Vivir más allá de la indiferencia

Para los cristianos este tiempo es tiempo de Cuaresma, vivimos la cuaresma de este 2015. Tiempo de conversión de corazón, cambio estructural y compromiso de vida. Cuarenta días a partir del Miércoles de ceniza hasta el Domingo de ramos, para dar una mirada introspectiva y tomar conciencia de cómo hemos venido viviendo nuestras vidas. ¿De qué se trata? Dar una mirada a nuestra historia desde los ojos de Dios, poder leer los momentos de nuestro pasado con gratitud, para asumir el aquí y ahora del presente con pasión y abrazar el mañana con esperanza. El papa Francisco en su mensaje de Cuaresma nos invita a todos a la necesidad que tenemos de renovación, para no ser indiferentes y salir de nosotros mismos. Se trata de ser “islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia”, pues la indiferencia hacia Dios y hacia el prójimo está atenazando el corazón de la humanidad. Se trata de una actitud egoísta, de encerramiento en mi gusto y bienestar olvidándome del entorno y de quienes viven situaciones de extrema pobreza y abandono, víctimas de la violencia, injusticia y opresión de una soledad y enfermedad que han llevado al aislamiento, el dolor y el sufrimiento. Hemos de salir de nosotros mismos, cruzar el umbral que nos separa, romper este espiral de globalización de la indiferencia, haciendo realidad el amor que se expresa en gestos de caridad. Solidarizarnos con los que sufren es ir educando el corazón, irlo formando en ser sensible por los otros y poder dar cuenta de nuestros hermanos y hermanas. Saber ver y escuchar con el corazón nos lleva a dar vida desde nuestras vidas. “Un corazón pobre, que conoce sus propias pobrezas y lo da todo por el otro”.

P. Víctor Martínez Morales, S. J.

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