El arte contemporáneo, según san Juan

Las semejanzas y diferencias entre arte y fe, eje fundamental del pabellón de la Santa Sede en la 56ª Bienal de Venecia

Mário2 G

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | Hace dos años, cuando el cardenal Giafranco Ravasi decidió que la Santa Sede debía estar presente en la Bienal de Arte de Venecia con un pabellón dedicado al Génesis, hubo quien no entendió la importancia suprema del paso dado por el presidente del Pontificio Consejo de la Cultura. Ravasi conocía –y de primera mano– la necesidad de conciliar no solo fe y cultura, sino de restaurar el diálogo y la complicidad entre la Iglesia y el arte contemporáneo.

Mário Macilau

El fotógrafo mozambiqueño Mário Macilau

El Evangelio de san Juan es la inspiración de las creaciones artísticas de los tres artistas elegidos: la colombiana Mónika Bravo (Bogotá, 1964); la macedonia Elpida Hadzi-Vasileva (Kavadarci, 1971); y el fotógrafo mozambiqueño Mário Macilau (Maputo, 1984). Los tres gozan prestigio internacional. “Tres artistas, todos jóvenes, de diferentes orígenes, con diferentes experiencias, la visión, la ética y la estética, reunidos para dar cuerpo al prólogo del Evangelio de Juan”, en palabras de Micol Forti.

Mónika Bravo se ha adentrado con su obra, titulada Archi-TIPOS. El sonido de la palabra, en la capacidad de leer la idea abstracta del Logos, en investigar los mecanismos de codificación y decodificación de la información, sobre el lenguaje como sistema de abstracción y sobre formas de descifrar la realidad por medio de la percepción. “Colores, formas y palabras se combinan para demostrar nuestra limitación absoluta de pensar más allá de la experiencia de lo real, así como la incapacidad de percibir de forma independiente de cualquier proceso de abstracción”, explica la artista.

En la carne profundiza la obra de Elpida Hadzi-Vasileva, denominada Haruspex, una instalación arquitectónica monumental, cuyo “tejido” es casi una piel, un manto: una superficie semitransparente hecha de retazos de estómagos e intestinos de animales sometidos a un profundo proceso de purificación, y que muestran una intensa reflexión en torno a la salvación.

En torno a ese Dios al que se busca giran los retratos de Mário Macilau en Maputo. El trabajo realizado para el Pabellón del Vaticano consta de nueve fotografías de la serie Creciendo en la oscuridad, dedicadas a los niños de la calle. En estas imágenes, los protagonistas de Macilau nos miran, llaman la atención de nuestra conciencia, sobre cómo convivir con la muerte, la destrucción o la pobreza, sin perder la humanidad.

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En el nº 2.941 de Vida Nueva

 

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