Víctor Grippo: Transformación

Una exposición llena de poética, ciencia y humanismo

Víctor Grippo. Naturalizar al hombre, humanizar a la naturaleza-Energía vegetal / Naturalize Man, Humanize Nature – Vegetable Energy, 1977. Imagen cortesía de Alexander and Bonin, N.Y.

Víctor Grippo. Naturalizar al hombre, humanizar a la naturaleza-Energía vegetal / Naturalize Man, Humanize Nature – Vegetable Energy, 1977. Imagen cortesía de Alexander and Bonin, N.Y.

Durante las décadas del 60 y el 70, y en medio de un ambiente político violento y una desoladora cotidianidad para la Argentina –golpe de estado, represión de la dictadura, desapariciones forzosas, bombardeos a civiles, torturas y fusilamientos clandestinos e insurrecciones urbanas–, toma protagonismo la obra artística de Victor Grippo (1936-2002).

El Museo de Arte del Banco de la República, en colaboración con el Centro Gallego de Arte Contemporáneo de Santiago de Compostela (España) y la Biblioteca Luis Ángel Arango, bajo la curaduría de Alicia Chillida, trae a Colombia la exposición temporal Víctor Grippo: Transformación. La muestra, que estará abierta al público hasta el próximo 2 de marzo, cuenta con instalaciones de pequeño y gran formato, pinturas, series de fotografías, dibujos y maquetas que desarrolló el artista argentino a lo largo de 40 años. Las 39 obras expuestas refieren tanto a la cosmovisión analógica y científica de Grippo, como a las preocupaciones políticas, sociales, estéticas y espirituales que estimularon su creatividad.

Sacralidad cotidiana

La papa, originaria de Latinoamérica y generalmente asociada a la alimentación habitual de los más humildes, es la materia fundamental de la propuesta de Víctor Grippo. En las obras Analogía I (1970-1971 y su versión de 1977), Analogía IV (quinta versión 1972), Naturalizar al hombre, humanizar a la naturaleza – Energía vegetal (1977), Todo en marcha (1973) y Síntesis (1972); Grippo logra develar, a través de la experimentación química –disciplina en la que se formó– significados inesperados que reivindican y sacralizan el alimento. Simultáneamente, descubre el ritual alquímico que transforma una papa en energía a través de electrodos o aquel que la hiere mediante compuestos químicos o el que en el intento de destruirla con fuego, la perfecciona. Analógicamente la papa es el ser humano, su conciencia y también su carne. Lo sagrado y lo científico convergen en el lenguaje artístico y se integran para cuestionar sutilmente a los espectadores sobre lo cotidiano.

Víctor Grippo. Argentina, 1978/2001. Imagen cortesía de Alexander and Bonin, N.Y.

Víctor Grippo. Argentina, 1978/2001. Imagen cortesía de Alexander and Bonin, N.Y.

Conceptualismo ideológico

En la década del setenta, Víctor Grippo hizo parte del Centro de Arte y Comunicación CAYC y se unió al Grupo de los 13 junto con Jorge Glugsberg. Allí desarrolló un arte conceptual, ideológico y regional. En el centro del feroz debate político en Argentina, la obra de Grippo resignificó objetos que lejos de lo explícito, generarían instantes de profunda reflexión. Es el caso de la obra Argentina (1978 – 2001): un gabinete atestado de objetos cotidianos, de pequeños frascos de medicinas, de compuestos químicos, de lapiceros, de tintas, de sellos y, particularmente, de una azucarera con el logo del Mundial de Fútbol de 1978. El contexto de la obra sugiere la referencia del episodio en el que mientras miles de argentinos celebraban los goles del mundial, compatriotas suyos eran torturados en la Escuela Mecánica de la Armada. Construcción de un horno popular para hacer pan (1972) es una serie de 7 piezas fotográficas que registran la instalación que hizo el artista en la Plaza Roberto Arlt. Las imágenes dan testimonio de tres acciones: construcción del horno, fabricación del pan y distribución del alimento entre la gente que por allí pasaba. Según la doctora en filosofía y experta en arte Andrea Giunta “la acción refería tanto al acto cotidiano de alimentarse como al simbólico de la eucaristía, e instalaba, en el espacio público, una comunidad de intercambios”. En otra instalación, La comida del artista –Puerta amplia/Mesa estrecha– (1991) el artista retorna al concepto de alimento desde lo metafórico: el enorme umbral engaña, en su interior el alimento es escaso y cada producto está lejos de ser alimento, se desactiva su función, se asoma el hambre en cada plato. Esta impactante instalación está acompañada de un texto de Huguette Couffignal en el que se lee sobre las prácticas de geofagia en regiones en las que los alimentos escasean.

Víctor Grippo. Analogía IV (5ª versión) / Analogy IV (5th version), 1972. Imagen cortesía de Alexander and Bonin, N.Y.

Víctor Grippo. Analogía IV (5ª versión) / Analogy IV (5th version), 1972. Imagen cortesía de Alexander and Bonin, N.Y.

 

Engrandecer la conciencia

Afirmaba Victor Grippo que el rol del artista va más allá de su obra y que se inscribe en la fuerza social que lo nutre y que le posibilita, desde una intención ética verdadera, crear. Así, aunque en ocasiones enigmáticas y casi indescifrables, varias obras del argentino permiten lecturas que cuestionan a la vez que transforman a quien se detiene en ellas. La papa dora la papa, la conciencia ilumina la conciencia (1978) es una instalación que por la vía de la analogía funde la conciencia, el alimento y la energía; la religión, el arte y la ciencia; lo invisible, lo visible y lo posible; en palabras del artista: “acorta la distancia entre arte y ciencia a través de una estética surgida de una relación química completa”. En La intimidad de la luz en St. Ives, de un lado y del otro (1977) el artista propone un espacio detenido y concentrado para vincular las herramientas a la mano en un espacio poético en el que la piedra transformada, desde su silencio elemental, es creadora también, pues como reitera Grippo en varios de sus textos “cuando el hombre construyó su primera herramienta, creó simultáneamente el primer objeto útil y la primera obra de arte. De ahí en adelante la herramienta estuvo presente en el accionar humano sobre el planeta, planteando nuevos interrogantes, nuevas alternativas”. Algunos de los versos que acompañan la obra Buscando la luz (1989) dan cuenta de la mirada de quien se detiene en un lugar ambiguo: lleno de tragedias insinuadas que son discordantes con la luz y el movimiento que persiste en cada forma humana: “Algo ha sido devastado (…) El hombre, que encierra el/ universo, verá el cielo/ en la Tierra ya está en lo alto”; lo mismo ocurre con los Anónimos (1998-2001) que sin rostro y casi sin forma, incluso “sin Luna y sin domingo (…) apilados en cajas insensibles” serán testigos del “milagro acontecido”.

Transitar por cada una de las obras de esta exposición sugiere al visitante las posibilidades ocultas detrás los objetos cotidianos. Le permite ver a pesar de lo que Grippo ha nombrado como una “ceguera que se ha vuelto casi invisible para la mayoría”.  Este espacio ritual, en el que coinciden ciencia, arte y espiritualidad, se hace necesario en tiempos en donde el ser humano parece estar cada vez más fragmentado.

Texto: Biviana García

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