Echar las redes

Sexting. Cyberbullying. Grooming. Amenazas 2.0 en versión –ing. Cosas de niños. De adolescentes. De adultos. Están ahí. Hace unos días, los hermanos de San Juan de Dios me regalaron la posibilidad de participar en una mesa redonda con policías, magistrados, fiscales, médicos… Y yo, periodista. Yo, educador. Se hablaba de crear un contrato ético padres-hijos cuando el primer móvil o la primera tableta desembarca en casa para racionalizar su uso. Otra periferia existencial más a la que acudir como Iglesia. La del continente virtual donde se desdoblan personalidades, se ocultan perfiles, se cuelan heridas no resueltas… Afortunadamente atrás quedaron los tiempos en los que primaba la prohibición inquisitorial en nuestra Iglesia ante lo nuevo, por temor a lo desconocido con cordón sanitario incluido para evitar el contagio de pecado. La red es amenaza. Real. Palpable. Pero la red es oportunidad. De crecimiento. De evangelización. Es más, toca adentrarse en el continente digital con el mismo arrojo, audacia y sensatez de los primeros misioneros que tocaban tierra sin saber que había más allá de los manglares. Pero sobre todo, como cristianos nos toca desembarcar con una actitud evangélica, tan básica como complicada: acompañar. De poco servirán los cortafuegos de una familia en el ordenador o que un formador prohíba el uso de las redes sociales a los seminaristas durante la etapa de formación, si no educamos, si no acompañamos, si no maduramos juntos en red. De lo contrario quedaremos atrapados en una adolescencia digital permanente como ya ha ocurrido con las generaciones que no ha recibido acompañamiento en lo afectivo-sexual, en la drogadicción. Hay que echar las redes.

José Beltrán. Director Vida Nueva España

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