¿Asunción cristiana de Marx?

Jesús Sánchez Camacho, profesor CES Don Bosco  JESÚS SÁNCHEZ CAMACHO | Profesor CES Don Bosco

En 1965, la Acción Católica (AC) viene desarrollando un encomiable esfuerzo por compatibilizar la dimensión cristiana y la tarea obrera. La inculturación del cristianismo era todavía un neologismo preembrionario. Pero la figura clásica del Cristo Rey se bruñe, y queda restaurada en un Jesús obrero que desea iluminar el mundo del trabajo. No todos los católicos aceptan las implicaciones de esta cristología subyacente. Algunos enfrentan la Roca con la Modernidad. Y otros identifican la liberación con el marxismo, el Vaticano con el Kremlim y los obispos de la Iglesia con la masonería.

Hace-50-anosAdemas de la AC, otro baluarte para el compromiso social será el nacimiento del Instituto Fe y Secularidad. Impulsado por Pedro Arrupe y capitaneado por Alfonso Álvarez Bolado, la iniciativa enfoca su actividad hacia los más desfavorecidos e impulsa el diálogo entre filósofos marxistas y teólogos cristianos. A la sazón, ¿este tipo de defensa de los excluidos admite íntegramente el marxismo?

El nº 457 de Vida Nueva arroja dos respuestas. El título de un reportaje sobre un país que tiene viva la memoria de la ocupación de las tropas soviéticas lo dice todo. No obstante, Vic Nihelics, director de Vigilia, la revista de la AC húngara, contrarresta el desacuerdo religioso entre comunismo y cristianismo: “Se da un gentlemen’s agreement (…). Mis objeciones contra la ideología son graves, pero el sistema económico (…) no choca contra mi conciencia de católico”. La segunda respuesta la aporta Antonio Añoveros Ataún. En un texto publicado inicialmente en Ya, el obispo de Cádiz y Ceuta expresa “públicamente su admiración por la obra que realizan” los hoacistas y jocistas, que “saben de un libro: el Evangelio”.

El nº 2.928 de Vida Nueva se hace eco de otra respuesta. Tras muchos años de espera, Vincenzo Paglia, postulador de la causa de beatificación de Óscar Romero, anuncia la proclamación del salvadoreño como mártir. A los 35 años de su asesinato, un obispo señalado como acólito del comunismo se convierte en modelo de la Iglesia universal.

En el nº 2.929 de Vida Nueva

 

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