Miguel Ángel Moratinos: “La Iglesia ha jugado un papel esencial en el deshielo entre Cuba y EE.UU.”

Miguel Ángel Moratinos, exministro de Asuntos Exteriores del Gobierno de España

Exministro de Asuntos Exteriores de España

Miguel Ángel Moratinos, exministro de Asuntos Exteriores del Gobierno de España

Cuba-Estados Unidos: historia de un desbloqueo [extracto]

LUIS RIVAS | Encarnó el rostro internacional de José Luis Rodríguez Zapatero durante seis años, dirigiendo la política exterior de España de forma comprometida y coherente con el resto de su gobierno. Detractor de la conocida como Posición Común Europea con respecto a Cuba, a Miguel Ángel Moratinos (Madrid, 1951) se le han reconocido algunos méritos pendientes desde el pasado 17 de diciembre.

PREGUNTA.- Más de medio siglo después, el final del bloqueo a Cuba. Se sentirá aliviado…

RESPUESTA.- Los bloqueos han demostrado a lo largo de la historia ser poco eficaces, y esto se cumple en el caso cubano-norteamericano. Creo que el presidente Barack Obama ha dado una respuesta más precisa a esta pregunta, pues ha reconocido que el bloqueo fue una política ineficaz y equivocada, que ha perjudicado los intereses tanto norteamericanos como cubanos. Los contactos políticos entre La Habana y Washington son, por supuesto, una gran noticia, como la liberación de los ciudadanos norteamericanos. Ahora que lo más difícil se ha hecho, hay que trabajar con generosidad e imaginación para que el desmantelamiento del bloqueo sea una realidad y Cuba recupere su centralidad en la región y en los contactos con Europa.

P.- No son pocos los que destacan su papel de mediador en esta apertura…

R.- En mi etapa como ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación tuve la satisfacción de conseguir la salida de los presos de las cárceles cubanas. En esta negociación conté con la ayuda inestimable del cardenal Jaime Ortega, que es un hombre discreto, inteligente, audaz y un gran negociador. Ese gesto del gobierno del presidente Raúl Castro estaba en sintonía con las reformas que él nos anunció y que está llevando a cabo.

P.- No le duelen prendas a la hora de reconocer la aportación de la Iglesia a este deshielo…

R.- La Iglesia ha desempeñado un papel esencial de impulsora de los contactos políticos y diplomáticos, una función clave como dinamizadora, aunque los gestos de ambos presidentes y las reuniones de las delegaciones políticas y diplomáticas han sido iniciativa de ambos gobiernos. Las figuras del papa Francisco y del cardenal Ortega han propiciado el acercamiento entre la Casa Blanca y La Habana, aunque la reconstrucción de las incipientes relaciones es obra de ambas administraciones.

P.- ¿En qué medida cree que ha influido su condición de católico a la hora de trabajar por el entendimiento entre los pueblos?

R.- Como en toda persona, la influencia de las creencias es determinante, aunque me siento comprometido con el humanismo. Como sabe, la diplomacia es una ciencia que está al servicio del diálogo y del entendimiento. Así pues, como creyente, humanista y diplomático he defendido siempre el entendimiento entre pueblos, culturas y creencias, y creo que así lo atestigua mi carrera.

P.- Usted también ha puesto su granito de arena para derribar la Posición Común…

R.- Es conocida mi opinión y trabajo sobre la Posición Común, que estuvo a punto de ser derogada en el otoño de 2010. Creo que Europa se sumó a la posición norteamericana por la vinculación ideológica de los Gobiernos de Aznar y Bush. Y, aunque pueda resultar paradójico, a pesar de las vinculaciones sociales e históricas de España con Cuba, fue nuestro país el impulsor en Europa de esta figura obsoleta en el panorama político y diplomático del siglo XXI. Aunque aún sigue vigente la Posición Común, muchos países europeos han firmado acuerdos con La Habana que desestiman y contradicen esta figura que niega a Cuba una relación normalizada como la que mantiene la UE con todos los países latinoamericanos.

P.- ¿Se siente más cercano al papa Francisco que a sus predecesores?

R.- Creo que Francisco es un hombre cercano, como también lo fue Juan Pablo II. Es un hombre de su tiempo y un humanista que conoce la sociedad desde abajo, al tiempo que va a impulsar una Iglesia más evangélica. También es un hombre preocupado por los problemas de la gente y por los desafíos globales. Sus manifestaciones apuntan en esa dirección y no se ha recatado a la hora de denunciar las desigualdades o la “globalización de la indiferencia”.

P.- ¿Qué siente cuando se le acusa de estar en connivencia con la dictadura castrista?

R.- Acabas acostumbrándote a cierta incomprensión, sea intencionada o no. En el caso cubano, me parece incomprensible que se hayan podido deteriorar nuestras relaciones, pues los lazos que nos unen son muy profundos y siempre ha habido una relación muy intensa, independientemente de quien gobernara en Madrid o La Habana. Lo que parece claro en el ámbito de las relaciones internacionales es que, cuando se rompen los contactos con un país, se dinamita la capacidad de interlocución y, por tanto, la capacidad de diálogo e influencia sobre ese Estado, así como en las áreas comunes de cooperación. Y todo ello en un contexto internacional donde la interdependencia es un hecho, sobre todo, para afrontar retos como la libertad y la seguridad humanas.

En el nº 2.931 de Vida Nueva

 

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