En el V Centenario: Teresas de hoy

María José Pérez González y Estibalitz Reino, carmelitas descalzas. Foto de Kike Taberner

‘Vida Nueva’ entrevista a siete mujeres que encarnan los valores de la Santa

Irene Villa, María José Pérez González y Estibalitz Reino, Pilar Jurado, Elena Arzak, Espido Freire y Edurne Pasabán

ÁNGELES LÓPEZ | Las adversidades que sufrió Teresa de Cepeda y Ahumada fueron muchas y de distinta índole: ser mujer en un mundo de hombres, escritora en una sociedad iletrada, reformista en una Iglesia poco humanista y con la Inquisición pisándole los talones… Pese al escenario retratado, encontró su merecido lugar en la literatura, reformó el Carmelo hasta abrir 17 conventos “descalzos” en solo veinte años, salió indemne –y reforzada– de su comparecencia ante la Inquisición en Sevilla y, junto a San Juan de la Cruz, se convirtió en la cumbre de la mística.

Con semejante currículo, la inspiradora de un estilo de vida religioso caracterizado por un fuerte humanismo, ¿cómo reaccionaría al conocer que, en la última década, la violencia de género ha segado la vida de 658 parejas, madres, abuelas, hijas y hermanas? ¿Qué diría al saber que una mujer, para cobrar una pensión igual a la de un hombre, debe trabajar once años más en un trabajo de igual valor? ¿Encontraría adjetivos con los que calificar que cuatro de cada diez se vean obligadas a renunciar a empleos o ascensos por la familia?

El pulso de Teresa contra las adversidades arrancaría en la infancia al saberse descendiente de judeoconversos obligados a emigrar a Ávila para obtener un certificado falso de hidalguía y continuó con el pulso entre padre e hija hasta ingresar, sin su consentimiento, en el Convento de la Encarnación.

Por si el escenario no fuera de por sí difícil, su salud era precaria en extremo: desmayos, cardiopatías no definidas, “padecimientos horribles” y un paroxismo de cuatro días que la dejó paralítica durante dos años. Pese a todo, su cuerpo no le impidió acometer ninguno de los empeños que tenía en mente; si acaso, retrasarlos.

En una sociedad como la española del XVI, impregnada de misoginia, menosprecio hacia la mujer y marginación de la vida pública hasta mantenerla en permanente estado de minoría de edad, el acceso a las fuentes de la cultura era una heroicidad. Excluidas de las universidades, vedados los centros de estudio y con prohibición de multitud de lecturas, Teresa protestará y se despachará a gusto defendiendo la libertad de espíritu de las féminas.

scribiría, amén de medio millar de cartas, ocho libros, cuatro de ellos grandes cimas de la literatura: El libro de la vida, Camino de perfección, Castillo interior y el Libro de las fundaciones, que no fueron comprendidos no obstante su genialidad. Su gran conquista creadora radica en el principio de que para lograr entender y expresar lo inefable hay que “trastornar la retórica” que Dámaso Alonso sintetizaría a la perfección: “Teresa es pueblo y habla como un oro”.

Las intervenciones inquisitoriales cuestionaron su persona, sus gracias místicas y sus escritos, pero ella no sucumbió al ambiente de miedo. La ternura hacia sus hermanas ha quedado registrada en multitud de documentos. No solo era inspiradora en el terreno espiritual, sino que intentaba proveerlas de alimento literario. Exigía que sus monjas “tuvieran la habilidad para rezar el oficio divino en latín y ayudar en el coro”, y no admitía analfabetas hasta que llamó a su puerta la pastora Ana García (Ana de san Bartolomé) y ella misma le enseñaría a leer y escribir. Tampoco las desatendió a la hora de procurarles “un descanso a sus tripas desasosegadas”.

Siete “santas” cinco siglos después

Amén de las desigualdades en economía, educación, política o salud, las razones de las mujeres para seguir lidiando con la realidad actual son incontables: publicidad que perpetúa el sexismo, políticos –como el viceprimer ministro turco– que sugieren que las féminas no deben reírse, violaciones como arma de guerra, mujeres que llegan a ser las principales enemigas de sí mismas –como evidenció la presidenta del Círculo de Empresarios–.

Cinco siglos después, sin jalones de lucha sexista, sin ánimo paritario… ¿Cuántas dosis de esfuerzo “extra” conlleva acometer la fe en el genio femenino?

Esta semana, Vida Nueva entrevista a Espido Freire, Elena Arzak, Irene Villa, María José Pérez González y Estibalitz Reino, Edurne Pasabán y Pilar Jurado.

Pioneras. Valientes. La escritora más joven en ganar el Planeta, una chef de tirón internacional, una periodista que ha trascendido a su condición de víctima, dos hermanas del Carmelo de Puçol, la mejor himalayista del mundo y la primera mujer en dirigir en el Real, bien pudieran ser “teresas” de hoy, de convertirse la Santa en adjetivo.

 

Irene Villa, periodista: “Sin esfuerzo y sin dolor no hay recompensa”

Irene Villa, periodista. Foto: Jesús G. Feria
Un símbolo que le une a Teresa… El bordón, apoyo ante las dificultades y la debilidad.

La voz de la Santa… “Estando afligida por los muchos problemas que llevaba sobre mis espaldas y solo con decirme el Señor: ‘De qué temes?’”.

Es un ejemplo de superación y testimonio de que nada es imposible si se lucha con todas las fuerzas. Aquella niña que fue víctima de un atentado terrorista en el que perdió las dos piernas, hoy es psicóloga, periodista, escritora, coach, campeona de esquí adaptado, autora del best seller Nunca es demasiado tarde y ahora de su última caricia en tinta, Libroabrazo… En la dulce espera de su segundo hijo, hablamos con ella.

 

Espido Freire, escritora: “Teresa fue una gran seductora”

Espido Freire, escritora. Foto: Jesús G. Feria
Un símbolo que le une a Teresa… La pluma en el arte de escribir.

La voz de la Santa… “La gloria que sentí no se puede escribir, ni la puede imaginar quien no la haya experimentado”.

Amén de emprendedora cultural, la escritora bilbaína es la persona que se alzó con el premio Planeta a más corta edad. En su libro Para vos nací, intenta mostrar al lector, con la misma pasión de siempre, “una visión más contemporánea de santa Teresa”.

 

Elena Arzak, cocinera: “Fue una adelantada hasta en cuestiones gastronómicas”

Elena Arzak, cocinera. Foto de Coconut
Un símbolo que le une a Teresa… Los pucheros, alimento del cuerpo y del espíritu.

La voz de la Santa… “¡Oh Vida de mi vida y alimento que me nutres!”.

Pertenece a una saga de grandes cocineros y, por ello, en 2012 se alzó como ganadora del premio a la mejor chef femenina del mundo. Una mujer trabajadora, sensible y de una eterna amabilidad que, a base de esfuerzo, ha conseguido convertirse en un referente en el mundo de la cocina.

 

Edurne Pasabán, alpinista: “Estar en la cumbre no es el mejor momento”

Edurne Pasabán, alpinista
Un símbolo que le une a Teresa… La cumbre, como culmen de la unión con Cristo.

La voz de la Santa… “Si el que comienza se esfuerza con el favor de Dios a llegar a la cumbre de la perfección, creo que jamás va solo al cielo”.

Ha sido la primera mujer capaz de alcanzar los catorce “ochomiles” del planeta y descender de ellos, con no pocos riesgos. Ahora, una de las mejores himalayistas del planeta, se ocupa de impartir conferencias a diferentes equipos profesionales para alcanzar cualquier reto personal… E intentar reencontrarse con las expediciones para volver a abordar un “seismil”.

 

María José Pérez González, carmelita descalza: “Ser santa no es una aureola sobrepuesta a su humanidad”

María José Pérez González y Estibalitz Reino, carmelitas descalzas. Foto de Kike Taberner

Estibalitz Reino, carmelita descalza: “No le llegamos a Teresa ni a la suela de la alpargata”

Un símbolo que les une a Teresa… La campana, esa que hacía sonar la Santa para dar por fundado un convento.

La voz de la Santa… “Hijas mías, expongan su cuidado y diligencia a nuestro buen Jesús y procuren servirle”.

Cordobesa, licenciada en Filología Hispánica y diplomada en Ciencias Religiosas, María José Pérez González llegó al monasterio de Puçol hace siete años –después de 17 en Las Hermanas de la Caridad de Santa Ana–. Las 12 hermanas de su comunidad están muy implicadas en el V Centenario y, por ello, han escrito cuatro antologías comentadas de las obras principales de Teresa, que publicó la Editorial de Espiritualidad entre 2010 y 2012. Hace dos años, los carmelitas descalzos la invitaron a editar un blog. ¿El resultado? De la rueca a la pluma.

Miren Estibalitz Reino celebra este año sus bodas de plata como religiosa. Perteneciente a una familia numerosa, ingresó en el Carmelo desde su Bilbao natal, recién licenciada en Filosofía en Deusto.

 

Pilar Jurado, soprano: “Teresa no da para una, sino para cien óperas”

Pilar Jurado, soprano. Foto de Jesús G. Feria
Un símbolo que le une a Teresa… Las sandalias, de la búsqueda, del camino.

La voz de la Santa… “Que esto sirva para procurar caminar mejor el camino, para contentar mejor a nuestro esposo y hallarle más pronto”.

Pilar Jurado es una figura singular en la música clásica, considerada como la musa de la creación contemporánea. Soprano, musicóloga, pianista, docente. Pasa la vida de reto en reto entre corcheas y semicorcheas. La primera pica en Flandes: ser la única mujer en estrenar una ópera en el Teatro Real; su reválida, hacer lo mismo en el Teatro de la Zarzuela.

 

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ESPECIAL TERESA DE JESÚS:

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