Además de rezar ante la Sábana Santa, el Papa se encontró con trabajadores, jóvenes o salesianos
M. GÓMEZ | El papa Francisco acaba de finalizar una intensa visita pastoral a Turín de dos días, con motivo de la ostensión extraordinaria de la Sábana Santa, que cada año atrae a millones de peregrinos a Turín, y del bicentenario del nacimiento de Don Bosco, natural del Piamonte; ha sido, además, una visita especial para Bergoglio en lo personal, pues su familia procede también de esta región. El Papa ha desarrollado una agenda repleta de encuentros y discursos.
Con el mundo del trabajo: “Necesitamos un modelo económico organizado por el bien común”
Francisco llegó a Turín el domingo 21 de junio a las 8:00 h. de la mañana, donde fue recibido por el arzobispo Cesare Nosiglia, y por las autoridades locales civiles y religiosas. El primer acto fue en la Plaza Real, un encuentro con el mundo del trabajo, ante decenas de miles de personas que le esperaban desde primera horas de la mañana. El Papa fue saludado por una obrera, un agricultor y un empresario, y después les dirigió unas palabras.
“El trabajo no es necesario solo para la economía, sino para la persona, para su dignidad, su ciudadanía e inclusión social. El trabajo falta, han aumentado las desigualdades económicas y sociales, muchas personas son pobres y tienen problemas con la vivienda, la salud, la educación y otros bienes básicos”, y rechazó que se culpe a los inmigrantes: “Dan ganas de llorar viendo lo que está sucediendo estos días, cuando tantos seres humanos son tratados como mercancías”.
Francisco conminó a los presentes a luchar contra la economía del descarte, contra la idolatría del dinero y contra la corrupción. Y animó a que toda la sociedad colabore “para que haya trabajo para todos, y que sea un trabajo digno del hombre y de la mujer”. Como solución, el Papa propone “un modelo económico que no esté organizado en función del capital y de la producción, sino del bien común”.
“Y hablando de las mujeres –añadió–, sus derechos deben ser protegidos con fuerza, porque las mujeres, que llevan el mayor peso en el cuidado de la casa, los niños y los ancianos, están todavía discriminadas, también en el trabajo”.
Francisco terminó pidiendo “coraje”: “No significa: paciencia, resignaos, sino todo lo contrario: ¡atreveos, sed audaces, sed creativos, sed artesanos del futuro! Por esto rezo y os acompaño con todo mi corazón”. [Ir al discurso íntegro]
Meditación ante la Sábana Santa y Misa en la Plaza Vittorio
A continuación, el Papa se dirigió a pie a la catedral de San Juan Bautista, donde se custodia la Sábana Santa, y rezó ante la Síndone, el sudario con el que, según la tradición cristiana, se envolvió el cuerpo de Cristo después de ser crucificado. Juan Pablo II también oró ante el sudario en 1998 y Benedicto XVI lo hizo en 2010.
Francisco meditó durante varios minutos arrodillado ante la Sábana Santa, expuesta en el altar mayor, en presencia de los sacerdotes ancianos de la catedral y las religiosas de clausura. A continuación, entró la capilla donde están los restos del beato torinés Pier Giorgio Frassati.
Desde ahí, se trasladó a la Plaza Vittorio, donde Francisco presidió la Misa y rezó el ángelus. “[El amor de Dios hacia nosotros] es un amor que no defrauda, que no cesa –explicó en la homilía–. Jesús encarna este amor, es su Testigo. No se cansa nunca de querernos, de soportarnos, de perdonarnos, y así nos lleva por el camino de la vida (…). Jesús permanece fiel, aun cuando nos equivocamos, y nos espera para perdonarnos: Él es el rostro del Padre misericordioso. Este es el amor fiel”. [Ir a la homilía íntegra]
Finalizada la eucaristía, antes de rezar el ángelus, el Papa aseguró que la Síndone es el icono del amor de Jesús: “Atrae hacia el rostro y el cuerpo roto de Jesús y, al mismo tiempo, empuja hacia el rostro de cada persona que sufre y es injustamente perseguida. Nos empuja en la misma dirección del don del amor de Jesús”. [Ir al ángelus íntegro]
El almuerzo tuvo lugar en la sede del Arzobispado; allí, el Papa comió con jóvenes detenidos de la cárcel para menores ‘Ferrante Aporti’, y con inmigrantes y personas sin techo.
Encuentro con los salesianos y con las Hijas de María Auxiliadora en el bicentenario de Don Bosco
La tarde para Francisco comenzó con una emotiva visita a la iglesia de Santa Teresa, donde en 1907 se casaron sus abuelos paternos, Giovanni Bergoglio y Rosa Vasallo, y donde fue bautizado su padre, Mario. Allí, el Papa rezó de manera especial por las familias y también por la buena marcha del Sínodo de la Familia, que se celebrará el próximo octubre. Después, de manera también privada, visitó la basílica más popular de Turín: el Santuario de la Consolata.
Desde allí se dirigió a la basílica de María Auxiliadora, para celebrar el bicentenario de san Juan Bosco con los salesianos y las Hijas de María Auxiliadora. En la explanada le esperaban miles de jóvenes procedentes de oratorios salesianos de todo el mundo.
Dentro, y después de saludar al rector mayor, Ángel Fernández Artime, y a la superiora general, Yvonne Reungoat, el Papa apartó el discurso que había preparado para improvisar, como hace a veces, sus palabras. Entre los párrafos que entregó al rector, se destacaba el agradecimiento por la figura y la obra de Don Bosco, principalmente tres de sus caracterísicas: “La confianza en la divina Providencia; la vocación de ser sacerdote de los jóvenes, especialmente de los más pobres; y el servicio leal y operoso a la Iglesia, en particular al Sucesor de Pedro”. [Ir al discurso íntegro]
Encuentro con enfermos y discapacitados: “Sois miembros preciosos de la Iglesia”
“No podía venir a Turín sin detenerme en esta casa: la Pequeña Casa de la Divina Providencia, fundada hace casi dos siglos por San José Benito Cottolengo”. Así comenzaba Francisco sus palabras a los enfermos y discapacitados en la Iglesia del Cottolengo.
Después de bendecir y saludar a cada uno de los presentes, el Papa pronunció un breve discurso, en el que volvió a criticar la “cultura del descarte” que “la exclusión de los pobres y la dificultad de los indigentes a la hora de recibir la atención y el tratamiento necesario es una situación que lamentablemente todavía existe. Ha habido grandes avances en la medicina y la asistencia social, pero se ha extendido una cultura del descarte, como resultado de una crisis antropológica que ya no pone a la persona en el centro, sino al consumo y a los intereses económicos”.
Francisco continuó: “Queridos hermanos y hermanas enfermos: sois miembros preciosos de la Iglesia, sois la carne de Cristo crucificado que tenemos el honor de tocar y servir con amor. Con la gracia de Jesús, podéis ser testigos y apóstoles de la misericordia divina que salva al mundo“. [Ir al discurso íntegro]
Encuentro con los jóvenes: “Vivid un amor casto”
En el último acto oficial del domingo, Francisco volvió a la Plaza Vittorio para encontrarse con los jóvenes, a los que respondió algunas preguntas sobre el significado del amor, la confianza en la vida o la importancia de compartir ideales.
“Amor, vida, amigos… estas tres palabras son importantes para la vida y las tres tienen una raíz común: las ganas de vivir –les dijo el Papa–. (…) El amor es muy respetuoso con las personas, no las usa; es decir, el amor es casto, considera sagrada la vida de la otra persona, no quiere usarla. Perdonadme si os digo algo que no esperábais, pero os lo pido: haced el esfuerzo de vivir un amor casto. Y de ello se deriva una consecuencia: el amor se sacrifica por los demás. El amor es el servicio. Cuando Jesús, después de lavarles los pies, explicó ese gesto a los Apóstoles, les enseñó que estamos hechos para servirnos unos a otros”.
Después, Francisco animó a “seguir adelante con nuestros proyectos de construcción” para evitar esa común sensación de desconfianza en la vida que acompaña a veces a la juventud. “Y os diré más: id a contracorriente. Para vosotros, jóvenes, que vivís esta situación económica, también cultural, hedonista, consumista con valores como ‘pompas de jabón’: con estos valores no se avanza. Haced cosas constructivas, aunque sean pequeñas, pero que nos unan con nuestros ideales: este es el mejor antídoto contra esta desconfianza de la vida, en contra de esta cultura que ofrece solo el placer”. [Ir al discurso íntegro]
Visita al Templo Valdense: “Salgamos juntos al encuentro de los hombres”
La visita se reanudaba hoy lunes. A las 9:00 h., Francisco visitaba el Templo Valdense, donde ha sido recibido por el pastor Eugenio Bernardini (moderador de la Mesa Valdense), el presidente del Consistorio de la Iglesia Evangélica Valdense de Turín, Sergio Velluto, y el pastor Paolo Ribet, titular de la Iglesia Evangélica Valdense de la ciudad, entre otros.
“Uno de los frutos principales que en estos últimos años el movimiento ecuménico ya ha permitido cosechar es el redescubrimiento de la fraternidad que une a todos los que creen en Jesucristo y han sido bautizados en su nombre –señaló Francisco–. (…) el encuentro con el amor de Dios que se nos revela en Jesucristo y la acción transformadora del Espíritu Santo que nos ayuda en el camino de la vida. El redescubrimiento de esta hermandad nos permite captar el profundo vínculo que ya nos une, a pesar de nuestras diferencias”.
Luego, en otro momento, el Obispo de Roma pidió perdón: “Reflexionando sobre la historia de nuestras relaciones, no podemos por menos que entristecernos frente a los conflictos y la violencia cometida en nombre de la propia fe, y pido al Señor que nos dé la gracia de reconocernos todos pecadores y saber perdonarnos unos a otros. (…) Os pido perdón en nombre de la Iglesia Católica por los gestos y los comportamientos no cristianos, incluso no humanos que hemos tenido contra vosotros. ¡En nombre del Señor Jesucristo, perdonadnos!”.
“Salgamos juntos al encuentro de los hombres y mujeres de hoy (…) Las diferencias sobre importantes cuestiones antropológicas y éticas, que siguen existiendo entre católicos y valdenses, no nos impiden encontrar formas de cooperación en estos y otros campos. Si caminamos juntos, el Señor nos ayuda a vivir esta comunión que precede a cualquier contraste”. [Ir al discurso íntegro]
El encuentro en el Templo Valdense finalizó con el rezo común del Padrenuestro. Después, Francisco volvió al Arzobispado, donde se ha reunido de forma estrictamente privada con algunos familiares suyos, para los que celebró la Misa y con los que almorzó después. Antes de irse, se reunía brevemente con los miembros del Comité de la Ostensión y los organizadores de esta visita. El Papa regresaba al Vaticano hacia las 17:00 h.