Agnès Martin-Lugand: “No imagino una vida sin la vertiente espiritual”

Psicóloga y escritora

Agnès Martin-Lugand, psicóloga y escritora

ÁNGELES LÓPEZ | La autora que revolucionó el panorama editorial europeo con La gente feliz lee y toma café, regresa a las librerías con El atelier de los deseos (Alfaguara). Nada hacía prever que esta psicóloga clínica que trabajaba en el campo de la protección a la infancia decidiera autoeditar su novela en Amazon y, mucho menos, que alcanzara en poco tiempo uno de los primeros puestos entre los libros más vendidos. En un Madrid acariciado por los primeros rayos de sol hablamos de literatura, espiritualidad, resurrección… e incluso de la Semana Santa que vivió de niña en España.

PREGUNTA.- Escribir, en usted, nació de: ¿la necesidad de expresar, de compartir, de consolar…?

RESPUESTA.- Me apetece contar historias que permitan a mis lectores evadirse, vivir una aventura junto a mis personajes. Intento crear situaciones o personajes con los que el lector pueda identificarse o brindar la posibilidad de que uno se pregunte: “¿Y si esto me ocurriera a mí?”.

P.- Sin empatía con el dolor ajeno, ¿no hay escritura posible?

R.- Para mí resulta imprescindible sentir empatía hacia mis personajes. Necesito unirme a ellos, sentir sus emociones para comprenderles mejor, ser a veces un poco brusca para hacerles avanzar, pero también cuidarles.

P.- En ambos libros, hay un detonante que “sacude” a las protagonistas y hace que “despierten”. ¿Los (benditos) golpes son imprescindibles para salir del letargo vital?

R.- Algunas personas no necesitan acontecimientos extraordinarios para hacerse preguntas sobre sus vidas y actuar. Sin embargo, la comodidad del día a día puede anestesiarnos y hacernos posponer las decisiones importantes. Me gusta comenzar mis novelas con una ruptura, en el sentido amplio de la palabra, para poner en marcha la evolución de mi protagonista. La vida está hecha de sorpresas que nos impulsan a ir más allá.

P.- ¿Qué es para usted la reinvención personal?

R.- Reinventarse es encontrarse a uno mismo. ¿Quién soy yo? ¿Quién quiero ser? Me gusta cuestionarme, reflexionar sobre mis elecciones, sobre los acontecimientos vividos, y sacar conclusiones o comprender los cambios que han originado en mí, en mi carácter. Es arriesgado, pero necesario.

P.- Volver a elegir, ¿es un tipo de renacimiento?

R.- ¡Claro que sí! Saber cuestionarse uno mismo nos hace crecer; nos puede ayudar a encontrar nuestro camino. A pesar del peligro que esto conlleva, es ir hacia lo desconocido. La renovación espiritual, y psíquica, son el camino hacia la evolución personal, y son, sin duda, un renacimiento.

P.- En ambos libros, la muerte procura una renovación en las dos protagonistas… ¿Es necesario “morir en algo” para volver a germinar?

R.- Asocio estas muertes a una renuncia. Para Diane, en La gente feliz lee y toma café, es renunciar a vivir con el recuerdo obsesivo de su familia que ha muerto para seguir viviendo su propia vida. Para Iris es renunciar a la seguridad para encontrase a sí misma y mostrar lo que ella es. La muerte no es un final en sí mismo, es una nueva vida.

El atelier de los deseos

Psicóloga clínica, la vocación literaria de esta joven narradora francesa se abrió paso a base de tesón. De la autoedición ha pasado a convertirse en un fenómeno literario que bucea en los mecanismos del alma

P.- Sus novelas intentan llegar a lo más profundo de cada personaje. ¿Cuánta “culpa” tiene la psicóloga que es?

R.- Me gusta la idea de amar, me gusta la ternura, el cariño, y más cuando para alcanzarlos hay que luchar. Creo que más que de la psicóloga que soy, proviene de mi carácter. Soy sensible, me gusta sentir emociones; quizás de aquí provenga la humanidad que desprenden mis novelas, que surgen de preguntas que me hago. Luego, la vida me ha enseñado que uno sigue delante a pesar del dolor y las dificultades. Utilizo mis vivencias para alimentar mis personajes y convertirlos en seres más profundos.

P.- Tenemos un director español (Garci) que siempre repetía la frase de su madre: “Las mejores películas y las mejores novelas son las que te hacen llorar”…

R.- ¡No puedo más que asentir! Lloro mucho, cuando estoy triste, cuando estoy feliz o emocionada. Para mí, las lágrimas son incontrolables, no lloro a petición. Cuando un libro, una película, una persona o un paisaje hacen que mis ojos se llenen de lágrimas, sé que estoy profundamente emocionada y que un mensaje ha hecho mella en mí.

P.- Dicen que en sus libros analiza los mecanismos del alma humana…

R.- Me interesa comprender los mecanismos de nuestras decisiones. Somos muy complejos, ¡y eso me apasiona! Intentar ilustrar nuestras contradicciones, nuestras reacciones, espontáneas o razonadas.

P.- En tiempos duros, como los actuales, ¿es más importante que nunca no renunciar a los sueños?

R.- Nuestros sueños nos hacen ir hacia delante, sentirnos vivos; renunciar a ellos, tan solo renunciar a pensar en ellos, me parece tristísimo. Un sueño no está pensado para existir en la realidad, ¡pero nos viene muy bien! No hay más que ver a un niño que sueña con ser bombero o astronauta para comprenderlo. Su sueño le hace feliz. Tenemos que conservar nuestros sueños, aunque solo sea para concedernos algo de magia en tiempos difíciles.

La fuerza de la maternidad

P.- La maternidad, ¿cambió su forma de escribir?

R.- Me ha dado la fuerza y la bonita locura para lanzarme y afrontar mi sueño de escribir. El día que me convertí en madre tuve la impresión de poseer una nueva fuerza, de que podía, por mis hijos, soportar cualquier dificultad. Me he realizado siendo madre; me ha permitido descubrir una nueva parte de mí. Mi corazón se ha llenado de felicidad. También creo que mis hijos han liberado mis emociones, he levantado el velo del pudor que tenía. Esto ha tenido una repercusión buena: mi relación con los demás, con el mundo y con la escritura.

P.- Su literatura gira en torno a grandes conceptos: el perdón, el amor, la compasión, el miedo…

R.- ¡Y el amor, naturalmente! La vida, sin amor, no es vida. Todos hemos tenido miedo: por uno mismo o por los demás. La compasión es una emoción que nos trastoca. En cuanto al perdón, ¿no es lo más difícil de otorgar o pedir? Son temas infinitos.

P.- ¿En torno a qué “gran palabra” –o gran concepto– girará su próximo libro?

R.- Mi próxima novela sale en Francia este mes, y solo puedo decirles una cosa: es la segunda parte de La gente feliz lee y toma café. En cuanto a la novela que estoy escribiendo ahora, es aún un secreto… que protejo en mi cabeza.

P.- En este mes de Pascua, ¿puedo preguntarle si anida en usted algún tipo de trascendencia, fe, espiritualidad?

R.- ¡Claro que puede! Me educaron en la fe y, aunque no soy tan practicante como antes, no me imagino una vida sin la vertiente espiritual. Necesito pensar, creer, que hay algo más grande que los hombres. Es una esperanza, algo que me tranquiliza, que me protege. Mi fe es una base, en lo más profundo de mí, incluso desde la lejanía.

P.- ¿Conoce la Semana Santa en España?

R.- Es extraño, porque durante mi visita a Madrid he tenido pocas ocasiones de hablar de ello, casi ninguna. Pero sí, ¡tengo un recuerdo muy especial relacionado con la Semana Santa y España! Una de mis hermanas tenía un compañero español al que fuimos a visitar, cuando yo tenía 7 años. Hicimos ese viaje durante la Pascua y asistí a las procesiones con mis ojos de niña; es algo que me impresionó y que conservo en lo más profundo de mi interior.

P.- Pasó de la escritura digital por 0,89 euros y ahora es una superventas. ¿Qué impacto vital ha tenido?

R.- Ha hecho que mi vida sea más cómoda, no puedo negarlo. Pero, sobre todo, me permite dedicarme plenamente a escribir, y lo aprovecho. Puedo compartir mi tiempo entre mis hijos y mis novelas.¿Qué más puedo pedir?

P.- ¿Volvería a la autoedición?

R.- ido un verdadero trampolín, una experiencia de la que he aprendido mucho. No me arrepiento de haber pasado por ella. Sin embargo, tengo la suerte de estar en una editorial con la que me siento muy a gusto.

P.- Agnès… al final, ¿la felicidad realmente existe o es solo en sus libros?

R.- ¡No, no solo existe en mis libros! ¡Y menos mal! Existe por todas partes; basta con abrir bien los ojos y el espíritu para descubrirla en las pequeñas cosas. Y muchos momentos de felicidad, juntos, se convierten en un gran momento de felicidad. No nos compliquemos. La felicidad puede esconderse en cualquier lugar y revelarse en cualquier momento. Mi lema es carpe diem. ¿Sabe? ¡Me ha hecho muy feliz hablar de estos temas! Se lo agradezco.

En el nº 2.936 de Vida Nueva

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