‘Nuestro último verano en Escocia’: cosquillas para todos

Fotograma de 'Nuestro último verano en Escocia'

J. L. CELADA | Según el Diccionario de la RAE, las cosquillas consisten en “cierta conmoción desagradable que suele provocar involuntariamente la risa”. Aunque desagradable y risa no parecen términos muy compatibles, sí describen a la perfección eso que experimentan los más pequeños cuando son sometidos a esta “tortura”: “No, no, no…”, repiten, mientras reclaman casi al tiempo: “Más, más, más…”. Así se siente también uno de los protagonistas de Nuestro último verano en Escocia, interpretado por el veterano Billy Connolly, víctima de una enfermedad terminal que le empuja a negarse un mañana cuando el dolor aprieta, pero que le sigue pidiendo a la vida nuevas oportunidades.

Celebrar su cumpleaños rodeado de familiares y amigos es la que eligen los televisivos Andy Hamilton y Guy Jenkin para debutar en la gran pantalla, una cita a la que acude desde Londres uno de los hijos del patriarca (David Tennant) con su nuera (la bella Rosamund Pike) y sus tres nietos. Tras un largo viaje en coche, sorteando atascos, inclemencias meteorológicas y discusiones de pareja, los cinco llegan a su destino, no sin antes dejarnos claro que aquí habrá cosquillas para todos: para los adultos, a quienes nuestro impagable trío de chavales se las buscan con cada comentario o pregunta inconveniente; y para los espectadores, entregados al agradable cosquilleo que produce una comedia sencillamente deliciosa.

Fotograma de 'Nuestro último verano en Escocia'Asistimos, además, a otra manifestación no menos humana que comparten el homenajeado, ese matrimonio en proceso de divorcio y sus retoños en la ficción: las mentiras. Algunos, como la primogénita, las apuntan en su libreta; sus padres –alegan– recurren a ellas para proteger a su prole; y hasta hay quienes, como el abuelo, las encuentran divertidas “si la intención es buena”. Un juego de apariencias y ocultamientos que salta por los aires cuando irrumpen en escena los enanos de la casa. Su desparpajo, alejado de cursilerías al uso, saca a la luz todo eso que sus mayores, cual avestruces, evitan o aplazan.

Y, con la determinación de los antiguos guerreros vikingos, los osados hermanos emprenden aventuras que siembran el desconcierto a su alrededor, dejándonos situaciones (el interrogatorio a su tío o la audición de violín de su primo son solo dos muestras) que arrancan nuestra carcajada con la misma naturalidad con que ellos van perdiendo su inocencia infantil. Por el camino, aprenderán que todo ser humano es un poco ridículo a su manera y que no vale la pena enfadarse con alguien a quien se quiere.

Nuestro último verano en Escocia, con un desenlace más que esperado aunque ciertamente imprevisible en su resolución, es la historia de una “familia disfuncional” que se asoma al abismo de la muerte para descubrir juntos que hay que vivir más y pensar menos, y que “la vida no parece tan bonita cuando la escribes”. Tampoco la escritura hace justicia a películas como esta. Hay que verla… y disfrutarla.

FICHA TÉCNICA

Título original: What we did on our holiday.

Dirección y guión: Andy Hamilton y Guy Jenkin.

Fotografía: Martin Hawkins.

Música: Alex Heffes.

Producción: David M. Thompson, Dan Winch.

Intérpretes: Rosamund Pike, David Tennant, Billy Connolly, Celia Imrie, Annette Crosbie, Ben Miller, Alexia Barlier, Amelia Bullmore, Emilia Jones, Bobby Smalldridge, Harriet Turnbull.

En el nº 2.944 de Vida Nueva

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