Centroáfrica, del diálogo a la reconciliación

Dieudonné Nzapalainga, arzobispo de Bangui, y Kobine Layama, imán de Bangui, República Centroafricana

La plataforma interreligiosa logra un acuerdo de desarme de diez guerrillas

Dieudonné Nzapalainga, arzobispo de Bangui, y Kobine Layama, imán de Bangui, República Centroafricana

El arzobispo Nzapalainga y el imán Layama, moderadores del Foro

JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ (BANGUI) | El arzobispo de Bangui, Dieudonné Nzapalainga, fue uno de los principales moderadores del Foro de Bangui, una conferencia que, bajo el lema Dialoguemos, reconciliémonos, se acaba de celebrar en la capital de la República Centroafricana. Lo hizo como líder de la plataforma interreligiosa, en la que participan católicos, protestantes y musulmanes, y que, desde finales de 2012, se ha distinguido por su trabajo por la paz en este país que ha conocido un conflicto muy violento durante los dos últimos años y medio.

Los otros líderes de la plataforma, el reverendo Nicolás Guerekoyame y el imán de Bangui, Kobine Layama, también ejercieron papeles de moderadores durante el Foro, al que acudieron más de 600 personas. Los participantes procedían de todos los rincones del país, los campos de refugiados en países vecinos y de la diáspora.

Centroáfrica tiene aún medio millón de desplazados y otro medio millón de refugiados en el exterior, una cifra altísima para un país de apenas cuatro millones de habitantes. Previsto inicialmente para enero, fue retrasado varias veces para permitir que estuviera precedido de consultas populares. Una de las cosas que han aprendido los centroafricanos de su historia reciente es que iniciativas similares de diálogo han fracasado por centrarse demasiado en actores políticos.

Esta vez, el tono lo marcó la sociedad civil. Dentro de ella, los religiosos han desempeñado un papel fundamental. Son numerosas las parroquias que han servido de refugio a miles de musulmanes que huyeron del acoso de las milicias anti-balaka. Y tanto el arzobispo como numerosos sacerdotes han hecho de mediadores en momentos críticos, especialmente en casos de secuestros.

Durante ocho días, representantes del Gobierno, grupos armados, partidos, confesiones religiosas, pero, sobre todo, de las bases populares, discutieron sobre cuatro grandes temas: paz y seguridad, justicia y reconciliación, gobierno y desarrollo económico. Hubo también numerosos representantes de la comunidad internacional como observadores, sobre todo de la MINUSCA, la misión de la ONU en el país, que durante los días del Foro cumplió su primer aniversario y que tiene desplegados a 12.000 soldados y policías, apoyados por 1.800 militares franceses que han empezado a retirarse gradualmente.

Durante los últimos días, los cuatro grupos temáticos presentaron sus recomendaciones a la plenaria para ser adoptadas formalmente. Una de ellas se refiere a la prolongación del Gobierno actual de transición, ya que las elecciones no podrán celebrarse en agosto, como estaba previsto, debido a problemas financieros y logísticos. El Foro aprobó también la creación de una Comisión de Verdad, Justicia, Reconciliación y Reparación, que excluye toda amnistía para los autores de crímenes de guerra y de genocidio y prevé la existencia de comisiones locales de reconciliación.

El momento culminante del Foro lo marcó la firma, el 10 de mayo, de un acuerdo de desarme y desmovilización por parte de diez grupos armados. Dos de ellos, la Seleka (dividida en cuatro facciones) y la milicia anti-balaka, controlan aún grandes zonas del país donde imponen su ley. Se prevé que los excombatientes que quieran incorporarse a las fuerzas armadas podrán hacerlo si cumplen ciertos requisitos. La aplicación del acuerdo dependerá de la financiación que se reciba por parte de la comunidad internacional, que desconfía del actual Gobierno, sobre el que pesan acusaciones graves de corrupción, y parece que preferirá esperar a ver qué dirigentes saldrán elegidos en los comicios de finales de este año.

“El sufrimiento nos ha unido”

La República Centroafricana ha sufrido más de diez golpes de Estado desde su independencia en 1960. La última crisis, que culminó con la toma del poder por parte de los rebeldes musulmanes de la Seleka en marzo de 2013, derivó hacia un conflicto interreligioso tras el levantamiento de milicias anti-balaka, que emprendieron una verdadera caza al musulmán. De hecho, el imán Kobine Layama estuvo un año refugiado con su familia en la residencia del arzobispo.

“Antes de la guerra, las relaciones entre líderes religiosos cristianos y musulmanes era bastante teórica y, a menudo, no sabíamos de qué hablar, pero el sufrimiento que hemos pasado juntos nos ha unido”, dijo el arzobispo Nzapalainga hablando del trabajo de la plataforma interreligiosa de paz.

En el nº 2.942 de Vida Nueva

 

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