es y significa eso que llamamos Iglesia. No es solo la imponente majestad del primer templo de la cristiandad o la solemnidad de la ceremonia, ni siquiera la presencia de miles de fieles provenientes de todo el mundo. Es, sobre todo, cobrar conciencia de que se está junto a la tumba de Pedro el pescador, en un lugar donde desde hace por lo menos 1.900 años se venera su martirio, en presencia de quien es hoy su sucesor.

Francisco parecía dominado por estos sentimientos cuando hizo su entrada en la basílica precedido por los 46 arzobispos metropolitanos llegados a Roma desde los cinco continentes para recibir el “palio” (pequeña estola de lana blanca con cruces negras). En la concelebración participaron 39 cardenales, numerosos obispos y 500 sacerdotes. Durante la procesión, la Capilla Sixtina, completada por el magnífico y muy antiguo coro del New College de Oxford, interpretó el Tu es Petrus; al lado derecho del baldaquino de Gian Lorenzo Bernini, se encontraba la delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, presidida por Su Eminencia Ioannis Zizioulas, metropolita de Pérgamo, al que acompañaba el cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos.

En torno al altar de la Confesión se dispusieron los metropolitanos. Cuatro de ellos eran españoles: Antonio Cañizares, arzobispo de Valencia; Carlos Osoro, arzobispo de Madrid; el arzobispo de Zaragoza, Vicente Jiménez; y el de Mérida- Badajoz, Celso Morga. Más numerosos los americanos: los arzobispos de Rosario (Argentina), Cochabamba (Bolivia), Cuzco (Perú), Asunción (Paraguay), Cap Haitien (Haití), Curitiba (Brasil), Santiago de los Caballeros (República Dominicana) y los mexicanos arzobispos de Yucatán y Durango.

En su homilía, Bergoglio les dijo: “La Iglesia los quiere hombres de oración, maestros de oración. (…) La Iglesia los quiere hombres de fe, maestros de fe, que enseñen al pueblo a no tener miedo de los muchos Herodes que los afligen con persecuciones, con cruces de todo tipo. (…) La Iglesia los quiere hombres de testimonio. (…) No hay testimonio sin una vida coherente. Hoy no se necesitan tanto maestros sino testigos valientes, convencidos y convincentes, testigos que no se avergüencen del nombre de Cristo y de su cruz ni ante los leones rugientes ni ante las potencias de este mundo. (…) Enseñen a rezar rezando, anuncien la fe creyendo, den testimonio con la vida”.

Durante su intervención, el Pontífice había explicitado sus sentimientos en esta hora de la Iglesia y del mundo: “Han pasado reinos, pueblos, culturas, naciones, ideologías, potencias, pero la Iglesia, fundada sobre Cristo, a través de tantas tempestades y a pesar de nuestros muchos pecados, permanece fiel al depósito de la fe en el servicio, porque la Iglesia no es de los papas, de los obispos, de los sacerdotes, ni tampoco de los fieles; es única y exclusivamente de Cristo”. Luego, aludiendo a la persecución de Herodes, dijo no querer detenerse “en las atroces, inhumanas e inexplicables persecuciones que todavía perduran hoy en muchas partes del mundo, a menudo bajo la mirada y el silencio de todos”.

Los palios que fueron entregados a los nuevos arzobispos en San Pedro

Los palios que fueron entregados a los nuevos arzobispos en San Pedro

Secretaría para la Comunicación

Por otro lado, el sábado 27 de junio, se hacía público un motu proprio del Papa instituyendo la Secretaría para la Comunicación. Es un breve documento con cuatro artículos precedidos de un preámbulo. En este se afirma que “el actual contexto de la comunicación, caracterizado por la presencia y desarrollo de los medios digitales, de los factores de convergencia y de interactividad, requiere un replanteamiento del sistema informativo de la Santa Sede y obliga a una reorganización que, valorizando cuanto en la historia se ha desarrollado dentro del ordenamiento de la información de la Sede Apostólica, avance decididamente hacia una integración y una gestión unitaria”.

A partir de ahora, pues, “confluirán” en la Secretaría para la Comunicación los siguientes organismos: el Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, la Sala de Prensa de la Santa Sede, el Servicio Vaticano de Información (VIS), Radio Vaticano, el Centro Televisivo Vaticano (CTV), L’Osservatore Romano, la Tipografía Vaticana, el Servicio Fotográfico y la Librería Editora Vaticana. Según un cálculo aproximado, supone un colectivo de dirigentes y trabajadores que supera las 600 personas, de las que más de la mitad trabaja en la emisora de la Santa Sede.

Vaticano1_optEl motu proprio aclara que “dichos organismos deberán proseguir su propia actividad ateniéndose, sin embargo, a la indicaciones que dé la Secretaría para la Comunicación”. Ese mismo día, el diario vaticano informaba de que la Secretaría tendrá al frente como prefecto al sacerdote italiano Dario Viganò, actual director del CTV (cargo que, se supone, seguirá ejerciendo, al menos por ahora); su secretario será el sacerdote argentino Lucio Adrián Ruiz, responsable del VIS; como director general se nombra a Paolo Nusiner, director general del diario Avvenire, propiedad de la Conferencia Episcopal Italiana, y, como subdirector general, a Giacomo Ghisani, encargado de las relaciones internacionales de Radio Vaticano.

Para comprender mejor este asunto, conviene recordar el iter que se ha seguido hasta llegar a esta decisión; como recogía L’Osservatore Romano (en su edición del 28 de junio), ha sido precedida por “un recorrido realizado entre septiembre de 2014 y marzo de 2015 por el Comité de Reforma de los medios vaticanos, presidido por lord Patten, que había elaborado una serie de propuestas después de haber visitado y escuchado a todos los que trabajan en ellos”.

Como Patten (exgobernador británico de Hong Kong, exrector de la Universidad de Oxford e inspirador de la reforma de la BBC) contó en mayo en una conferencia en Londres, el cardenal George Pell, prefecto de la Secretaría para la Economía, a comienzos de julio de 2014, tomó contacto con él para pedirle que presidiera un comité que estudiara la reforma de los medios de comunicación vaticanos. Una vez aceptado el encargo, el organismo quedó compuesto por diez miembros, además del presidente; de ellos, cinco eran reconocidos expertos en la materia: Gregory Erlandson, editor de Our Sunday visitor (EE.UU.); la alemana Daniela Frank, directora del Catholic Media Council; el dominico francés Eric Salobir; la mexicana Leticia Soberón, iniciadora, con monseñor Planas, de la RIIAL, la Red de Internet Latinoamericana; y el exministro de Asuntos Exteriores de Singapur, George Yeo; a ellos se unieron el secretario del Pontificio Consejo de Comunicaciones Sociales, Paul Tighe; el director de L’Osservatore, Gian Maria Vian; monseñor Polvani, de la Secretaría de Estado; y los ya citados Ghisani y Lucio A. Ruiz.

Después de numerosos encuentros y reuniones de trabajo, concluyeron el 5 del pasado mes de marzo su informe, que, según lord Patten, proponía la creación de un organismo a la vez pastoral, administrativo, comercial, tecnológico y que asumiese la responsabilidad de relacionarse con los medios y asegurar la producción de contenidos informativos y su distribución a escala mundial. En su opinión, “la debilidad fundamental en el actual sistema es la falta de coordinación y de integración de los recursos mediáticos de la Santa Sede”.

El siguiente paso, después de la reunión del C-9 cardenalicio del 15 al 19 de abril, fue la creación de una comisión “para estudiar el informe final y plantear los oportunos caminos de factibilidad”… Admirable vaguedad de propósitos. La comisión fue instituida el 23 de abril y, presidida por Viganò, incluía a los anteriormente citados Nusiner y Lucio A. Ruiz, más Antonio Spadaro, director de La Civiltà Cattolica, y monseñor Tighe.

Nace así esta Secretaría para la Comunicación a la que deseamos, claro está, toda suerte de aciertos.

PERPLEJO por Antonio Pelayo

Ese es mi estado de ánimo ante la creación de la flamante Secretaría para la Comunicación, oficializada –casi clandestinamente– el 27 de junio. Desconcierta en primer lugar la total ausencia de comentario oficial u oficioso sobre una materia no subalterna. Parece normal que se eche en falta una presentación. ¿El nuevo prefecto no tiene nada que decir a los informadores? ¿Cuatro años de plazo para alcanzar sus objetivos no son demasiados? ¿El Pontificio Consejo no queda, de facto, despojado de sus funciones y atribuciones? Por fin, sin ánimo de ofender a nadie, cuatro italianos entre los cinco nuevos dirigentes son muchos; demasiados, si se pretende que la nueva Curia refleje la universalidad de la Iglesia. Los italianos, por añadidura, no es que hayan brillado excesivamente en una galaxia, la mediática, con grandes estrellas anglosajonas.

Antonio Pelayo. Roma

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