Rosa Ramos

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“¡Todos tenemos una espiritualidad para vivir!”

“Generalmente me defino como mujer, laica y educadora”. Así se expresa la uruguaya Rosa Ramos al inicio de un interesante diálogo en el que comparte de qué manera sus búsquedas y sus itinerarios como católica la han llevado a indagar por la espiritualidad uruguaya. Justamente, a partir de su identidad y de su experiencia en un país marcado por una tradición laica y académica, ha redescubierto el lugar de la educación en la transformación de los pueblos, y afirma que “la educación liberadora es fundamental para empoderar al otro y darle autoridad para que sea autor de su propia vida y constructor, con otros, de una nueva sociedad”.

Como académica formada en teología y docente de filosofía, desde hace varios años participa en la capacitación de agentes de pastoral de su país y comparte sus reflexiones en varios espacios y medios de comunicación católicos, principalmente desde su veta de escritora e investigadora. Además de escribir artículos para varias revistas, desde hace once años hace parte del consejo de redacción de la revista Misión y ha prestado diversas colaboraciones en varias organizaciones de la Iglesia Católica, así como en la Fundación Amerindia, donde ha sido miembro del equipo de coordinación continental.

“Considero que la educación y la comunicación están muy unidas. No se trata solamente de dar clases, sino de comunicar. Por eso en mi itinerario como educadora he buscado comunicar la novedad de la espiritualidad en nuestra vida cotidiana”, comenta. A este complejo pero apasionante asunto de la espiritualidad ha dedicado varios años de su vida, documentándose, investigando y compartiendo sus inquietudes con grupos de hombres y mujeres, laicos y consagrados de su país, a quienes entrevistó en el transcurso de una pesquisa sobre la espiritualidad uruguaya.

Espiritualidad hoy

¿Cómo entender la espiritualidad en estos tiempos y en un país como Uruguay? “El problema con el tema es que fácilmente –y erróneamente, aclara– se asocia espiritualidad con religiosidad. No son lo mismo y en el caso uruguayo es fundamental hacer la distinción”. Continúa explicando que más allá de la religión o de la ausencia de confesionalidad religiosa, tenemos una espiritualidad inherente a la condición humana, desde la cual construimos nuestras vidas: “se trata del aliento que nos sostiene tanto al participar de las grandes gestas de la humanidad como al asumir la cotidianidad… ¡todos tenemos una espiritualidad para vivir! Esa espiritualidad que nos mueve es personal, pero también es comunitaria, cuando hay raíces comunes”.

Su concepto de espiritualidad lo aclara en su libro ¿Espiritualidad uruguaya? Una mirada desde la teología posconciliar: “La espiritualidad es una luz peculiar desde la cual contemplamos la realidad, es el modo de sentir, amar y vivir que anima todas nuestras relaciones con Dios o lo trascendente, con los hombres, con la naturaleza, con la historia… Desde esa luz que es nuestra espiritualidad, miramos, acariciamos, reímos, lloramos, trabajamos, amamos, y como cristianos participamos gozosos en la obra de Dios”.

Apelando a los fundamentos antropológicos de la fe cristiana que proponen algunos teólogos latinoamericanos como Jon Sobrino, José María Vigil y Juan Luis Segundo, afirma la primacía de lo humano como elemento constitutivo de toda espiritualidad. “La fe religiosa viene después, y si viene –añade–  se apoya en la fe antropológica previa y universal”.

En efecto, desde su experiencia como educadora Rosa manifiesta que “la espiritualidad es esa luz, que iluminándonos desde dentro nos da una tonalidad que colorea todo lo que somos y hacemos. La espiritualidad es un modo peculiar de ser, estar y hacer en el mundo”. Evocando las palabras de Emma Martínez Ocaña, acentúa que “para mucha gente ‘ser espiritual’ es dedicarse a cosas ‘divinas’ como la oración, pero no a la política o a la economía ni a la cultura ni a las cosas cotidianas como hacer la comida, limpiar la casa ni a la lucha por la supervivencia ni al esfuerzo por transformar este mundo ni a la búsqueda de la felicidad y el descanso necesarios”.

Su inquietud por desentrañar los elementos que constituyen la espiritualidad pasa por estos y otros aspectos que bien podrían expresar su síntesis de vida. Como mujer, laica y educadora está convencida de que “el Espíritu habla en la gente, en la comunidad, en los signos de los tiempos. Por eso la pneumatología es muy importante”, concluye.

Texto: Óscar Elizalde Prada

Foto: Archivo Particular

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