Obispos latinoamericanos comprometidos con el perdón y la reconciliación

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El CELAM y la Fundación para la Reconciliación promovieron taller ES.PE.RE. en Bogotá

Existe más de un motivo para considerar la inaplazable urgencia de promover procesos de formación sobre el perdón y la reconciliación, como respuesta eficaz a las violentas realidades que amenazan la vida de los pueblos latinoamericanos y caribeños.

Así lo constataron una veintena de obispos, provenientes de diez países del continente –Argentina, Chile, Bolivia, El Salvador, Guatemala, Colombia, Costa Rica, México, Nicaragua y Venezuela–, participantes del primer taller de Escuelas de Perdón y Reconciliación (ES.PE.RE.) que se realizó en Bogotá, a finales del mes de enero (del 25 al 30), bajo la coordinación y la asesoría conjunta del CELAM y de la Fundación para la Reconciliación: “Nuestro continente sufre niveles epidémicos e, incluso, pandémicos de violencia que ponen en grave peligro no solo nuestras débiles democracias sino también el desarrollo y bienestar de nuestros pueblos. Mientras sabemos que la pobreza produce violencia, muy posiblemente es la violencia la que más produce pobreza”.

Los resultados de algunas investigaciones recientes confirman la preocupación de los pastores católicos: a diciembre de 2014, 42 de las 50 ciudades más violentas del mundo se encontraban en el continente americano, y una de cada tres muertes violentas correspondía a una persona americana; también en el mismo continente, en 2014 aumentó el número de desplazados forzosos por causa de la violencia. Paradójicamente, mientras que los niveles de violencia subversiva, organizada y derivada del narcotráfico representa actualmente entre el 10 y el 15% de los homicidios, el porcentaje de violencia intrafamiliar y societaria aumenta asombrosamente, como consecuencia de la práctica de la venganza.

“Creemos que esta realidad nos llama urgentemente a un trabajo sistemático y decidido para responder a la misión de reconciliar que Cristo dejó a su Iglesia”, afirmaron los participantes en su carta textimonial. Por su parte, monseñor Adalberto Martínez Flores, obispo castrense del Paraguay y Presidente del Departamento de Comunicación y Prensa del CELAM, afirmó que “para los cristianos de Latinoamérica, la violencia es sin lugar a dudas, el más grande desafío para su fe. La violencia golpea dramáticamente la esencia del ser cristianos y del mandato que han recibido: ‘ámense los unos a los otros… ¡y perdonen setenta veces siete!’. En los escenarios actuales el Reino de la Misericordia –pasión de Jesús y corazón de su mensaje– está seriamente amenazado”.

Desde la experiencia

Las ES.PE.RE. son espacios de crecimiento personal y comunitario que propician encuentros revitalizadores, a partir de la palabra, de la memoria y desde una perspectiva que considera la primacía de la verdad, la justicia y la reparación. El padre Leonel Narváez Gómez, religioso Misionero de la Consolata y presidente de la Fundación para la Reconciliación, explica que “con una metodología experiencial, durante diez sesiones de dos a tres horas cada una, los participantes comparten en pequeños grupos (o grupinhos) en torno a algunas preguntas fundamentales: ¿qué ocasiona la rabia?, ¿qué efectos tienen en mi vida los comportamientos violentos?, ¿cómo pasar del caos a la luz?, ¿por qué es importante la decisión de perdonar?, ¿para qué me reconcilio?…”.

Para generar un ambiente de confianza y un diálogo fecundo que trascienda en la vida y en la práctica pastoral, los participantes celebran, desde el inicio de la experiencia, un “pacto de confidencialidad” con su grupinho y escogen un sujeto de perdón. Asimismo, seguros de que “sin perdón no hay futuro”, como preconizó el arzobispo anglicano Desmond Tutu, premio Nobel de la Paz en 1984, los organizadores acentúan la necesidad de crear puentes hacia el perdón que sean viables. “Partimos de la teoría de que el perdón antecede a la reconciliación; no es posible que haya reconciliación sin perdón. Se trata de un ejercicio de reconstrucción interna que genera nuevas narrativas y supera la memoria de lo que nos pasó”.

Los participantes han reconocido que con su pedagogía, metodología y aportes teóricos, las ES.PE.RE. “son un instrumento adecuado para capacitar multiplicadores en las diócesis y en las parroquias (…) y de esta manera contribuir como Iglesia a sanar nuestras heridas, reencontrarnos como hermanos y alcanzar la paz justa y duradera”. También destacaron que “fue muy significativo ver cómo los obispos pudimos hacer la experiencia personal y comunitaria para fortalecernos en la respuesta pastoral que pide a gritos esta urgencia del continente”.

Texto: Óscar Elizalde Prada Foto: CELAM

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