Tomaszek, Strakowski y Dordi, mártires por los pobres de Perú

Michel Tomaszek, Zbigniew Strakowski y Alessandro Dordi, misioneros asesinados en Perú en 1991 por Sendero Luminoso

Tres misioneros asesinados por Sendero Luminoso en 1991 serán beatificados

Michel Tomaszek, Zbigniew Strakowski y Alessandro Dordi, misioneros asesinados en Perú en 1991 por Sendero Luminoso

Michel Tomaszek, Zbigniew Strakowski y Alessandro Dordi

CECILIA TOVAR S. Instituto Bartolomé de las Casas, LIMA | La próxima beatificación de tres misioneros (Michel Tomaszek, Zbigniew Strakowski y Alessandro Dordi) asesinados por Sendero Luminoso en 1991 es un reconocimiento al compromiso de muchos sectores de la Iglesia con la paz durante los años de la violencia en Perú, entre 1980 y 2000, corriendo grandes riesgos por permanecer con la población.

Efectivamente, no fueron los únicos asesinados. Señalamos algunos más: el primero fue el P. Vicente Hondarza, párroco de Chancay, Diócesis de Huacho, el 14 de junio de 1983; su cadáver fue entregado por la policía, que adujo que se había caído a un barranco… Pero tenía marcas de ataduras en muñecas y tobillos, además de golpes y heridas, y sus ropas estaban limpias.

La Hna. Agustina Rivas, de las religiosas del Buen Pastor, fue asesinada en La Florida, Junín, el 27 de septiembre de 1990, por una tropilla de senderistas adolescentes.

El 21 de mayo de 1991 fue asesinada en Huasa Huasi, Junín, por una columna senderista, la religiosa australiana de San José del Sagrado Corazón Irene McCormack. La acusaron de distribuir alimentos que “embrutecen” al pueblo y de ser una yanqui imperialista.

Otro caso más fue el del joven laico Jorge Luis Cerrón, de 22 años, estudiante de Agronomía en Huancayo, Junín, miembro del equipo de la pastoral universitaria y de las CVX, las Comunidades de Vida Cristiana. Apoyaba a grupos de campesinos pobres y era muy reconocido en la universidad como líder, por lo que los senderistas trataron de captarlo, sin éxito. El 30 de septiembre de 1991 le dispararon en las escaleras de su facultad y dejaron un cartel que decía: “Por engañar a los pobres del campo”.

La noche del 9 de agosto

El 9 de agosto de 1991, por la noche, llegó una columna senderista a Pariacoto, parroquia de la Diócesis de Chimbote, donde trabajaban desde hacía un año los sacerdotes y franciscanos conventuales polacos Michel Tomaszek (32 años) y Zbigniew Strakowski (34).

Los senderistas quisieron hacer salir a los postulantes, a lo que el P. Zbigniew se negó; preguntaron por el almacén de víveres y volaron la puerta y el camión; luego tomaron los carros de la parroquia y se llevaron a los padres y al alcalde. Una religiosa se subió al carro y fue testigo del diálogo.

Los sacerdotes fueron acusados por los milicianos de tratar de adormecer al pueblo hablando de religión y repartiendo alimentos, de predicar la paz, que es contraria a su guerra revolucionaria, y de ser espías imperialistas enviados por el Papa polaco. Obligaron a la religiosa a bajar del carro. Entonces, avanzaron con ellos hasta las afueras del pueblo. Allí los asesinaron a los dos. Luego encontraron al alcalde de Cochabamba y también lo mataron.

Dos semanas después, el 25 de agosto de 1991, el P. Alessandro Dordi (60 años), quien trabajaba en Perú desde 1980 y era párroco de Santa, regresaba de una visita pastoral cuando encontró piedras en la carretera; un grupo de senderistas obligó al sacerdote a bajarse del carro y lo asesinaron. Los guerrilleros de Chimbote negaron al inicio ser los autores de estos asesinatos, pero su vocero en el exterior, El Diario Internacional, se jactó de haberlos cometido.

La fe, “el opio del pueblo”

Sendero Luminoso, un grupo de ideología maoísta solamente comparable a los Jemeres Rojos de Camboya por su fundamentalismo y carácter sanguinario, profesaba que la religión es el opio del pueblo. Sin embargo, sus intentos tempranos contra la Iglesia en 1981 suscitaron el rechazo de la gente, por lo que postergaron sus ataques hasta estar en una mejor posición, a su juicio, que llamaron el equilibrio estratégico o paridad de fuerzas con el Estado.

Por su autoritarismo, Sendero no permitía la existencia de organizaciones que no podían controlar, como era el caso de la Iglesia, cuyo arraigo popular veían como una fuerte competencia. El tema de los víveres que se entregaban era para ellos un ejemplo de su influencia en la población; la entrega de alimentos se incrementó, en efecto, a partir de 1990, debido a las extremas medidas económicas tomadas por el nuevo Gobierno de Fujimori y que supusieron un alza brutal del coste de los alimentos, por lo que se multiplicaron los comedores populares, apoyados por Cáritas.

Además de la hostilidad de Sendero, la Iglesia sufrió la desconfianza de las autoridades policiales y militares, que recelaban de su defensa de los derechos humanos y su preocupación por la justicia. En numerosas ocasiones, asaltaron locales, detuvieron a agentes pastorales y lanzaron acusaciones de “comunismo” totalmente infundadas. Así, la Iglesia se encontró muchas veces entre dos fuegos. Por fidelidad a su misión.

En el nº 2.929 de Vida Nueva

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