Cuando Dios llora en los hospitales

La Fundación Aladina acompaña a los niños con cáncer

Paco Arango, presidente de la Fundación Aladina

Paco Arango, presidente de la Fundación Aladina

Cuando Dios llora en los hospitales [extracto]

MARÍA PÉREZ | No es fácil hablar del cáncer infantil. Mucho menos dedicarse a ello. Solo una luz venida directamente desde arriba podría hacer que un empresario como Paco Arango (México, 1966) dejara todo por esta causa. “Mi fe es inusual, a mí me dieron el don de la fe, fue como un regalo, y esto me ha permitido ver, en cada momento de sufrimiento, a Dios llorar en los hospitales”.

Mientras producía la exitosa serie de televisión ¡Ala… Dina!, protagonizada por Paz Padilla, el cáncer infantil se cruzó en su camino: “En 2001 le pedí a un sacerdote amigo mío que me ayudara a encontrar algo para donar mi tiempo, pero que fuera algo difícil, que me costara. Fue él quien dijo: niños con cáncer. A los cuatro años de ir casi todos los días a un hospital, decidí que lo que yo hacía funcionaba, y en 2005 puse en marcha la Fundación Aladina”, relata a Vida Nueva.

Y es que en esta historia ni si quiera el nombre es casualidad: “¡Ala… Dina!, el proyecto en el que estaba inmerso, era una serie mágica para toda la familia, y yo quería llevar la magia al hospital: por eso elegí ese nombre”. Desde entonces y durante diez años, esta ONG ayuda tanto a niños y adolescentes con cáncer a que tengan una infancia de juego, como a sus familiares a que aprendan a convivir con la enfermedad.

“Al principio éramos unos paletos, pero ahora el cáncer infantil nos tiene mucho miedo porque mordemos”, ríe Paco. Actualmente, la Fundación Aladina ayuda a más de 2.000 niños a pie de cama todos los años; ha llevado a cabo mejoras hospitalarias muy significativas, como el Centro de Transplantes Maktub en el Hospital Niño Jesús de Madrid (pionero en Europa, donde ya han realizado más de 130 trasplantes de médula ósea); pero también en el Hospital Gregorio Marañón, el Doce de Octubre, el Hospital de Getafe… “Donde no podemos entrar con voluntariado porque no hay cupo, entramos con mejoras”, explica. Además, este año se extenderán a Alicante, Asturias, Barcelona, Bilbao y Sevilla.

Pero además de las aportaciones económicas que Aladina realiza en los hospitales españoles, hay otro trabajo mucho más importante y silencioso: el apoyo a los niños enfermos, que llevan a cabo sus 55 voluntarios fijos. “Nosotros nos convertimos en un miembro más de la familia, somos un apoyo psicológico todos los días. Esto es muy importante, porque para que un niño te acepte en los malos momentos, te tiene que ver en los buenos”. A pesar de llevar una década en las plantas de oncología de los hospitales, a Paco todavía se le quiebra la voz al hablar de ello. “Si ya es muy difícil hablar del cáncer en general, del infantil ni te cuento. Pues imagínate hablar del cáncer infantil cuando fracasa, cuando se pierde la vida de un ser tan pequeño… Yo creo que ese apoyo a las familias es el trabajo del que Dios está más orgulloso de nosotros, cuando ocurre algo tan inexplicable como que llame a alguien tan joven”.

Lo que está escrito

“Veo presente el amor de Dios y de Jesús en cada acción que hacemos en el hospital”, relata Paco, recordando el pasaje del Evangelio de Mateo “Estuve enfermo y fueron a visitarme”. Acciones, no exentas de momentos duros: “Muchas veces, pongo la mandíbula dura en los tanatorios porque un día me van a pegar un puñetazo cuando digo que Dios no quiere estas muertes. Nuestra labor es muy importante para Dios, porque vertimos mucha luz en momentos muy oscuros”.

Tratando diariamente con el cáncer infantil, es imposible no cuestionarse dónde está Dios en el sufrimiento. “Es un misterio –el tono de voz de Paco acompaña el dolor que produce hablar de esto– pero si le das la vuelta a la tortilla y piensas que lo que sigue después es eterno, entonces ya lo ves de otra forma. El sufrimiento, el dolor y la herida son los mismos, pero yo creo que lo que está en juego es algo mucho más grande que ese dolor y ese sufrimiento; y podemos aprender a verlo así”.

El periodista Matías Prats (embajador Aladina) en la carrera solidaria

El periodista Matías Prats (embajador Aladina) en la carrera solidaria

Sin embargo, y aunque la fe está en la base de la Fundación Aladina, el respeto es siempre lo que prima a la hora de acercarse a los niños enfermos y sus familias: “Nosotros nunca entramos con el ángulo de fe, porque somos muy respetuosos; pero yo he visto milagritos en los hospitales. Imagínate cuando de repente un padre recibe el testimonio inequívoco de que su hijo está bien. Eso transforma, te atraviesa. Ha habido y hay milagritos, y han sido increíbles”.

Pero su labor no se queda ahí. La palabra maktub procede del árabe y significa “lo que está escrito”. No es casualidad que la primera película que Paco Arango escribiera, dirigiera y produjera lleve por título Maktub. Estrenada en 2012 y con tres nominaciones a los Premios Goya (mejor actriz secundaria, mejor director novel y mejor canción original), Maktub cuenta la historia de Antonio, un chico al que Paco conoció en el Hospital Niño Jesús mientras se recuperaba de un trasplante de médula ósea. “Yo siempre pienso que el cine es una sesión de hipnosis alucinante, un lugar desde el que se pueden transmitir grandes mensajes. Y hay muy pocas películas donde puedas entretenerte de verdad, pero al mismo tiempo recibir una dosis de vida”, explica.

“Antonio –cuenta–, era un adolescente canario de 15 años rapero con mucho carácter. Cuando le conocí, nos hicimos muy amigos, y le dije que iba a hacer una película para contar que donde más había visto la alegría y las ganas de vivir, había sido en gente como él. Él me puso varias condiciones: debía tener novia, debía salir su compañero de cuarto… En el guión yo tenía que escribir que Antonio fallecía, para contar cómo la esperanza puede existir incluso ante esa tragedia. En la vida real, Antonio se curó de cáncer y se volvió a Canarias. Pero repentinamente, dos meses después de terminar el guión, un virus pulmonar le dejó en coma y falleció. Apenas me dio tiempo a coger un avión a Canarias y darle un beso en la frente antes de que falleciera. En aquel momento, le hice la promesa de que con su película construiríamos el mejor centro de transplantes. Así es como nace el Centro Maktub”.

Cine con tintes de fe

Y la promesa se cumplió. Con los beneficios de la película, en 2013 la Fundación Aladina invirtió más de 500.000 euros procedentes de los ingresos del filme a la renovación de la unidad de trasplantes del Hospital Niño Jesús, que pasó a denominarse Centro Maktub. Con una treintena de camas de hospitalización y alrededor de 100 nuevos casos al año, actualmente, esta unidad es una de las que más trasplantes de progenitores hematopoyéticos realiza en Europa, incorporando las últimas tecnologías. Un centro de vida para muchos niños y adolescentes enfermos de cáncer.

“Yo en esta película hice un buen papel porque la escribí y la produje, pero en realidad venía claramente encargada de arriba”, afirma Paco al hablar de las repercusiones que tuvo Maktub. “Einstein decía que Dios se esconde a través de las coincidencias, y cuando trabajas con niños con cáncer las coincidencias son inverosímiles: esa es la mano de Dios”.

Maktub me hizo ver que mi papel como director era hacer cine entretenido, pero además verter luz”. Actualmente, Paco está trabajando en el guión de dos películas que, por el momento, se estrenarán en Canadá y Estados Unidos: El curandero y 11%.“Así es el cine que hago ahora: divertido, y con tintes muy importantes de fe”.

Voluntarios con corazón

Mercadillo solidario Aladina en el COAM

Mercadillo solidario Aladina en el COAM

En la actualidad, la Fundación Aladina cuenta con 55 voluntarios fijos, más 11 personas en plantilla. “Lamentablemente, en los hospitales nos restringen el numero de voluntarios, por lo que tenemos una larga lista de espera, –explica Paco Arango, su presidente–. Pero eso no quita que estemos abiertos, hay mil formas de ayudar”. El mercadillo benéfico que desde hace años celebran en Navidad en la Sede del Colegio de Arquitectos de Madrid, o la carrera solidaria en el Club de Campo de Madrid, son dos de las iniciativas que desde Aladina organizan para recaudar fondos.

Su última lucha ha sido reclamar que cada 13 de mayo se celebre el Día Nacional del Niño Hospitalizado (fue el 13 de mayo de 1986 cuando el Parlamento Europeo publicó la Carta de los Derechos del Niño Hospitalizado, para asentar y reforzar la idea de que el derecho a una mejor asistencia médica posible es un derecho fundamental, especialmente en los primeros años de su desarrollo). Su web, www.aladina.org, ofrece información sobre todas las iniciativas y actividades que la Fundación lleva a cabo.

En el nº 2.946 de Vida Nueva.

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