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‘Contemplar y orar desde la vida’


Una obra de José María Avendaño Perea (PPC). La recensión es de Nano Crespo, SM

Contemplar y orar desde la vida, José María Avendaño Perea (PPC)

Título: Contemplar y orar desde la vida

Autor: José María Avendaño Perea

Editorial: PPC

Ciudad: Madrid, 2015

Páginas: 200

NANO CRESPO, SM | Contemplar y orar desde la vida, sugerente título para este manual que podría ser también “corazonal”: se lleva en el corazón, anida en él. Desde su interior se convierte en oración, pues de lo que llena el corazón habla la boca, en diálogo permanente, en súplica confiada, en trato de amistad: un impulso del corazón, como un amigo habla con su amigo.

José María Avendaño Perea nos regala una piedra preciosa de su intimidad con Dios, el diamante en bruto de su séptima morada. Intimidad que se fragua por los caminos de la vida cotidiana, en La Mancha que le vio nacer, en la Diócesis de Getafe –de la que es vicario general–, en sus Galileas, donde se encuentra con Jesús, el Resucitado, donde establece relación cordial con Él.

Manual de oración, obra dispuesta de forma ternaria: noventa fragmentos bíblicos, que nos adentran en la riqueza de la Palabra de Dios, y nos la presentan para una rumiatio deleitosa. Noventa acuarelas correlativas a esos textos, obra original del propio Avendaño, que dan un contrapunto sencillo y auténtico a la voz de Dios, resaltando su armonía. Noventa oraciones que nos muestran la espiritualidad del autor, su modo de orar y contemplar. “Con palabras, color y formas he ido tejiendo la urdimbre del libro que pongo en tus manos”, nos dice el orante. Su finalidad, ayudar a entrar en el Amor de Dios.

El libro se divide en cuatro secciones que, como partes de un todo, dan unidad al conjunto y tienen la virtud de una obra bien terminada: mirar, contemplar, vivir, salir.

  • Mirar el mundo, que ha salido de las entrañas de Dios, con bondad, como lo miró Dios, para ver que todo lo creado es bueno. Mirar el mundo con la mirada de Dios y hacerlo ver a los demás, para su gloria. Oraciones al Dios creador, al Dios providente, al Dios admirable en toda la tierra, al Dios del amanecer, al Dios del atardecer, al Dios de la noche, al Dios que es luz de la luna. Pues, como señala Francisco en su encíclica Laudato si’, “podemos decir que, junto a la Revelación, propiamente dicha, contenida en la sagrada Escritura, se da una manifestación divina cuando brilla el sol y cuando cae la noche” (n. 85).
  • Contemplar los misterios de Cristo, desde la Natividad hasta Pentecostés. Treinta buenas noticias, treinta imágenes evangélicas, treinta oraciones que nos llevan a reconocer lo hermoso que es seguir al Maestro, el valor del abandono total. Treinta momentos para disfrutar recostando la cabeza en el pecho del Amado, pues la dolencia de amor ya no se cura sino con la presencia y la figura. Todo un camino para acabar teniendo los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús.
  • Vivir. La vida de la Iglesia como historia continua, sin interrupción, de santidad; de amigos fuertes de Dios que han vivido la fe en oración, vida escondida, renuncia, pobreza evangélica, caridad. Oraciones inspiradas en san Benito, santa Clara, santa Teresa, san Ignacio de Loyola, san Juan de la Cruz, san Vicente de Paúl, san Juan Bosco, santa Bonifacia Rodríguez, los beatos Carlos de Foucauld, Álvaro del Portillo o Lolo, entre otros santos de la devoción del autor, hombres y mujeres que muestran la riqueza insondable que es vivir en Cristo.
  • Salir. La resurrección de Cristo provoca por todas partes brotes de ese mundo nuevo. Aprendamos a descansar en la ternura de los brazos del Padre en medio de la entrega creativa y generosa. Démoslo todo, pero dejemos que sea Él quien haga fecundos nuestros esfuerzos.

Mención aparte merece la esmerada edición, llena de detalles que disfrutarán tanto los orantes como los que aman la belleza de un buen libro, sencillo y auténtico, lleno de Dios. Excelente también para que, en este tiempo de descanso veraniego, podamos dedicar más espacio a la oración, y vacar en Dios.

“Trinidad santa, quien reza vive aquí y ahora, y para la eternidad; cuando oramos llevamos la vida de nuestra gente, sus gozos y esperanzas, sus tristezas y angustias”.

En el nº 2.949 de Vida Nueva.

Actualizado
10/07/2015 | 03:40
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