La reforma de la Curia entra en la fase decisiva

papa Francisco con cardenales

fila de solideos rojos de cardenal

La reforma de la Curia entra en la fase decisiva [extracto]

DARÍO MENOR (ROMA) | Dicasterios fusionados, una Congregación para los laicos, un Consejo de ministros… Los cardenales se reúnen en Roma para ultimar el diseño de la reorganización de la Curia, en la que parece descartada la unificación de los distintos tribunales.

Al papa Francisco no le sobra el tiempo. A punto ya de cumplirse el segundo aniversario desde su elección como obispo de Roma, Jorge Mario Bergoglio quiere que la reforma de la Curia entre en una nueva fase. Para sacar adelante la profunda renovación de la Iglesia católica que ha puesto en marcha, el Pontífice comienza con la Santa Sede.

Ya dio una idea de todo lo que no le gustaba con su demoledor discurso de antes de Navidad, en el que desgranó las 15 enfermedades que corroen por dentro el Vaticano.

Francisco fusionará algunos organismos, suprimirá otras instituciones, aunará esfuerzos e impondrá una mayor racionalización y coordinación entre los dicasterios.

Desde abril de 2013, un mes después del inicio del pontificado, lleva diseñando esta reorganización el Consejo de cardenales, el llamado C-9, el grupo formado por el secretario de Estado, el italiano Pietro Parolin, y ocho purpurados provenientes de distintas partes del mundo encargados de ayudar al Papa en el gobierno de la Iglesia y en la reestructuración de la Curia.

La semana del 9 al 15 de febrero abrirá una etapa crucial en la reforma de la estructura y la mentalidad de la Santa Sede. Del lunes al miércoles, está convocada la octava serie de sesiones de trabajo del C-9 para ultimar el documento dedicado a los cambios en las instituciones vaticanas. Será debatido en la reunión del Colegio cardenalicio durante los dos días siguientes. En los encuentros del jueves y el viernes se estudiarán, además, las propuestas adicionales que hagan los purpurados, a algunos de los cuales les han pedido con anterioridad que preparen un borrador con sus opiniones.

Hay una gran expectación puesta en esos debates, una oportunidad casi única para que los cardenales hablen con libertad sobre la marcha de la Iglesia y rebatan entre ellos sus propuestas ante la atenta escucha del Papa.papa Francisco con cardenales

En el consistorio del año pasado, dedicado a la familia y considerado una etapa de preparación al posterior Sínodo de octubre, se produjo una acalorada discusión motivada por la conferencia introductoria sobre la pastoral familiar realizada por el alemán Walter Kasper, partidario de una mayor apertura pastoral en este campo. Se espera que, en esta ocasión, el ambiente sea igualmente vivo, pues los responsables de los dicasterios llamados a desaparecer o a integrarse en otros “ministerios” tendrán la oportunidad de mostrar su eventual desacuerdo e incertidumbre ante su futuro inmediato.

En el consistorio del 12 y 13 de febrero participarán los 20 nuevos miembros del Colegio cardenalicio (15 de ellos de menos de 80 años y, por tanto, con derecho a voto en un eventual cónclave) que Francisco creará el sábado, y con los que celebrará una solemne misa al día siguiente en la Basílica de San Pedro. El Pontífice los quiere presentes en estas jornadas clave para terminar de dar forma a la nueva Curia. Una vez solucionado el asunto del dinero –que tanto daño ha hecho a la imagen de la Iglesia–, con la creación de un “ministerio” de Economía, el nacimiento de un Consejo para supervisar estos temas y la reestructuración del Instituto para las Obras de Religión (IOR, el banco vaticano), considera que ha llegado la hora de meterle mano a la arquitectura institucional de la Santa Sede.

Laicos y caridad

Los grandes cambios vendrán con la unificación de dicasterios. Como ha venido anunciando el cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa y coordinador del C-9, está sobre la mesa la creación de dos nuevas congregaciones, una dedicada a los laicos y otra a la caridad.

Siendo los seglares la inmensa mayoría en la Iglesia, parece obvio que estén en la primera fila del organigrama vaticano. Esta nueva institución asumiría las competencias de tres pontificios consejos existentes en la actualidad: Laicos, Familia y Operadores Sanitarios.

También se ha especulado con la eventual fusión entre el Pontificio Consejo Justicia y Paz y Cor Unum. Este último organismo, dedicado a la caridad, está hoy descabezado, pues su anterior presidente, el guineano Robert Sarah, fue nombrado el pasado noviembre prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Sucedió al español Antonio Cañizares, actual arzobispo de Valencia.

Un purpurado buen conocedor de la Curia y que prefiere mantenerse en el anonimato (“no sería prudente que mi nombre saliera publicado diciendo estas cosas a tan pocos días del consistorio”, se excusa) considera posible que Cor Unum no acabe fusionándose con Justicia y Paz, sino con la Limosnería Apostólica. “Muchos de estos organismos nacidos tras el Concilio Vaticano II no tienen mucha razón de ser, como ocurre en este caso. Su papel lo puede hacer la Limosnería, una institución histórica y que está ahora funcionando muy bien”, asegura.

No le falta razón en la última parte de su afirmación, pues este organismo, cuyas raíces se remontan al siglo XII, tiene una gran actividad con este pontificado. Liderado por el arzobispo polaco Konrad Krajewski, la Limosnería ha acaparado titulares en los últimos meses con la puesta en marcha en el Vaticano de un servicio de duchas y de peluquería para los indigentes, entre otras iniciativas.

¿Estudiar o actuar?

Otro cardenal que tampoco quiere que su nombre sea publicado comparte el diagnóstico. “Hemos ido creando organismos desde los tiempos de Pablo VI, cada uno con alrededor de 30 trabajadores. ¿Y qué hacen estas instituciones? Estudian los problemas, redactan escritos, organizan congresos y hacen viajes. Y todo eso cuesta mucho dinero. No debemos cargar al Vaticano con eso. ¿Tiene sentido que se estudien todos los temas? La Iglesia, lo que debe hacer, es actuar”, sostiene.

A su juicio, en el consistorio habrá que plantearse la idoneidad de mantener con vida los pontificios consejos y la posibilidad de cubrir las áreas de las que se ocupan ahora recurriendo a expertos. “Cuando hace falta saber algo sobre un tema, se podría echar mano de profesores de universidades católicas competentes en ese campo. Los centros educativos de la Iglesia tratan multitud de asuntos y cuentan con buenos profesionales. Es mejor acudir a quien sabe de un área específica cuando te hace falta en lugar de tener a un grupo fijo de personas estudiando una problemática”, dice. Pone como ejemplo el Pontificio Consejo para los Textos Legislativos. “Para interpretar las leyes se podría consultar al mejor experto de cada campo. Está claro que nadie se sabe todas las normas, ni siquiera quienes ahora trabajan allí”. papa Francisco con cardenales

Según las opiniones de algunos cardenales, otro dicasterio que debe cambiar es Diálogo Interreligioso. “¿Dónde están presentes en mayor número las otras religiones? En los países de misión. Por eso podría ocuparse de este tema la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, creando una sección para el diálogo con las otras fes”, afirma un purpurado.

“También habría que cerrar el Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización. El Evangelio es siempre el mismo, lo que cambia es la cultura, cada vez más descristianizada. La Iglesia está llamada a evangelizar la cultura de hoy, lo que puede hacer perfectamente el Pontificio Consejo de la Cultura”.

En Roma se espera que estas eventuales fusiones se realicen, en cualquier caso, con “sentido común”, ubicando a los empleados laicos en otros destinos y haciendo que los eclesiásticos retornen a sus diócesis o a las congregaciones religiosas a las que pertenecen.

Tanto estos dos cardenales como otros altos cargos de la Santa Sede consultados coinciden en que no sería adecuado llevar a cabo la unificación de los tres tribunales vaticanos: la Signatura Apostólica, la Rota Romana y la Penitenciaría Apostólica. Desde hace meses se venía hablando sobre el proyecto de crear una suerte de Ministerio de Justicia de la Iglesia que englobe todas estas instituciones. “Sería un completo sinsentido”, dice una de las fuentes, advirtiendo que con la fusión quedaría en peligro la independencia del poder judicial y que se mezclarían “el fuero interno con el fuero externo”.

“Estas cosas se les ocurren a quienes tienen menos formación que poder”, se queja uno de los purpurados, criticando sin citarlo a Maradiaga, quien manifestó que a su juicio sería “una buena idea” crear un Ministerio de Justicia.

Secretaría de Estado

La eventual remodelación de la Secretaría de Estado es otro punto que tratarán los miembros del C-9 y luego expondrán a los otros miembros del Colegio cardenalicio. El dicasterio liderado por Parolin ya ha visto reducidas sus competencias respecto al pasado con el nacimiento de la Secretaría de Economía. El proyecto de reforma podría recuperar el antiguo nombre del organismo (Secretaría papal) y plantearía “una diversa distribución de las competencias internas”, según contó Maradiaga al Vatican Insider.

En el consistorio también se planteará la petición de algunos para que la Secretaría de Estado no tenga que mediar en la relación entre los “ministerios” vaticanos y el Papa. “Los presidentes y prefectos podían reunirse antes con el Pontífice ellos solos sin cortapisas para exponer los problemas de sus áreas de trabajo. Luego todo cambió y se tenía que pasar por fuerza por la Secretaría de Estado. Deberían programarse encuentros cada cierto tiempo entre los responsables de los dicasterios y el Santo Padre. Sería muy bueno para todos”, sostiene un cardenal.

Otra de las demandas que estará sobre la mesa durante esos días es la celebración cada cierto tiempo de reuniones entre todos los responsables de las congregaciones y pontificios consejos. Sería una suerte de Consejo de ministros muy útil para evitar duplicidades y fomentar el mutuo conocimiento y la colaboración en los proyectos.

Un aspecto de la reestructuración de la Curia que está a punto de concluir es el de los medios de comunicación. Se espera que, durante el mes de marzo, presente sus conclusiones la comisión creada por Francisco para estudiar esta reforma, que afecta a L’Osservatore Romano, Radio Vaticano, el Centro Televisivo Vaticano, la Sala de Prensa de la Santa Sede, el Servicio de Información Vaticana, la agencia Fides y el portal News.va.

Incumbe, igualmente, al Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales el plan de reorganización diseñado por el grupo de trabajo presidido por Christopher Patten, expresidente de la BBC y último gobernador británico de Hong Kong. Un buen conocedor de este proyecto adelanta que la idea principal es “racionalizar las secciones administrativas y de personal” de los distintos medios, así como lograr una mejor coordinación en el tratamiento de los contenidos informativos. “A ver si también sirve para acabar con las prácticas abusivas de algunos, como cuando el servicio fotográfico de L’Osservatore Romano cobra las imágenes que utilizan otros medios de la Santa Sede”, se queja un trabajador de la Curia.

La institución que tal vez sufra una mayor remoción es Radio Vaticano, pues con sus más de 350 empleados resulta muy costosa de mantener. “Tiene una estructura de tiempos de la Guerra Fría, con muchos trabajadores para servir al gran número de lenguas en que emite. Hay que ver si eso resulta hoy necesario”, se pregunta otra fuente.

Vaya en uno u otro sentido la propuesta del C-9 y las ideas que planteen el resto de cardenales durante el consistorio, todo el mundo sabe que, al final, quien decide es el Papa. Lo deja bien claro uno de los purpurados consultados: “El Santo Padre escuchará las líneas de pensamiento de unos y de otros, verá cuántos apoyos tienen unas tendencias y otras y luego optará por lo que considera que es lo mejor para la Iglesia. Que nadie dude de que la última palabra la tiene Francisco”.

cardenal Kasper, cardenal Coccopalmerio y José María Castillo, miembros del Cenáculo de los amigos del papa Francisco

Kasper, Coccopalmerio y José María Castillo, miembros del ‘Cenáculo de los amigos del papa Francisco’

 

Nace un grupo de “amigos del Papa” para contrarrestar las críticas

“A mí no me importa lo que piense Jorge Mario Bergoglio por su cuenta, sino lo que diga y haga como Papa. Y hasta ahora no ha dicho nada sobre los temas calientes del Sínodo, como la comunión para los divorciados vueltos a casar”. Son las palabras de un cardenal a quien la personalidad del actual Pontífice no le gusta demasiado. No es el único.

Como dijo en Vida Nueva Raymond Leo Burke, “a muchos les parece que la nave de la Iglesia ha perdido la brújula” (VN, nº 2.915). Para “defender” a Bergoglio y “custodiar y explicar” su mensaje nació en Roma, en junio de 2013, el ‘Cenáculo de los amigos del papa Francisco’, del que forman parte tres cardenales: Walter Kasper (presidente emérito del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos), Francesco Coccopalmerio (presidente del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos) y Gualtiero Bassetti (arzobispo de Perugia).

Entre sus cerca de 30 miembros, están el teólogo español José María Castillo y el italiano Bruno Secondin, quien guiará este año los ejercicios espirituales de la Curia.

Recién llegado de Roma, donde ha participado en el último encuentro del ‘Cenáculo’, Castillo cuenta que dentro de poco el grupo tendrá una página web en la que podrán leerse las reflexiones de sus miembros sobre los grandes eventos del pontificado.

“Una parte de la Curia se dirige a Francisco con una carga despectiva importante, tanto a su persona como a sus enseñanzas. No han reaccionado bien a su ruptura de los protocolos y de los esquemas preconcebidos. La de Francisco es una teología nueva y narrativa, basada en sus hechos”, sostiene el teólogo español.

Raffaele Luise, vaticanista italiano y fundador del grupo, dice que el objetivo es tanto “contrarrestar las resistencias” como profundizar en la “novedad radical” que ofrece el Papa con su “revolución espiritual” e “interés máximo por los pobres”.

Las críticas se han multiplicado con el Sínodo sobre la Familia, a su juicio, un “paso clave para reformar la Iglesia, pues puede cambiar la actitud hacia las familias del mundo”. “En el ‘Cenáculo’ –subraya Raffaele– “estamos con Francisco para conseguir una Iglesia menos clerical y más sinodal, en la que se vuelva a las fuentes del Evangelio y todo el mundo encuentre las puertas abiertas”.

En el nº 2.928 de Vida Nueva

 

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