La fraternidad de Fray Maseo

Parroquia San Martín de Tours, en Mingueo, corregimiento del municipio de Dibulla

Parroquia San Martín de Tours, en Mingueo, corregimiento del municipio de Dibulla

 

Testimonio de una misión franciscana en La Guajira

Fue una simple pregunta: “¿Cómo ser Franciscanos hoy en Colombia?”, la que desencadenó el éxodo de un pequeño grupo de franciscanos, de la Provincia de la Santa Fe de Colombia, hacia lo que hoy es la Provincia de San Pablo Apóstol.

La pregunta misma y las respuestas estuvieron alimentadas por las enseñanzas del Concilio Vaticano II, por los documentos de la Orden Franciscana, por los acontecimientos que se daban en la década de los 70 a nivel latinoamericano, época de liberación social y teológica.

Desde entonces no hemos hecho otra cosa que buscar cómo ser coherentes con lo que significa el carisma franciscano vivido en la realidad de este país y de esta Iglesia colombiana. Ha habido aciertos y desaciertos. Hemos estado en la onda de lo que la realidad de los diferentes lugares por donde hemos pasado nos exige, pero también algunas veces no hemos dado la medida. 

En la motivación de la escogencia de los lugares –nunca a perpetuidad– ha estado siempre el buscar estar presentes donde a otros les cuesta. Por eso hemos pasado por selvas y tugurios, por ollas urbanas y por lugares de difícil acceso. También hemos asumido presencias en lugares apacibles, para garantizar espacios adecuados para la formación inicial y para los hermanos mayores. Pero siempre buscando estar entre los pobres y, en la medida de lo posible, asumiendo sus estilos de vida.

Una de tantas respuestas

Ahora hemos llegado a La Guajira. Una Iglesia particular como la Diócesis de Riohacha nos abrió las puertas para que viniéramos a acompañar a los moradores de una parroquia que se llama San Martín de Tours, en Mingueo, que es un corregimiento que pertenece al municipio de Dibulla, y que está enclavado en las estribaciones de la Sierra Nevada.

El lugar es precioso por la variedad que ofrece en culturas, razas, paisajes, acontecimientos. Por aquí pasaron la bonanza marimbera, la sombra del paramilitarismo, la pesadilla de la insurgencia, el boom de la coca… A esta hermosa región han llegado desplazados de los departamentos vecinos y lejanos. Todos con el ánimo de no dejarse aplastar por el conflicto. Aquí están buscando reconstruir sus identidades junto a otros pueblos, con identidades definidas aunque frágiles, como son los pueblos indígenas Koguis, Aruhacos, Wayúu, etc… Esto es lo que hace del lugar un lugar apasionante y desconcertante.

Los hermanos franciscanos hemos escogido como nombre de esta fraternidad el de un fraile de los primeros que acompañó en sus andanzas a san Francisco en el siglo XIII, Fray Maseo. Cierta vez que iban de camino y querían conocer por dónde continuar, el hermano Francisco le hizo dar vueltas a Fray Maseo para descubrir la ruta a seguir. Y relata el capítulo XI de las Florecillas que el santo hizo dar vueltas al fraile como a un chiquillo y éste obedeció sin importar las caídas y el vértigo, hasta descubrir el camino a Siena. Esta fraternidad de Fray Maseo sabe que Dios le ha señalado el camino hasta Mingueo… pero seguimos girando en nuestro ver, hasta encontrar la mejor manera de proceder según Dios. Nuestro proyecto de vida y de servicio está en construcción, pero lo que sí tenemos claro es que no podemos avanzar sin antes haber establecido un diálogo fluido con las gentes y con las maneras de vivir y de pensar y de sentir y de creer que ellas tienen. Es decir, no podemos hacer planes sin haber colocado el oído en el murmullo que surge de la realidad.

iglesia_guajira2Un contexto que reta

Se podría decir que este sector de La Guajira es un mundo distinto al de La Alta Guajira (más definida en su identidad). Allá, la raza wayúu predominante, la sequedad del desierto, la policromía de las aguas del mar, los caminos que se cruzan buscando rancherías escondidas en las arenas y entre los cactus. Aquí, verdor en las llanuras y en las montañas, aguas abundantes y cristalinas en sus ríos, y muchos grupos humanos en formación. Las identidades culturales de los nativos se mezclan con las de los foráneos, y se forma una manera de ser, que por no estar definida, se presta para la informalidad, para todo lo que de ella se deriva.

Los habitantes son alegres pero, de entrada, desconfiados. Como han tenido que soportar tantos despojos, los nativos se sienten amenazados por los que llegan. Y los que llegan han sido amenazados en sus tierras por los señores de la muerte, que se han tomado este país. Entonces brota, como mecanismo de defensa, la desconfianza. Pero cuando ya se conocen las motivaciones de los que están al lado se genera la empatía, aunque no tan rápidamente como suele suceder por otros lares. 

La música vallenata, con sus letras de amor y de despecho, con sus relatos de vida, que dejan al descubierto las intimidades de la vida familiar y social, es asumida con toda su vibración por los moradores del poblado: los equipos de amplificación siempre están con todo su volumen. Es importante que todo se conmueva: la música debe resonar en el pecho para que se alejen las penas.

La dimensión religiosa es un misterio: cinco siglos de presencia evangelizadora, hasta un santo como Luis Beltrán misionero dominico vivió en la Sierra, y no se puede decir que el Evangelio haya permeado las conciencias de los pobladores. Es posible que haya un sincretismo religioso en el que se valora todo lo que tiene que ver con la muerte, pues los templos se llenan para los sepelios, los novenarios y los aniversarios de difuntos. Además algunas de las fiestas patronales tienen mucho movimiento. Hay santos que pegan más que otros. El de nuestra parroquia es san Martín de Tours, pero da la impresión que su impacto no es muy decisivo en la vida del poblado.

Pero no se puede negar que hay sed de Dios. Como en otros lugares de Colombia, aquí se acoge con entusiasmo el estilo de vida religiosa carismática. Tal vez por eso se han difundido enormemente los movimientos evangélicos y pentecostales. Aunque con ellos no hay tensiones, no se ha logrado iniciar un movimiento de acercamiento que permita acciones en común en orden a la defensa de la vida, de los derechos humanos, de la familia según Dios, etc. Son muchos los temas en los que podemos sin duda iniciar campañas juntos. Al final todos buscamos ser buenos seguidores de Jesús y su Evangelio de vida, en estos contextos de frialdad religiosa, de miedos y desconfianzas, de búsquedas de sentido y de razones para continuar esperando.

Y bueno, sabemos que la tarea es continuar buscando cómo cumplir hoy la voluntad de Dios en este hermoso paraje de la geografía nacional: la mano abierta de Colombia saludando al mundo.

Texto: Fray Mario Rafael Toro Puerta, OFM

Fotos: Archivo Particular

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