La barbarie de Boko Haram no conoce límites

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Causa 2.000 muertos en la toma de Boga y otros 27 al inmolarse tres niñas de 10 años

La violencia desatada de Boko Haram en Nigeria sobrepasó hace algunas semanas sus más horrendos límites. Primero se produjo un ataque letal contra la ciudad nororiental de Baga, que, tras ser abandonada por las fuerzas defensoras, vio desaparecer a sus casi 10.000 habitantes: según Amnistía Internacional, 2.000 fueron asesinados y el resto huyó al otro lado del río que la cruza. Apenas 24 horas después, en diversos enclaves norteños, se unió la inmolación de tres niñas de 10 años que hicieron explosionar respectivamente sus explosivos en lugares públicos, causando 27 fallecidos.

Estos episodios, registrados sucesivamente en unos días sangrientos que han conmocionado a todo el país, no han tenido parangón hasta ahora, ni por su metodología ni por su impacto, desde que la secta islamista viene hostigando al Gobierno de Goodluck Jonathan para que el norte islámico tenga un estatus distinto del centro y el sur, mayoritariamente cristianos. Han sido muchas las voces de denuncia desde todas las esferas públicas de Nigeria, pero la que con más fuerza se ha hecho oír es la de Ignacio Ayau Kaigama, arzobispo de Jos y presidente de la Conferencia Episcopal de Nigeria. “La nueva estrategia de los terroristas de Boko Haram de utilizar niños inocentes como bombas humanas es aberrante e inimaginable”, clama en declaraciones a la agencia misionera Fides. 

Respecto a lo que ha podido llevar a las tres niñas a suicidarse matando, el prelado se muestra claro: “Estas chicas han sido adoctrinadas, les han lavado el cerebro para que crean que, realizando estas acciones, van al cielo. Además, tenemos en mente el triste fenómeno de los niños soldados en varias partes de África, que son adoctrinados con métodos horribles de lavado de cerebro para convertirse en máquinas de matar”. 

Pese a todo, Kaigama no pierde la esperanza y ve un avance en que cada vez sea más evidente que Boko Haram es un grupo terrorista que en nada representa al islam: “Es un movimiento de tipo sectario, independiente de la gran mayoría de los musulmanes nigerianos, que son buena gente. Estoy muy contento con el hecho de que algunos líderes religiosos prominentes de la comunidad musulmana se están distanciando de Boko Haram y han condenado sus acciones terribles, diciendo que son contrarias a las enseñanzas islámicas”. “Pero tenemos que hacer más”, exige.

En este sentido, apela a la urgencia de una respuesta social unitaria a nivel de país: “Pienso en la gran manifestación en París contra los asesinatos que tuvieron lugar en Francia. Espero que aquí también se realice una gran manifestación de unidad nacional que supere las divisiones políticas, étnicas y religiosas, para decir no a la violencia y encontrar una solución a los problemas que afectan a Nigeria”.

M. Á. Malavia

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