A vueltas con el celibato

El celibato, libro de Juan María Uriarte, Sal Terrae

A propósito del nuevo libro de Juan María Uriarte

El celibato, libro de Juan María Uriarte, Sal Terrae

LUIS GONZÁLEZ-CARVAJAL, ALFONSO CRESPO y JOSÉ Mª FERNÁNDEZ-MARTOS, SJ | “El celibato aparece en nuestros días como una de las realidades más originales y más contestadas del cristianismo. El historiador sabe que ha sido así desde el principio”. Esta cita le sirve a Juan María Uriarte, obispo emérito de San Sebastián, como punto de partida de su último libro: El celibato. Apuntes antropológicos, espirituales y pedagógicos (Sal Terrae, 2015). Se trata de una aproximación interdisciplinar al tema desde aquellos saberes con los que está familiarizado el autor (antropología, teología, espiritualidad…) y desde su experiencia en el trato pastoral con muchos célibes. Aprovechando la reciente publicación de su obra, tres de ellos nos ofrecen algunas claves de lectura de la misma, al tiempo que profundizan desde diversas perspectivas en la siempre compleja y debatida cuestión del celibato.

La agonía del celibato apostólico en una cultura erotizada

portada Pliego Vida Nueva Celibato 2945 junio 2015

LUIS GONZÁLEZ-CARVAJAL SANTABÁRBARA, sacerdote y teólogo | Nadie piense que con este título quiero dar a entender que el celibato apostólico está dando las últimas boqueadas y tiene los días contados. Empleo la palabra agonía con el significado que tiene en griego y admite también el Diccionario de la Real Academia, aunque en penúltimo lugar: “lucha”, “contienda”; porque el celibato ya no es un estado de pacífica posesión –suponiendo que lo haya sido alguna vez–, sino un estado de combate permanente con la cultura dominante. Estas páginas me las ha sugerido la lectura del magnífico libro del obispo emérito de San Sebastián que acaba de ver la luz1 y, más concretamente, su primer capítulo.

Como explica D. Juan María Uriarte, en una acepción amplia es sexual todo lo que se deriva de la condición masculina o femenina de una persona y condiciona su modo de trabajar, de emplear el ocio, de pensar, de vivir la amistad, etc. En una segunda acepción, más restringida, es sexual el conjunto de reacciones, actitudes y comportamientos que se producen en una persona al relacionarse con alguien del otro sexo sin que esa relación esté orientada a lo genital ni por su propia dinámica ni por su intención.

Por último –en una acepción todavía más restringida que, sin embargo, tiende a monopolizar el significado de la palabra–, “sexual” se identifica con “genital”, designando no solo la práctica del coito, sino también los actos previos, incluso cuando existe un propósito deliberado de “no llegar hasta el final”.

Pues bien, “el célibe se define a sí mismo como alguien que asume y vive positivamente la relación sexual en las dos primeras acepciones y renuncia, en aras de una opción religiosa o de un determinado y noble proyecto de vida, a vivirla en la acepción genital”. Por lo tanto, la plausibilidad social del celibato dependerá en gran parte de la importancia que una cultura determinada otorgue al coito, las caricias eróticas, los besos que duran dos o tres estaciones de metro, etc.

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En la escuela del amigo. Celibato y espiritualidad sacerdotal

ALFONSO CRESPO HIDALGO, sacerdote y teólogo | “La vocación concreta de los pastores consiste en reproducir a escala modesta e imperfecta los rasgos de Jesucristo PastorUno de los rasgos de Jesucristo Pastor es su celibato… El alma pastoral de Jesús asume el celibato por amor a Dios, su Padre. Este amor único se expresa en una aceptación generosa e incondicional de su voluntad, es decir, de su proyecto pastoral”. Estas palabras de un hermoso y pedagógico libro de Juan María Uriarte ponen pórtico a esta reflexión sobre celibato y espiritualidad sacerdotal.

El sacerdote está llamado a identificarse con Jesucristo Pastor. La psicología distingue entre el amor de identificación y el amor de comunión. Por el amor de comunión tendemos a comunicarnos con la persona querida, a entregarnos a ella y a desear que ella se nos entregue. Así es, por ejemplo, el amor conyugal. Por el amor de identificación tendemos a asimilar las actitudes y los comportamientos de la persona a la que amamos y admiramos.

Señala monseñor Uriarte: “Naturalmente, nuestro amor al Señor es también amor de comunión. Pero el amor específico que le profesamos como pastores es amor de identificación. Por el amor de identificación tendemos a asimilar las actitudes y los comportamientos de la persona que amamos y admiramos”.

Es fácil concluir: si para Cristo el celibato es una de las dimensiones de su amor al Padre que le mueve a entregar todas sus energías en cumplir su plan de salvación, nuestra existencia sacerdotal se identifica con la de Jesús, cuando, como él y por él, condensamos todas nuestras energías en este cumplimiento y renunciamos para ello, como Jesús, a formar nuestra propia familia. El celibato se genera, se sostiene y se alimenta en dos pasiones: parecernos al Amigo y arriesgar toda la vida por su causa, la implantación del Reino de Dios.

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Esculpirse célibe

JOSÉ MARÍA FERNÁNDEZ-MARTOS, SJ, psicólogo clínico | Me alegra comentar el libro de monseñor Uriarte. Al escribirlo, devuelve a la Iglesia y a sus hermanos sacerdotes sus estudios especiales, su maduración personal, su experiencia celibataria y sus muchos encuentros con sacerdotes en gloriosas o decaídas versiones. Amplio y sereno estuario de sabiduría matizada y honda. Hay libros más competentes que el de Juan María en aspectos parciales del tema (sexualidad, psicoanálisis, desarrollo humano, neurofisiología, etc.). Pero este entra en el póquer de libros de referencia (¿podría habernos regalado su consejo bibliográfico?) para obispos, rectores de seminarios, formadores, sacerdotes, seminaristas y cristianos comprometidos.

En lo formal, da placer su castellano sencillo y terso (¡y es vasco!), sus adjetivaciones, sus frases cinceladas. Más adentro, su interdisciplinariedad, su destilar sabiduría y experiencia en cada línea. Todavía más en la médula, su amor al celibato y su fe compasiva hacia el hombre, evitadora de condenaciones. Su valentía y franqueza de siempre en fronteras discutidas (unión de celibato y sacerdocio, orientaciones homosexuales, amor heterosexual), su amor al Amor en todas las versiones en las que el hombre lo conjugue.

Y muy en el centro, su discreta –por vasca– pasión por el que habita el corazón de todo célibe en búsqueda siempre de autenticidad. Sabe que, más acá de cierta salud y magnanimidad y un Encuentro personal fascinado, el celibato decae.

Engarzo mi comentario con el dicho clave de Jesús sobre el celibato: “No todos pueden con eso que habéis dicho, solo los que han recibido el don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres y hay quienes se hacen eunucos por el reinado de Dios. El que pueda con eso, que lo haga” (Mt 19, 11-12).

Comentaré todo lo relativo al Celibato, patología o madurez; Celibato sacerdotal y libertad; y Celibato holgado o arrastrado.

Pliego íntegro publicado en el nº 2.945 de Vida Nueva. Del 13 al 19 de junio de 2015

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