CEBs. Un modo de ser Iglesia que sigue creciendo

00_cebs-conosur3“Mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas pueden cambiar el mundo”, decía Eduardo Galeano. Quizás esta frase hoy tenga una doble función: por un lado homenajear a este gran pensador y escritor uruguayo. Por otro, resumir (por usar alguna palabras que ayuda a aglutinar tanta vida) el camino de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs), un modo distinto de ser Iglesia que nació a partir del aire renovador que trajo el Concilio Vaticano II y que hoy, con el mensaje y la acción del papa Francisco, resignifica su caminar. Una forma de ser Iglesia que en América Latina se afirma y cobra más fuerzas, en contextos sociales que cada vez exigen un mayor compromiso con los que sufren, como lo hizo Jesús de Nazaret.

“El compromiso con los más pobres, es una de las características de las comunidades que aún seguimos sosteniendo, desde los inicios”, explica Lizzie González Crosa, laica referente de las CEBs de Paraguay.

“Otra característica que sostenemos es ser pequeños. Decir ‘comunidad’ no siempre significa multitud, sino pequeños grupos que se reúnen, que se representan a la luz de la Palabra”, acota Joaquín Martínez, sacerdote paraguayo que acompañó a la delegación de su país en la IX Reunión de Articulación del Cono Sur, realizada en febrero en la Fundación Padre Ángel Misionero Popular, en Bernal –esta ciudad forma parte de la diócesis de Quilmes (Buenos Aires), la cual con su primer obispo, Jorge Novak, ha sido cuna principal de las CEBs–.

00_tapa-cebs“Este celebrar la vida de las CEBs se hace posible enfrentando la realidad”, dice Nilda Duarte López, también laica de la delegación paraguaya. Y agrega: “Mucha gente vive un sueño de que todo está bien, de que sólo hay que rezarle a Dios y no hacer nada más. En las CEBs asumimos y enfrentamos la realidad y trabajamos juntos para poder transformarla en algo digno para todos”.

“Pero con la profética Palabra de Dios como fuente y guía”, agrega María Gloria Silva, laica brasilera que también participó de esta reunión de articulación del Cono Sur.

Si bien en el Cono Sur se aglutinan y se comparte la vida de las CEBs de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, cada lugar tiene sus particularidades, sus costumbres. Sin embargo, Zulma Florentín, asesora de las CEBs de la región Buenos Aires y articuladora del Cono Sur, explica que “en medio de este mundo globalizado, vivimos cosas comunes. Compartimos la problemática de la violencia, de la pobreza que viene de lo estructural. Una pobreza que margina, que aísla, que te hace sentir no digno, hasta no digno de Dios. Frente a esto, las CEBs, por medio de la lectura de la Palabra, presentan al Jesús que dignifica”.

 

Romero, estandarte de las CEBs

“Para nosotros, monseñor Romero hace mucho que es San Romero de América. No hacía falta que el Vaticano lo reconozca, pero sin duda que su beatificación es una caricia para nosotros”, asegura Florentín. “Para las Iglesias Evangélicas, es reconocido como San Romero de América desde mucho antes que nosotros lo reconozcamos”.

00_cebs-conosur2El padre Martínez opina que “solo faltaba legalizar el certificado oficial de la Iglesia” porque “uno es santo en vida y los testimonios que ha dado han demostrado su santidad, su entrega por la causa, por dar testimonio. Para nosotros como pueblo no hacía falta la oficialidad de esa vida que ha dado. El reconocimiento del pueblo le ha dado este título de santidad porque ha vivido los criterios evangélicos en su vida”.

“Cuado participé del último Encuentro Continental de CEBs, a la vuelta, pasé por El Salvador. La gente me contaba que en la Catedral no hay una sola imagen de Romero, solamente un cuadro grande del fundador del Opus Dei. Para acceder a la tumba de Romero uno tiene que bajar a la cripta de la Catedral. Sin embargo, los domingos no se llena el templo de arriba, sino que el pueblo salvadoreño baja para saludar a su pastor. Ese día, la vida está pasando por abajo y sin embargo arriba, la ignoran”.

Zulma Florentín hace una analogía con el caminar de las CEBs y con esta Iglesia salvadoreña que camina por abajo: “Eso es lo que pasa con las comunidades: pasan por abajo, sin hacer mucho ruido. Las cosas de la vida pasa, pero corren por abajo y esa cosa que nosotros descubrimos ahí, que por un lado duele porque a veces uno necesita un reconocimiento, nos parece un signo muy claro de la vida”.

 

Angelelli, otra vida a seguir

“Se ha hecho justicia; condenar a los culpables del asesinato de monseñor Enrique Angelelli es lo que el pueblo esperaba”, cuenta el sacerdote paraguayo. “Para los 25 años de su martirio pasamos por su diócesis de La Rioja. Estar en la tumba del ‘pelado’ [como cariñosamente lo llaman a Angelelli] y en el lugar del asesinato para hacer memoria son momentos muy privilegiados. Y el pueblo ya le reconoce como mártir, como a Romero”.

Alwin Nagy –sacerdote alemán de la diócesis de Santiago del Estero (Argentina) a cargo del Servicio de Articulación y Formación de las CEBs en Latinoamérica, miembro del Equipo Continental de las CEBs, Coordinador de las CEBs de los países del Cono Sur y asesor de las CEBs en Argentina– afirma categóricamente: “En la Iglesia muchas veces se tiende a esconder la vida de las personas que tratan de seguir a Jesús con convicción, porque no es fácil seguir a Jesús. Sabemos de la vida de Angelleli, jugado, convencido, acompañando al pueblo, como el Jesús de Nazaret que nosotros conocemos. No es fácil seguir a Jesús”.

Romero, Angelleli, tan solo dos, pero son muchos mártires latinoamericanos. No cabe duda que la mirada de un Papa de Latinoamérica lo propicia. “Francisco conoce la realidad, conoce lo que es la vida en América Latina, las pobrezas, las realidades, las políticas sociales”, describe Joaquín Martínez. Y agrega: “Que el Papa sea latinoamericano para las CEBs es una nueva luz, una nueva esperanza”.

“En nuestra diócesis de Misiones (Paraguay), tenemos también centenares de campesinos que han muerto, que son mártires. De las ligas agrarias, de la persecución de 1976 en la zona norte de Concepción, en la zona sur de Misiones. También los campesinos de Caaguazú… Fueron centenares de laicos campesinos matados frente a sus hijos para atemorizar, por defender la causa de los pobres, una vida diferente, una sociedad diferente, una Iglesia diferente. Luego de los asesinatos, el temor ha invadido a todo el pueblo”, asevera Martínez. “Nos pueden quitar la vida pero nunca nos podrán quitar la esperanza”, remota.

NICOLÁS MIRABET

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