Francisco reitera en Turín su rechazo a la economía sin alma

En su visita, de dos días, venera la Sábana Santa y pide “perdón” a la Iglesia valdense

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El Papa pasa por delante de la multitud y una imagen de Don Bosco

Francisco en Turín: todos los momentos de una visita muy intensa [extracto]

ANTONIO PELAYO (ROMA) | Trabajo, ecumenismo y Sábana Santa son los tres ejes sobre los que ha girado la visita de Francisco a Turín los días 21 y 22 de junio. No era un viaje fácil, porque la capital del Piamonte arrastra una enraizada tradición laica e incluso “demoníaca” (con Lyon y Praga), pero los resultados positivos están a la vista de todos y son indiscutibles, puesto que no se congrega a una multitud de cien mil personas como por encanto.

Bergoglio quiso iniciar muy de mañana su visita el domingo y decidió que su primer interlocutor fuese el mundo del trabajo en una ciudad que ha sido (con la FIAT y empresas sufragáneas) la capital industrial de Italia. A las ocho y media de la mañana, ya se encontraba en la Piazzetta Reale, donde le esperaban decenas de miles de trabajadores, entre ellos, representantes de algunos de los sindicatos más belicosos contra el Gobierno de Matteo Renzi.

En nombre de todos ellos, tres personas tomaron la palabra y, desde su perspectiva, expusieron la vasta panorámica de los problemas sociales y de la crisis ligada al paro. “El trabajo –les respondió en su discurso el Papa– no es necesario solo para la economía, sino para la persona humana, para su dignidad, para su ciudadanía y para la inserción social. (…) La emigración aumenta la competencia, pero los emigrantes no deben ser culpabilizados, porque ellos son víctimas de la desigualdad, de esta economía que descarta y de las guerras”.

Como suele, el Pontífice no se fue por los cerros de Úbeda (en este caso los muy cercanos Alpes) y proclamó:

  • “Estamos llamados a ratificar el no a la idolatría del dinero, que empuja a entrar cueste lo que cueste en el grupo de los pocos que, a pesar de la crisis, se enriquecen sin preocuparse de tantos otros que se empobrecen, a veces hasta pasar hambre”.
  • “Estamos llamados a decir no a la corrupción, tan difundida que parece una actitud, un comportamiento normal. Pero no con palabras, sino con los hechos. No a los acuerdos mafiosos, a las estafas, a las comisiones y cosas parecidas”.
  • “Y solo así, uniendo las fuerzas, podemos decir no a la desigualdad que genera violencia. Don Bosco nos enseña que el método mejor es el de la prevención: también los conflictos sociales hay que prevenirlos, y esto se hace con la justicia”.

Francisco volvió a recordar que es necesario “un modelo económico que no esté organizado en función del capital y de la producción, sino sobre todo del bien común. Y, a apropósito de las mujeres, hay que tutelar sus derechos, porque las mujeres, que cargan con el mayor peso en el cuidado de la casa, de los hijos y de los ancianos, son discriminadas también en el trabajo”.

Finalizado el encuentro, el Santo Padre se dirigió a la catedral para venerar la Sábana Santa, el lienzo que, según la tradición, envolvió el cuerpo muerto de Cristo. Acompañado por el arzobispo turinés, Cesare Nosiglia, permaneció algunos minutos en oración ante el “icono” (como lo definió Benedicto XVI) y, después, hizo lo mismo ante la tumba del beato Pier Giorgio Frassati. No ha dejado de llamar la atención que Bergoglio no haya añadido comentario alguno sobre la verosimilitud de la tradición que envuelve este objeto sobre el que han circulado, circulan y circularán las más dispares hipótesis.

A las once de la mañana, Piazza Vittorio, el más amplio espacio de Turín, estaba llena a rebosar por una multitud que fuentes oficiales han estimado en cien mil personas. En su homilía, Francisco citó los versos de un poeta piamontés, Nino Costa, que elogia las virtudes de un pueblo “que no se ahorra tiempo y sudor, nuestra raza libre y testaruda”. Después de almorzar con los obispos de la región, mantuvo por la tarde diversos encuentros con la familia salesiana y los jóvenes.

La jornada del lunes se centró en la visita a la Iglesia evangélica valdense, la más histórica de las Iglesias protestantes de Italia, cuyos orígenes se remontan a los primeros años de la reforma y a la figura de Calvino. “Entrando en este templo –le dijo el pastor Eugenio Bernardini–, usted ha atravesado un dintel histórico, el del muro levantado hace más de ocho siglos, cuando el movimiento valdense fue acusado de herejía y excomulgado por la Iglesia”.

Con su conocida sensibilidad ecuménica, Francisco respondió con un discurso en el que se incluían estas frases: “Por parte de la Iglesia católica, os pido perdón por las actitudes y comportamientos no cristianos, incluso inhumanos, que en nuestra historia hemos tenido contra vosotros. En nombre de Cristo Jesús, perdonadnos”.

Antes de volver a Roma, el Papa (cuyos abuelos eran piamonteses) compartió mesa y mantel con varias decenas de parientes suyos que, para esta ocasión, habían llegado con abundantes provisiones de grignolino, un excelente vino de la región.

En el nº 2.947 de Vida Nueva.

 

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