La Vida Consagrada, más allá de las estructuras

Verbo Divino convoca un foro de reflexión sobre el ser y el hacer de los religiosos

Verbo Divino convoca un foro de reflexión

JOSÉ BELTRÁN | “Al final la vida cansa, nuestra vocación se desgasta y el amor puede perder fuerza. Tenemos que vivir con calidad de amor”. Con esta declaración de intenciones afronta Joxe Mari Arregi este Año de la Vida Consagrada. Y lo hace echando la vista atrás: “Podemos tener muchos problemas, con la sensación de que no hemos hecho nada. Pero echando la vista atrás, en los últimos 50 años hemos hecho mucho, hemos clarificado, sabemos lo que queremos ser, estamos infinitamente mejor”. Así lo expuso el franciscano vasco en un café compartido convocado por la editorial Verbo Divino, que aglutinó a religiosos y laicos de distintas realidades eclesiales con motivo de la presentación del libro Una historia de Amor, en el que ejerce de coordinador y donde se dan cita ocho autores, entre ellos, el arzobispo José Rodríguez Carballo, el marianista José María Arnaiz o el dominico Felicísimo Martínez. Unos y otros abordan desde la respuesta al seguimiento de Cristo el nuevo paradigma de la misión o la realidad de la vida contemplativa hoy.

Sugerencias, propuestas y reflexiones sobre los retos que afrontan las congregaciones e institutos con una veintena de voces en torno a un termo, leche templada y algo de azúcar. “Siento que estamos llamados a hacernos visibles en el mundo que vivimos. A través de mis clases y de mi vida en el barrio, constato que los religiosos somos invisibles, la gente no nos conoce ni sabe que existimos”, reivindicó la teóloga Carmen Soto Varela, sierva de San José, que invita a tomar como modelo a la bíblica Raquel, “para que sigamos siempre insatisfechos, para ir más allá en nuestra vocación”. Por su parte, Marta García, de las Hermanas de la Consolación, detuvo su mirada en Abraham, “como la figura de aquel que sale a lo desconocido, pero al que le configura la promesa”.

Esta llamada a salir de la zona de confort la compartió el claretiano José Cristo Rey García Paredes, que planteó la misión “entendida dentro de la inquietud de un Dios que siempre necesita estar moviéndose”, por lo que centró el principal desafío de la Vida Consagrada en descubrir “cómo conectar con el buen Espíritu”. “Hay que llegar a una comunidad personalizada y a personas comunitarias, todo dentro de la misión”, constató Arnaiz.

La directora de 21, María Ángeles López, como laica comprometida, expresó la necesidad de acometer un “cambio profundo” desde lo cualitativo para evitar que las congregaciones “se conviertan en un club de fans del santo fundador y se nos olvide hablarles de Jesús de Nazaret”. “Si queremos hablar del futuro de la Vida Religiosa, hay que remangarse”, sentenció. Una mirada en la que ahondó Benjamín Echeverría, provincial de los capuchinos de España, consciente de que “en nuestra forma de vida no todo es heredable. No hay que tener miedo a replantear las estructuras”. Ianire Angulo, de las Esclavas de la Eucaristía, apostilló que, “a veces, buscamos salvar nuestras estructuras en lugar de reconciliarnos con lo incierto”. Pilar Arribas, provincial de las Misioneras Franciscanas de María, recordó que “si no hay una comunidad fraterna o una dimensión contemplativa fuerte, la misión no tiene sentido”.

Misión compartida

El provincial de los Misioneros del Verbo Divino, Adolfo del Valle, por su parte, apuntó que “no son los institutos los que crean la misión, sino la misión la que crea los institutos. Esto supone hoy renunciar a parte de nuestras identidades para crear un nuevo tipo de comunión”. “Algo muy rico ha sido compartir la misión con los laicos. Ha subrayado mi identidad, pero no porque quiera agarrarme a ello, sino porque la he reafirmado”, explicó Esteban de Vega, director del noviciado de La Salle.

De esta faceta habló Antonio Díaz de Freijo, director de la Asociación Karibu, quien, desde su contacto diario con la inmigración, planteó la necesidad de “universalizar más el compromiso de la Vida Religiosa”. En esta misma línea se manifestó Lawrence Muthee M’gaiti, misionero del Verbo Divino, que hasta febrero ejerció oficialmente de representante del Grupo de Clérigos y Religiosos Africanos. Aunque se mostró agradecido por la herencia recibida de los consagrados españoles, mostró su preocupación por lo que denominó “el choque cultural” y expresó con humildad cómo “nos sentimos inferiores como Iglesia joven en tanto que reconocemos que España es la madre de la Vida Religiosa”.

En el nº 2.936 de Vida Nueva.

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