Etiopía, modelo de integración frente al terror islamista

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Imágenes de los asesinados

Semanas atrás, las imágenes de la ejecución de 28 cristianos etíopes a manos del Estado Islámico (EI) en el sureste de Libia daban la vuelta al mundo. En el país de origen de estos nuevos mártires del siglo XXI, sus compatriotas se manifestaban por las calles de las principales ciudades en contra del terrorismo, mientras la televisión mostraba los crueles asesinatos y, en un canal, “ponían solo música y una vela encendida durante toda la jornada, acompañadas con frases de condena al terrorismo”, relata para Vida Nueva el padre Alfredo Roca.

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Cardenal de Addis Abeba

Este salesiano, nacido hace 81 años en Pallejà (Barcelona), lleva casi tres décadas en Etiopía, un “país pacífico y sin problemas importantes entre las distintas denominaciones religiosas”. Más aún, él lo considera un “modelo de integración social entre cristianos de diversas confesiones –ortodoxos, protestantes y católicos– y de estos con los musulmanes”. Lo cual explicaría que todos, sin distinción, acogieran “con absoluta consternación y repulsa” la trágica noticia. Así lo expresaron el Gobierno, la Iglesia ortodoxa y la Iglesia católica –por boca del cardenal Berhaneyesus Demerew Souraphiel, arzobispo de Addis Abeba, y los obispos, que esos días celebraban su Asamblea–, pero también las otras denominaciones cristianas y los musulmanes.

Pese a lo ocurrido, el religioso catalán quiere dejar claro que la comunidad cristiana en Etiopía no se siente “en modo alguno” amenazada, que “la libertad de creencias y sus expresiones externas es total”. “Si alguien, especialmente los jóvenes, buscan en otros países su futuro –dice–, no es por problemas religiosos, sino de pobreza, falta de trabajo, deseo de promoción…”. Es el caso de los asesinados en Libia, cuyo delito fue “probablemente proceder de uno de los pocos países de la zona que no están bajo la influencia del terrorismo internacional”.

El P. Roca, dedicado a la formación de jóvenes salesianos que se preparan para el sacerdocio y responsable de las actividades y programas asistenciales para los más pobres, lamenta que el sacrificio de estos cristianos etíopes, su “particular Pascua”, no tendrá “la resonancia de otras ejecuciones en otras partes del planeta”. Por eso, solo desea “que ellos descansen en paz y que nosotros nos dediquemos sin descanso a la noble tarea de sembrar paz, amor, concordia y justicia para todos, especialmente para los sin voz, los oprimidos e indefensos”.

J. L. Celada

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