Unos 16 millones de brasileños viven todavía en la miseria

Los obispos reclaman una redistribución de la renta y de la riqueza social

Protesta del Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST) en São Paulo

Protesta del Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST) en São Paulo

ÓSCAR ELIZALDE PRADA (BRASIL) | Uno de los deberes de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) es pronunciarse sobre las cuestiones sociales que afligen al país; la palabra de la Iglesia es profética y siempre se fundamenta en la Palabra de Dios”. Con estos términos, el arzobispo de Brasilia y presidente de la CNBB, Sérgio da Rocha, se refirió al momento que atraviesa Brasil, desde una postura crítica “en co-participación con la sociedad”, aclarando que a la Iglesia no le interesa adoptar posiciones político-partidarias.

Las declaraciones del presidente de la CNBB tuvieron lugar durante la 53ª Asamblea General del Episcopado, el pasado mes de abril, donde se reflexionó, discutió y aprobó el documento La desigualdad social en el Brasil, recientemente publicado “con el deseo de contribuir en el análisis y en la búsqueda de respuestas” ante esta problemática.

Este texto constituye el segundo volumen de la serie Pensando el Brasil, propuesta y aprobada en el transcurso de la anterior Asamblea, con el objeto de abordar algunos temas fundamentales que afectan a la realidad del país. El primer volumen, publicado el año pasado, se enfocó en los Desafíos ante las elecciones de 2014, a propósito de la disputada contienda electoral que desembocó en la reelección de la presidenta Dilma Rousseff.

En esta oportunidad, los obispos acentúan la necesidad de “un nuevo horizonte que priorice la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos”, destacando que “la convivencia justa, en paz, pasa por la dignidad de la persona, por la participación y la superación de las desigualdades”, como advierte el secretario general de la CNBB, Leonardo Ulrich Steiner.

El documento consta de 40 epígrafes y se divide en tres partes: 1. La desigualdad estructural de la sociedad brasileña; 2. La mirada de la Iglesia sobre la desigualdad social; y 3. Una interpelación final.

Sin obviar que, en los actuales debates sobre la desigualdad, coexisten diversos análisis ante la invocada caída ‘estadística’ de la desigualdad, la CNBB argumenta que “la desigualdad de la propiedad es mucho mayor que la desigualdad medida a través del flujo de renta del trabajo o de los beneficios de las políticas públicas”.

Concretamente, los obispos exponen que, pese al aumento de los beneficios generados por las actuales políticas de inclusión social, se constata que “16 millones de brasileños aún están viviendo en la miseria y 43 millones se encuentran por debajo del umbral de la pobreza”. Además, el número de indigentes, que había disminuido en los últimos diez años, ha vuelto a aumentar, mientras que, en este mismo período, los ricos continúan ganando exponencialmente mucho más que los pobres.

Es tal la inicua concentración de la riqueza en Brasil que “las 15 familias más ricas del país detentan un patrimonio equivalente a 270 billones de reales, lo que representa el doble de los recursos destinados para 40 millones de personas que son atendidas por el programa de Bolsa-familia con una inversión de 137,3 billones de reales, en los últimos 11 años”.

Otros factores también contribuyen a mantener la desigualdad social, como el costo de la deuda pública con altas tasas de intereses, la inclusión en el mercado de consumo sin reformas estructurales, la falta de calidad e insuficiencia en los servicios de educación y de salud, por mencionar solo algunos. De ahí que la CNBB proponga que “las políticas sociales y agrarias son cruciales para disminuir la desigualdad social”, agregando que “ellas dependen sustancialmente de la redistribución de la renta y de la riqueza social, que solo podrá realizarse a través de políticas públicas bien estructuradas”.

Estructuras justas

Asimismo, ante la desigualdad social generalizada en uno de los países emergentes con mayor potencial económico, a la luz del pensamiento social de la Iglesia, los obispos consideran que “las estructuras justas son una condición indispensable para una sociedad justa, pero es insuficiente sin una presencia efectiva de los cristianos en el ámbito político” que, entre otros asuntos prioritarios, “redescubran los valores éticos para la superación de la corrupción”.

Así, “la desigualdad será menor en la medida en que la justicia conduzca los pasos de todas las personas, especialmente de los que tienen la responsabilidad del poder público”, como propone el secretario general de la CNBB. Así las cosas, el documento La desigualdad social en el Brasil bien podría ser un referente de reflexión para la construcción de sociedades más justas e incluyentes.

En el nº 2.944 de Vida Nueva.

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