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‘Jesús, el hombre que ama como Dios’


Una obra de Teófilo Cabestrero (Desclée de Brouwer). La recensión es de Diego Tolsada

Jesús, el hombre que ama como Dios, Teófilo Cabestrero (Desclée de Brouwer)

Título: Jesús, el hombre que ama como Dios. Vivir hoy la condición humana al estilo de Jesús

Autor: Teófilo Cabestrero

Editorial: Desclée de Brouwer

Ciudad: Bilbao, 2015

Páginas: 184

DIEGO TOLSADA | Una nueva obra de Teófilo Cabestrero, que cierra una serie de ensayos sobre la condición humana a la luz de cómo la vivió Jesús. Obra, pues, eminentemente práctica, ya que se ofrece para que también nosotros la vivamos así. Y encarnada, pues mantiene el método de las obras anteriores: un análisis antropológico del tema, buscando los rasgos esenciales del mismo, y luego una aproximación a cómo vivió Jesús esa realidad en su tiempo y en su tierra, para detectar ahí lo que sigue siendo válido. Esta estructura tan sencilla es la que articula los siete capítulos que componen este sugerente libro sobre nosotros y Jesús, y sobre Jesús y nosotros.

Una primera parte agrupa los tres primeros capítulos sobre la condición humana, dibujada en sus luces y sus sombras. El ser humano aparece como un misterio, capaz de lo mejor y de lo peor, pero, a pesar de todo, misterio de vida más que de muerte. En ese claroscuro vital ocupan un lugar privilegiado las relaciones con los demás.

Convivir es la estructura esencial del ser humano. La alteridad le hace ser lo que es, y también aquí encontramos la ambigüedad en que la vivimos, tanto por las limitaciones internas que padecemos como por los obstáculos externos que encontramos. En este necesario vivir con los demás, el amor es fuerza positiva de humanización y el desamor nos destruye.

Dimensión relacional

Tras esta exposición, se nos ofrece cómo Jesús ha vivido esta dimensión relacional de nuestra existencia. Como un ejemplo vale más que mil palabras, se trata de “narrar” cómo vivió Jesús de Nazaret esta dimensión. Es importante, porque, siempre que nos acercamos a la humanidad de Jesús, nos conviene volver a preguntarnos si vivió o no vivió realmente nuestra condición humana, para evitar tantos falsos espiritualismos que tanto daño han hecho.

Toda la tradición afirma la humanidad auténtica de Jesús. Pero, siguiendo a Torres Queiruga, no se trata a estas alturas de saber si Jesús fue hombre o no, sino qué tipo de hombre fue. Y Jesús ha vivido nuestra condición humana hasta el fondo y, por tanto, también su dimensión relacional; y la ha vivido de una determinada manera. Jesús nació, creció, vivió y murió como un ser humano más, sometido al conflicto y a la tensión, con sentimientos y emociones intensos como la compasión, la empatía y la ternura, que supo manejar admirablemente, lo que no resultó nada fácil en el mundo concreto que le tocó vivir en su Palestina: el antiguo código de la Alianza había sido sustituido por la clase dirigente por el código del mérito y de la pureza legal, lo que había sumido a la sociedad en una crisis religiosa, política y económica feroz, con unas relaciones sociales deshumanizadas y solo vivibles por las clases dirigentes, mientras crecía el número de marginados o excluidos de todo tipo y por todos los motivos.

Pues bien, Jesús vivió a contramano de esos códigos excluyentes y creadores de marginación masiva. En un marco histórico de desamor institucionalizado, su vida fue una apuesta por unas relaciones basadas en el amor humanizador, especialmente a los más sufrientes, y por su manera de entender a Dios como Padre de todos.

Desear y conocer

Y hoy seguir a Jesús es vivir la condición humana al estilo de Jesús, es “volver a Jesús” (Pagola), lo que implica desearlo vivamente y conocer de verdad al Jesús de los evangelios.

Si hablábamos al principio de una obra eminentemente práctica y encarnada, hay que decir, además, que es una obra sencilla y sabia, lo que no es frecuente. Sencilla, porque no hay alardes de erudición ni lenguajes rebuscados; sabia, porque todo lo anterior no excluye “oler” detrás de cada página una sólida fundamentación teológica y, lo más importante, una rica, decantada y profunda experiencia de vida cristiana.

En el nº 2.946 de Vida Nueva.

Actualizado
19/06/2015 | 04:18
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