Kenia aprende a descentralizarse

Un 23% de la población teme que crear gobiernos locales genere tensión

kenia-justicia-y-paz

M. Á. MALAVIA | Pese a que los católicos en Kenia solo suponen el 25% de la población, la Iglesia ostenta una posición de liderazgo social. Así lo demuestra el eco que ha tenido una encuesta realizada por la Comisión Episcopal Justicia y Paz, en la que se han analizado minuciosamente los fenómenos que podrían generar más conflictos. Entre ellos, el fundamental (hasta el 23% de los 582 entrevistados así lo indican) es la preocupación “por la gestión del proceso de descentralización”.

Y es que, aun cuando tradicionalmente Kenia ha sido un país muy estatalizado –se trata de una república presidencialista con marcados poderes para el jefe del Ejecutivo, desde 2013 Uhuru Kenyatta–, en 2010 se produjo un gran cambio con la aprobación de su actual Constitución, cuando se crearon 47 condados regionales que, cada vez más, deberían ir ganando en autonomía y representatividad.

Esa apuesta por el consenso de cinco años atrás fue ciertamente significativa, pues venía precedida de la crisis desatada por los enfrentamientos posteriores a las elecciones de diciembre de 2007, que acabaron con 1.300 muertos, 5.000 heridos y medio millón de desplazados. Tras la firma de la paz y la instauración de un Gobierno de unidad nacional, se estableció la Carta Magna como punto de partida para democratizar definitivamente el país y atajar los males endémicos que Kenia ha padecido desde hace décadas, a causa del período colonial.

Así, el impulso de la descentralización fue considerado desde el primer momento como el mejor modo de garantizar la paz y la convivencia en una nación integrada por 42 etnias y en la que el factor religioso también es muy relevante. De hecho, la minoría islámica se ve azuzada a menudo por las milicias yihadistas somalíes de Al Shabaab, cercanas a Al Qaeda, que buscan desestabilizar con atentados cada vez más frecuentes a la mayoría cristiana, fundamentalmente evangélica.

Con este panorama, la encuesta de Justicia y Paz es recibida por todos los estamentos sociales con respeto y gran aceptación, pues se entiende que es un certero barómetro de la situación actual. Sus resultados, obtenidos en los condados de Kisii, Kisumu, Nairobi, Nakuru, Trans Nzoia y Uasin Gishu, y difundidos por la agencia Fides, detallan algunos de los “puntos calientes” de los que podrían derivarse conflictos: “El desempleo juvenil, la distribución desigual de los recursos, las disputas por las tierras y la lucha entre los grupos étnicos y políticos”. Aspectos que, como advierte casi uno de cada cuatro encuestados, pueden acrecentarse si el proceso de descentralización del poder no se desarrolla con especial cuidado.

Menos Estado, más élites

Resulta interesante comprobar cómo tales opiniones varían según los territorios consultados. Así, si el fomento de la autonomía local en Nakuru solo preocupa al 14% de los entrevistados, en Uasin Gishu este sentimiento se eleva hasta el 51%. En general, en el conjunto de las regiones analizadas se pone de manifiesto el temor de que la progresiva pérdida de poder del Estado contribuya a alimentar la consolidación de unas élites étnicas y sociales sobre otras (así lo expresa el 58% de los encuestados).

Sin embargo, si hay un dato esperanzador es que el 82% de los participantes en este trabajo de Justicia y Paz piensa que “los jóvenes pueden influir en la dirección de la política aún más que los mismos políticos”. De ahí que se llame a la clase dirigente, regional y estatal, a combatir el paro juvenil, uno de los principales factores de riesgo de fractura social para el 74,2% de los encuestados. Algo que la institución eclesial se encarga de ratificar con un informe adjunto que incluye estadísticas para la reflexión, tales como la que indica que, si “entre 1992 y 1996 los niños de la calle se incrementaron en un 300%”, hoy “esos niños se han convertido en jóvenes de la calle, con tendencia a la violencia, listos para ser reclutados por las bandas utilizadas por políticos sin escrúpulos”.

Finalmente, Justicia y Paz anima con claridad a que se dejen atrás los temores y se ahonde en el camino de la descentralización. Eso sí, siempre que el Estado dote a los condados “de más recursos para el desarrollo económico y la lucha contra el desempleo juvenil”.

En el nº 2.934 de Vida Nueva.

Compartir