Yvonne Reungoat: “Abramos nuestras comunidades para acoger a los jóvenes”

Superiora general de las Hijas de María Auxiliadora

Yvonne Reungoat, superiora general de las Hijas de María Auxiliadora. Foto: Darío Menor

Texto y fotos: DARÍO MENOR | Yvonne Reungoat (Plouénan, Francia, 1945) fue reelegida el pasado octubre superiora general del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, la congregación femenina de la familia salesiana. En una sala del edificio de la Curia general en Roma, donde se custodian algunas reliquias de san Juan Bosco, fundador del instituto, junto a santa Maria Dominga Mazzarello, Reungoat expone la situación de esta realidad eclesial, la más numerosa entre las órdenes de consagradas. “Para nosotras, la Vida Religiosa está al servicio del mundo y de la sociedad”.

PREGUNTA.- ¿Cuáles pueden ser las causas del despertar en las vocaciones a su congregación en países occidentales como Italia y España?

RESPUESTA.- Probablemente algunos eventos eclesiales, como las Jornadas Mundiales de la Juventud o algunos encuentros de la familia salesiana. Son ocasiones para la animación de jóvenes en las que las mismas comunidades también se abren. Nos hemos dado cuenta de que los jóvenes responden a las propuestas que les hacemos, aunque sean fuertes a nivel de fe y de formación, de oración, de implicación a nivel de voluntariado. Muchos jóvenes no encuentran a nadie que les haga propuestas: hay que interpelarlos. La propuesta vocacional genera reflexión e interés y, por tanto, pone en movimiento el camino vocacional, aunque para los jóvenes es difícil descubrir la identidad de la vida religiosa apostólica.

P.- ¿Por qué? ¿No la conocen lo suficiente?

R.- Porque nos ven fácilmente trabajar como profesoras, catequistas o animadoras, pero ¿cómo descubren la Vida Consagrada, con aspectos como la comunidad, la vida fraterna, la oración o la unidad? Hemos favorecido la apertura de las comunidades para acoger a jóvenes, para compartir algunos momentos y hacer algunas experiencias juntas.

P.- Dice el Papa que hay una necesidad “urgente” de abrir espacios para la mujer en la Iglesia. ¿Cuál sería la necesidad más imperante? ¿Dónde hay que abrir esos espacios a los que se refiere Francisco?

R.- Hay que ser interlocutoras y estar presentes en los ámbitos que tocan directamente la educación, la promoción de la mujer y la evangelización. En realidad, la Iglesia nos deja espacio. Por ejemplo, a nosotras nos ha confiado la Pontificia Facultad de Ciencias de la Educación “Auxilium”, la única facultad pontificia confiada a mujeres. Lo consideramos una señal y una responsabilidad importante. A través de esta presencia en el mundo universitario, reconocemos que la Iglesia nos da un espacio. Sobre el hecho de otras responsabilidades, tenemos hermanas que son consultoras de varios dicasterios vaticanos. Se reconoce su competencia a este nivel. Luego tenemos a la que fue la primera subsecretaria en la Congregación para la Vida Consagrada, sor Enrica Rosanna, aunque pertenece a otro instituto (o mejor dicho, que al terminar su servicio en el dicasterio fue traslada como directora de nuestra comunidad en Concesio, Brescia). Nosotras estamos disponibles para las peticiones que nos puedan llegar a nivel de competencias directas en diversos servicios de la Iglesia, sobre todo a partir de nuestra vocación en el mundo de la educación como una Vida Consagrada apasionada, deseosa de dar un testimonio y de actuar dentro de la cultura de hoy.

Entrevista completa solo para suscriptores

En el nº 2.934 de Vida Nueva

 

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