Jesucristo es nuestra Paz

“Toda acción que genere paz es necesaria”

Acabamos de vivir y celebrar litúrgicamente el misterio de la Pascua de Jesucristo, su muerte y Resurrección en la Semana Santa.

Hemos tenido oportunidad de escuchar y meditar la Pasión de nuestro Señor Jesucristo, que nos revela de una manera plena el amor infinito que nos tiene Jesús, quien por nosotros se ha sometido al suplicio de la Cruz.

“Porque Cristo es nuestra paz, el que de dos pueblos hizo uno solo, derribando con su cuerpo el muro divisorio, la hostilidad; anulando la ley con sus preceptos y cláusulas, reunió los dos pueblos en su persona, creando de los dos una nueva humanidad; restableciendo la paz”.

Y añade la Carta a los Efesios: “Que Cristo habite en sus corazones por la fe, y sean arraigados y edificados en el amor.

Así podrán comprender, con todos los santos, cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, en una palabra, ustedes podrán conocer el amor de Cristo, que supera todo conocimiento, para ser colmados por la plenitud de Dios”.

Pedir perdón

A pesar de las muchas dificultades, sigue avanzando en Colombia el proceso de paz del Gobierno con la insurgencia de las FARC, y próximamente con el ELN.

Confiamos plenamente en el Señor Jesús, Muerto y Resucitado, quien ya nos ha reconciliado con Dios Padre y entre nosotros, derribando el muro de la separación. Nos corresponde hoy a nosotros seguir orando intensamente para que aceptemos lo que ya Cristo ha hecho y nos empeñemos en hacerlo realidad. Es preciso reconocer con humildad la parte de culpa que todos tenemos en la guerra que nos ha venido azotando e irnos reconciliando los unos con los otros, pidiendo perdón y perdonando. Pedir perdón te libera y te reconcilia contigo mismo. Perdonar te libera también de las cadenas del rencor y del resentimiento.

Perdonar es liberar: al agresor que nos ha ofendido y a nosotros mismos por la carga de venganza que nos oprime. Y recordemos que esta acción de perdonar es de Dios. Errar es humano, perdonar es divino, repetimos a menudo, y así lo hemos experimentado.

El Espíritu Santo es el único capaz de sacar de nuestro corazón el odio y el rencor para infundir amor. De ahí la necesidad de pedir siempre al Señor su gracia que nos reconcilia con El y con nuestros hermanos. Que hermoso testimonio hemos oído de tantas víctimas de la violencia que manifiestan su perdón de corazón a los agresores.

En este tiempo de Semana Santa tuvimos oportunidad de acercarnos al Sacramento de la Reconciliación, donde experimentamos el amor de Dios que nos reconcilia.

Recibir el perdón de Dios es indudablemente la fuerza que nos impulsa a perdonar al hermano que nos ha ofendido. El que vive del amor misericordioso de Dios está pronto a responder a la llamada del Señor: “Ve primero a reconciliarte con tu hermano” (Mt. 5, 24). Los ministros de la Reconciliación damos testimonio de que la confesión sacramental es un paso previo para buscar la reconciliación con los hermanos, qué importante es entonces animar a nuestras gentes a acercarse a este Sacramento.

La paz sigue siendo un don de Dios: no lo olvidemos nunca y por eso oremos siempre por esta intención: la Eucaristía dominical es clave y el Santo Rosario en familia.Todo trabajo que nos propongan por la paz, hay que hacerlo; toda acción que genere paz es necesaria; la oración, la confesión, el diálogo, la labor social, la entrega al prójimo, la constancia y la honestidad en nuestras actividades diarias, la solidaridad y el respeto en la convivencia comunitaria, nos animarán y llevarán a crear una sociedad nueva, una Colombia nueva, y de la mano de Jesucristo vamos seguros, porque: ¡Jesucristo es nuestra paz!

Mons. Leonardo Gómez Serna O.P. Obispo emérito de Magangué

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