Michael Fitzgerald: “Los fundamentalistas falsifican el islam para hacerse con el poder”

Michael Fitzgerald, expresidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso

Expresidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso

Michael Fitzgerald, expresidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso

Texto y foto: ÁLVARO DE JUANA | Profundo conocedor del mundo islámico, el que fuera nuncio en Egipto durante la primavera árabe y actual miembro del Pontifico Instituto de Estudios Árabes e Islámicos (PISAI), apuesta por el diálogo con musulmanes no fanatizados como fórmula para desactivar a quienes han convertido su religión en un arma de guerra.

PREGUNTA.- Desde su experiencia, ¿cómo ha sido esta relación entre católicos y musulmanes?

RESPUESTA.- Tengo varias vivencias. Durante un tiempo fui profesor en una universidad africana y tuve alumnos musulmanes. Enseñaba sobre el islam y teníamos una relación bastante buena. Ellos admitían que no conocían la tradición islámica. Eran musulmanes, pero tenían aún muchas cosas por descubrir. Y también yo descubrí muchas cosas a través suyo. En Sudán estuve en una parroquia cristiana. Allí viví tensiones porque los cristianos sudaneses, del Sur, querían que los sacerdotes de la parroquia estuviéramos solo al servicio de los cristianos. Pero les dijimos que debíamos contactar con el pueblo musulmán, que era mayoría, para tener relación con ellos. Y esto era difícil para esta comunidad cristiana, que tenía una actitud defensiva porque había sufrido mucho. Esta dificultad se vive también en otros países donde los cristianos están presentes desde antes del islam, por ejemplo en Oriente Medio, pero tienen cierta prevención contra los musulmanes…

P.- A raíz de los atentados de enero en París, en la sociedad se ha vuelto a poner de relieve la preocupación por el islam…

R.- Ahora solo encontramos en la prensa noticias malas sobre el islam. No se habla nada de las relaciones pacíficas entre cristianos y musulmanes. El papa Francisco dijo algo parecido al regresar de uno de su viajes: cuando algún sacerdote hace algo malo, se habla, pero de los que están constantemente haciendo el bien, no se dice nada. Hay relaciones y experiencias en el mundo entre musulmanes y cristianos que son bellas, pero no se conocen. Pasa como en un matrimonio que va bien: no se habla de él; pero si se divorcia, todos comienzan a hablar. El PISAI busca trabajar en la verdad, el amor, la paz, la comprensión de manera seria.

P.- ¿Qué quieren conseguir los fundamentalistas musulmanes?

R.- Instrumentalizan la religión sin entender lo que es el islam, lo falsifican para hacerse con el poder. Nosotros buscamos trabajar con otros musulmanes que están contra los fundamentalistas para que les hagan entender que ese no es el verdadero islam. Muchos musulmanes dicen “¡basta!”. Pero, como decía antes, la prensa occidental no se hace eco. Algunos han dicho que condenan esta violencia pero no se les escucha.

P.- Estos musulmanes, ¿podrían servir de instrumento para frenar a los fundamentalistas?

R.- Los fundamentalistas como los del Estado Islámico no escuchan. Pero es importante convencer a otros musulmanes de que este no es el camino. Nosotros, aquí, trabajamos con los musulmanes para hacer este trabajo. Por ejemplo, en el Congreso que acabamos de celebrar en Roma conmemorando los 50 años del PISAI hemos tenido a profesores musulmanes que luego son invitados por otros y tienen la posibilidad de explicarse delante de un público limitado, pero de un público.

Colaboración con líderes religiosos y autoridades civiles

P.- ¿Qué se puede hacer entonces con grupos terroristas como el Estado Islámico en Irak y Siria, Boko Haram en Nigeria…?

R.- Es importante que los obispos locales trabajen y pidan a los responsables políticos que intervengan más fuertemente. Pienso en Nigeria. No están contentos con lo que ha hecho el Gobierno. No parece que sea bastante para proteger a los cristianos y a los musulmanes, porque estos sufren muchas veces más que los cristianos. Pero es importante para los líderes religiosos ir de la mano para favorecer el conocimiento y la confianza.

P.- Se acaban de cumplir cuatro años desde que estalló la primavera árabe en Egipto. ¿Qué situación existe ahora allí?

R.- Fueron los musulmanes más fundamentalistas los que ganaron las elecciones. Especialmente, los musulmanes que se hicieron con todo el control del país en contra de la población. El pueblo se rebeló y luego pidió al ejército que interviniese. Esto no se entiende desde Occidente. El presidente fue elegido democráticamente, pero el ejército hizo algo parecido a un golpe de Estado. En realidad, no lo fue, sino otra ‘forma de democracia’ porque el pueblo no quería a este Gobierno y no había posibilidad de hacer nuevas elecciones, porque el presidente no dejaba. En Egipto, el presidente que gobierna ahora tiene formación militar, pero no es un militar en sí mismo. Me parece que busca unir a la población, mientras los Hermanos Musulmanes [que habían ganado las elecciones] la dividen. Soy un poco más optimista respecto a Egipto. Siria y Libia son un desastre y no sé cómo se puede salir de esa situación. También Irak, donde debemos esperar a ver qué sucede… Es una pena, porque estos países tienen una historia, una cultura, y se está destruyendo. Al mismo tiempo, otros países sufren con los refugiados. Debemos trabajar y rezar para que este mundo sea mejor.

En el nº 2.929 de Vida Nueva

 

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