Cuando la Semana Santa se convierte en un hogar

Pascua de Familias en Huerta, Soria, Semana Santa 2015

Desde el año 2000, decenas de personas celebran la Pascua de Familias de Huerta

Pascua de Familias en Huerta, Soria, Semana Santa 2015

Cuando la Semana Santa se convierte en un hogar [extracto]

JUAN LUIS REVUELTA. Fotos: CARLOS MARTÍN | Tarde de Miércoles Santo. Desde primera hora, como sucede desde hace quince años, van llegando las familias a la Casa de Espiritualidad del Sagrado Corazón, en Santa María de Huerta (Soria), para celebrar juntos la Semana Santa. La Pascua de Familias de Huerta se inició en el año 2000 por el impulso de la religiosa del Sagrado Corazón de Jesús Dolores Aleixandre. Entonces, jóvenes y adultos disponían de oportunidades de retiro en Semana Santa, pero no existía la posibilidad de que las familias compartieran de esta manera y en un mismo lugar el recuerdo de la muerte y resurrección de Jesús.

Afortunadamente, hoy Huerta no es ya “la” Pascua de familias. Ha abierto franquicia, como dice su fundadora con su fino sentido del humor. Hace tres años, un grupo de veteranos decidió peregrinar hasta Villafranca de los Barros (Badajoz) con el doble propósito de hacer más accesible esta celebración a familias de otras regiones y descongestionar Huerta para acoger a otras nuevas.

Aun así, este año, de las 32 que participan, cerca de un 90% son repetidoras, y no por falta de aprovechamiento en años anteriores. El Reino de Jesús no es de este mundo: bancos o aseguradoras querrían para sí cifras de fidelidad parecidas. Por eso –aunque no solo–, esta es una tarde de júbilo por el reencuentro y también por la callada excitación de quienes acuden por primera vez, deseosos de cumplir sus expectativas.Pascua de Familias en Huerta, Soria, Semana Santa 2015

Cada año, un motivo diferente sirve de trasfondo para estos días. Si en 2014 fue Francisco de Asís, como signo del nuevo pontificado, en 2015 es Teresa de Jesús en su quinto centenario. El Jueves Santo se inicia con una charla de Dolores sobre Teresa de Jesús: maestra de peregrinos, en la que nos conduce por los caminos que propone el Papa en su carta de apertura del año teresiano: la alegría, la oración, la fraternidad y el de nuestro propio tiempo. Este momento es uno de los más esperados. Quisiéramos que ella no se cansara de hablar, porque uno nunca se cansa de escucharla. Pero, como dice la Santa de Ávila: “Guíe su Majestad por donde quisiere. Ya no somos nuestros, sino suyos”.

Las palabras de Dolores sirven de motivación para la siguiente actividad: un tiempo de reflexión en grupos que, aprovechando la primavera de Huerta, realizamos dispersos por los jardines de la casa. No obstante, esta actividad, como el resto, es voluntaria.

El ambiente de la Pascua no es solo de serenidad, también lo es de libertad. El objetivo de estos días es permitir un doble recorrido: el de la Cruz y el que conduce al interior de cada uno. El acceso a este suele estar bloqueado en nuestra vida diaria. Trabajo, familia, obligaciones, idas y venidas mantienen nuestra mirada en el exterior y andamos desgobernados, perdiendo a cada paso la pista de Jesús. Por eso es tan de agradecer que cada cual pueda encontrar su propio ritmo y pautarse las dosis de Pascua que va requiriendo.

A recorrer estos dos caminos ayuda de manera decisiva la organización. Mientras los adultos siguen su programa, los niños tienen los suyos según grupos de edad: el infantil hasta tres años, otro de cuatro a nueve, y un tercero de preadolescentes a partir de los diez. Esta fue la edad que en el inicio se estableció como límite para la admisión de niños. Sin embargo, si algo caracteriza a los niños es su tendencia a crecer y, así, los que un día tuvieron diez, al año siguiente tenían ya once, y después doce… Y hubo que romper esa barrera. Este año, un grupo de jóvenes de 15 que comenzaron a acudir bien pequeñas, ejercen ya de premonitoras, acompañando a niños de menos edad. Es la recompensa de aquella acertada decisión.

No obstante, estos “currículos” adaptados no significan que cada grupo viva la Pascua por separado. Son muchos los momentos compartidos, en especial las celebraciones, en las que los pequeños intervienen y aportan los frutos del trabajo en sus talleres. La convivencia es uno de los rasgos de esta Pascua que destaca Dolores: los niños pueden compartir con sus familias una experiencia de fe, tienen la ocasión de apreciar cómo la viven sus padres y no son meros espectadores.

Como subraya Pedro Barquero, uno de los organizadores con más solera, “la fe se transmite por contagio, y aquí los niños tienen la oportunidad de contagiarse y de que esta forma de vivir la fe en comunidad vaya calando en ellos”.Pascua de Familias en Huerta, Soria, Semana Santa 2015

Esto lo hace posible el trabajo de un excelente y entregado grupo de monitores que coordina Vicky Morán, alma de la Pascua de los niños. Lo que se puede decir de ella lo resume bien un peque de cinco años que, al salir de sus actividades camino del comedor, mira a su madre, que lo lleva de la mano, y dice muy serio: “Mami, Vicky es sabia”.

La tarde del Jueves Santo está dedicada a la celebración de la Cena del Señor, que dirige Fernando Rivas. Él es otro de los lujos de esta Pascua por un motivo de nuevo doble: disponer de un sacerdote y que el cura sea precisamente él. Fernando comenzó con Dolores este viaje y, como ella, nunca ejerce de protagonista. Siempre en un lugar discreto, acompaña, anima, inspira. En las celebraciones y en sus charlas tiene siempre la virtud de encontrar las palabras justas, ni demasiadas ni pocas. Y las precisas. Y las que todos entendemos. Y la capacidad de provocar una sonrisa en quienes lo escuchamos.

Ya en la noche, la hora santa en el oratorio es un momento de recogimiento e intensidad especiales, como también lo es la adoración de la Cruz en la tarde del viernes. Como cada actividad o celebración, las guía una persona o pareja participante. Nadie viene a esta Pascua de oyente.

Oración, música, cine…

El Viernes Santo comienza con el Vía Crucis en el vecino monasterio cisterciense, en el que también los monjes invitan a la participación. Ya en la casa, sigue una charla sobre las experiencias de desierto de Jesús y las que nos cercan a nosotros, los momentos en los que nos enfrentamos a nuestros propios límites, nuestras crisis y también las realidades de la pobreza, la desigualdad o la violencia. Y, frente a ello, la esperanza.

En los oficios de la tarde, Fernando consigue no ya mantener la atención de los más pequeños, sino que se introduzcan en la historia de Jesús. Tras la adoración de la Cruz y la celebración del Perdón, doble propuesta: audición musical o exposición de Vicky sobre el acompañamiento de los adolescentes en la fe.

El viernes concluye con sesiones de cine. La elección de los títulos, particularmente inspirada, pretende agitar la conciencia de los adultos y entretener a los pequeños, mientras los preadolescentes disfrutan de una velada nocturna con sus monitores.

La mañana del sábado está dedicada al Camino de Emaús. Caminamos hasta la ermita de San Pascual, a unos cinco kilómetros, tras una propuesta de reflexión. Como el tiempo es espléndido y el paisaje invita, el camino se hace corto. El ascenso hasta la ermita se festeja con fotos de familia y bota de vino, que hace ligero el regreso.

La tarde es momento de festival: concurso sobre la vida y obra de santa Teresa, por supuesto, animado con bailes, teatro y mucho humor. Y, para apaciguar los ánimos antes de la cena, sesión de relajación, porque a las diez llega el momento que tanto hemos esperado: la Vigilia. La celebración se hace en familia, con los más pequeños en pijama de forma preventiva. Celebrar la Resurrección es una experiencia de alegría íntima y compartida. Es lo que nos ha traído aquí y lo que nos llevamos dentro de nosotros.

Y aunque pudiera parecerlo, no todo es perfecto. Con el afán de mejorar, se evalúa lo hecho, que es otra forma de participar. Sin duda y como ha de ser, los más críticos son quienes han pasado un año trabajando en la trastienda. Y debe decirse en su reconocimiento que se agradece esa falta de autocomplacencia. Es tal vez lo que mantiene la tensión de esta Pascua y lo que hace que, siendo siempre la misma, sea cada año distinta.

Queda la mañana del domingo, el envío. Guiados por las palabras de santa Teresa sobre la oración, se nos invita a hacer presente en nuestras vidas el mensaje de la Resurrección hasta que el año próximo, si Dios lo quiere, y después de muchos abrazos emocionados, volvamos a encontrarnos.

En el nº 2.936 de Vida Nueva

 

LEA TAMBIÉN:

Compartir